Turismo solidario, solidario también para el viajero
- Se puede viajar con una ONG a un proyecto y hacer turismo en un país pobre
- No siempre piden experiencia pero puede costar más de 1.000 euros
- Hay proyectos desde dos semanas y se pueden hacer durante todo el año
- A veces el voluntario sólo tiene que dar cariño a niños y adolescentes
- Cooperatur organiza estos viajes para españoles a países de Latinoamérica
No se puede obligar a nadie a hacer turismo solidario. No todo el mundo puede viajar con una mochila al hombro durante varias semanas y hay poca gente que quiera cambiar un mojito y una tumbona por enseñar a leer a un niño de un país pobre. Y más si encima tiene que pagar por ello.
Pero hay quien encuentra un hueco para los demás sin renunciar a su tiempo de ocio: turismo solidario; un concepto aparentemente contradictorio que reúne vacaciones y colaboración en un mismo viaje.
Un intercambio cultural que mezcla al visitante con la población local permitiendo conocer un país desde dentro; una forma de viaje que nunca ganará el pulso a la pulserita del 'todo incluido' en lugares paradisíacos.
Como decía el admirado corresponsal polaco Ryszard Kapuscinski en su libro Ébano, "África sólo se llama así por convención, pero es mucho más que el continente del hambre, la tierra seca y los niños esqueleto". Palabras que se pueden extrapolar a Latinoamérica o a Asia.
Kapuscinski evitaba las rutas oficiales, los palacios y los lugares turísticos. "Prefería subirme a camiones encontrados por casualidad, recorrer el desierto con los nómadas y ser huésped de los campesinos de la sabana tropical".
Fuera prejuicios: es duro y cuesta más de 1.000 euros
Antes de subir al avión es importante sacudirse los prejuicios. Un viaje solidario de un mes de verano no te cambia la vida, puede ser duro y cuando regresas la rutina te vuelve a sentar en el mismo sofá de tu casa.
Pero ayudar a gente pobre en tareas agrícolas, dar apoyo psicológico a niños huérfanos o construir caminos para conectar pueblos sí es un tiempo para reflexionar y valorar lo que tenemos y lo que nos falta.
Emprender una aventura solidaria de un mes a un país como Nicaragua, Guatemala o Perú cuesta más de 1.000 euros, ya que el viajero suele pagar el billete de avión, los gastos de alojamiento y manutención y un donativo a la ONG, además del dinero que quiera llevarse para hacer compras o excursiones.
Las ONG's no se 'pelean' por encontrar cooperantes sino que son éstos los que tienen que dedicar tiempo y esfuerzo para tramitar gran parte de su viaje. Tampoco es sencillo encontrar una organización seria y fiable que promueva turismo solidario y es fácil perderse en el caos de Internet.
Cooperatur es una organización sin ánimo de lucro que promueve la participación de españoles en pequeños proyectos en países pobres de Latinoamérica durante todo el año; proyectos cuidadosamente seleccionados para que se garantice una experiencia enriquecedora a ambas partes.
Proyecto con niños huérfanos en Guatemala
En Guatemala, país que limita con México, Belice, Honduras y El Salvador, en torno a la mitad de los 13 millones de guatemaltecos pasa hambre, según la agencia EFE. Aunque no es el país más pobre de Centroamérica, Unicef denuncia que cerca de la mitad de los niños sufre malnutrición, según publica The Economist.
Es un país en vías de desarrollo donde abundan proyectos de apoyo a niños cuyo futuro no es otro que cultivar frijoles y maíz en el campo. Aunque el Gobierno de Álvaro Colom asegura dar ayudas a los necesitados, algunos denuncian que sólo las reciben los proyectos cuyos promotores están afiliados al partido gubernamental.
Éste es el caso de un pequeño proyecto dirigido a un grupo heterogéneo de 25 niños huérfanos de una aldea cercana a la bella ciudad de Antigua, a una hora en coche de la capital de Guatemala (Ciudad de Guatemala).
Todos estos niños tienen un oficio, ya sea en las labores de casa o en el campo, y algunos no pueden ir a la escuela. Pero en su tiempo libre son felices jugando y riendo con los voluntarios.
En PRODESEHN (nombre de este proyecto) los voluntarios están con los niños unas 4 horas al día de lunes a viernes, teniendo el resto del tiempo libre para descubrir las maravillosas ruinas mayas o los increíbles paisajes de lagos y volcanes que sí ha respetado la falta de desarrollo en Guatemala.
Los voluntarios pueden ayudar hasta donde quieran, dando cariño a los niños o incluso aportando nuevas iniciativas al proyecto, que aunque busquen ser solidarias con los pequeños también los son para el viajero cooperante.
El turismo solidario es una opción poco convencional pero muy gratificante, una aventura que sólo pueden valorar en profundidad quienes han vivido la experiencia.