Los coleccionables, en crisis económica y de ideas
- Los kiosqueros dicen que se vende menos por la crisis y porque algunas son repetidas
- La facturación de las editoriales en estos establecimientos ya cayó un 11% en 2008
- El diseño de cada colección tiene detrás entre uno y dos años de trabajo
- La venta de los primeros números sólo cubre los gastos promocionales
- "Si nadie acabara las colecciones, no las fabricaríamos", dicen desde RBA
- La tendencia del hombre a coleccionar está documentada desde el Paleolítico
- Los consumidores alertan de la falta de transparencia sobre el coste de las colecciones
¿Tienes paciencia para montar el Titanic pieza por pieza? ¿O quizás prefieras aprender a bailar salsa por fascículos? ¿Eres un fanático de Star Wars y lo tuyo es buscar todos los detalles de la saga en una enciclopedia? ¿O eres de los que un año más darás una oportunidad al inglés por entregas?
Un septiembre más han llegado a los kioscos los coleccionables y con las ofertas de lanzamiento los voluminosos embalajes saltan a las aceras. Ocurre dos veces al año, ahora y en enero, aprovechando las épocas en las que las personas hacen nuevos propósitos para su vida.
El director de Marketing de RBA Coleccionables, Eduardo Acín, niega que la situación de crisis haya afectado al diseño de las colecciones de este año. "La actual coyuntura económica no ha modificado la composición del portafolio en este otoño. Hemos procurado desarrollar una oferta de producto que combine las novedades con otras producciones de temática clásica que mantienen el interés entre nuestro público año a año".
Sin embargo, Antonio, que lleva 22 años de kiosquero en el barrio de la Elipa, en Madrid, asegura que sí se nota la crisis. "Se vende un 50% menos, pero por dos causas, por la crisis pero también porque son colecciones muy repetitivas", explica a RTVE.es. "La de Cantinflas ya ha salido más años, éste no he vendido ni uno, la de las piedras, que la tiene todo el mundo o la de novela romántica".
Ana, que lleva también dos décadas de kiosquera en Madrid, también asegura que "se nota que se compra menos, incluso los primeros números aunque son los más baratos".
Las colecciones que mejor están funcionando, según los kiosqueros, son las dos vajillas que han salido para niños, la de Pocoyo y la de Hello Kitty, aunque Ana asegura que "ya ve que la segunda entrega ya no se compra tanto. La gente está con los libros y los uniformes de los niños".
Según los datos de la Federación de Gremios de Editores de España, la venta en kioscos ya cayó un 11% el pasado año, cuando la facturación fue de 242 millones de euros frente a los 272 de 2007. Sin embargo, en los últimos cinco años el crecimiento ha sido muy alto. En 2003 la facturación sólo fue del 136,17 millones.
Quién acaba las colecciones
Ana asegura que de sus 300 clientes habituales pueden acabar una colección completa tres. Antonio afirma que de todos los que empiezan una colección sólo la acaba el 5%.
Desde RBA aseguran que si nadie acabara las colecciones "no las fabricarían" y niegan lo que se suele decir de que con las ventas de las ofertas de lanzamiento ya salen ganando. "Si así fuera, no tendría mucho sentido desarrollar el resto de la colección", afirman.
Ocurre más bien al contrario, aseguran, las primeras entregas "soportan todos los costes promocionales de la colección, por lo que es la venta de las entregas sucesivas la que, si todo va bien, permite cuadrar las cuentas. Así que, al contrario de lo que en ocasiones se comenta, la rentabilidad de las colecciones depende de la fidelidad a la colección más que de la venta de la primera entrega".
Entre uno y dos años para cada colección
Las colecciones que están ahora en los kioskos tienen entre uno y dos años de trabajo detrás, según explican desde RBA. La del cuerpo humano tardó dos años en desarrollarse y la de Dibujo y Pintura de este otoño tiene algo más de un año detrás.
Pero, ¿cómo se decide la temática de las colecciones? ¿Realmente hay gente que coleccione coches de bomberos o placas de las policías de EE.UU. y América?
Desde RBA insisten en que hay tres factores "fundamentales" que influyen en el éxito de una colección: el seguimiento de la actualidad, "estar al corriente de lo que se mueve, de cuáles son las tendencias en términos de aficciones, consumo, ocio...", el análisis histórico del mercado (lo que ha funcionado bien o mal en el pasado) y el oficio, es decir, el "olfato" del buen editor. Los hombres del Paleolítico también coleccionaban
¿Pero qué es lo que lleva a una persona a coleccionar de todo? "Hay una tendencia cerebral adaptativa que a lo largo de millones de años ha sido seleccionada, es la tendencia a ordenar el mundo a darle sentido al ordenarlo en categorías", explica a RTVE.es el psicoterapeuta Luis Muiño.
El afán de coleccionar, de acumular cosas, aparece desde el principio. "Es lo que hacen los niños pequeños cuando se llevan piedras y palos a casa", explica Muiño. Hasta los hombres del Paleolítico también coleccionaban. "En muchos yacimientos se han encontrado herramientas en un orden que va más allá del orden práctico".
Y es que "ordenar cosas genera placer, libera endorfinas", comenta Muiño.
Los consumidores alertan de la falta de transparencia
Pero el del coleccionar puede ser un placer caro. La semana pasada, la Confederación de Consumidores y Usurios (CECU) alertaba de que hay falta de información y transparencia en muchos coleccionables sobre su coste. Además no suele indicarse con claridad ni la cantidad de fascículos que tiene la colección ni su coste al margen del lanzamiento.
La colección del Titanic, de Salvat, tiene "un mínimo de 100 entregas" con un coste de 6,99 euros por fascículo. En total, alrededor de 700 euros de maqueta. La vajilla de Pocoyo, Planeta de Agostini, tiene 16 entregas a 7,99 euros. En total, 130 euros. Sin embargo, la de Hello Kitty de Salvat es mucho más cara. Tiene un mínimo de 50 entregas a 6,99 euros cada uno: 350 euros.
Así que antes de comprar, es conveniente sacar la calculadora.