Muere a los 99 años una abuela israelí que deja una prole de 1.400 descendientes
- Se casó a los 18 años con su primo y tuvo 11 hijos
- Sus hijos tuvieron cerca de 150 nietos, que a su vez le dieron bisnietos y tataranietos
- Quienes la conocían dice que su casa siempre estuvo abierta a los pobres
El versículo del Génesis de la Biblia que reza "creced y multiplicaos, y llenad la tierra" cobra un significado literal en Jerusalén, donde una mujer fallecida a los 99 dejó una prole de 1.400 descendientes, entre hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.
Se trata de Rachel Krishavsky, una abuela perteneciente a la corriente ultra-ortodoxa del judaísmo, que murió el pasado fin de semana en Jerusalén, y que durante su dilatada vida parece haber cumplido al pie de la letra con el precepto bíblico, según informa el diario "Yediot Aharonot".
Esta "superabuela" judía se casó a los 18 años con un primo suyo, Itzhak, ya fallecido, y como manda la tradición ultra-ortodoxa, ambos cumplieron con su cometido trayendo al mundo un total de 11 hijos: siete varones y cuatro mujeres.
Los hijos, una "bendición"
Krishavsky educó a sus descendientes en línea con la idiosincrasia judía en la que los niños son considerados una "bendición", ideal que sus hijos adoptaron al pie de la letra porque le dieron 150 nietos.
Los nietos siguieron la tradición familiar de ahondar en la procreación y le trajeron al mundo no menos de un millar de bisnietos, que tampoco defraudaron a la abuela Krishavsky y que a día de hoy suman en total cientos de bisnietos y tataranietos.
La matriarca del clan falleció el sábado pasado "en medio de un mar de descendientes a su alrededor", describe el rotativo israelí, una descendencia difícil de estimar, según los propios familiares.
"Nuestra valoración es que somos unos 1.400 porque cada uno en su generación ha sido bendecido con muchos niños", manifestó al diario uno de los nietos de Krishavsky.
"Su puerta siempre estuvo abierta a los pobres"
Pese a que esta prolífica mujer ha llevado una vida larga y dichosa, su familia lamenta su pérdida y la recuerda en su lugar de residencia junto al popular mercado de Majané Yehuda de Jerusalén.
"Mi abuela fue toda su vida una mujer devota de Dios y su puerta siempre estuvo abierta a todos los sin-techo y pobres que buscaban comida en el mercado", declaró uno de sus cientos de nietos.
"Conocía a todos sus descendientes y se sabía de memoria el libro de Salmos. Hasta hace dos años participaba en todos los eventos familiares, fueran tristes o alegres", agregó.
"Estamos tristes por su muerte, pero también felices y orgullosos por lo que ha conseguido en su vida y porque era una santa", apostilló.
Los numerosos miembros de la familia pertenecen a las distintas corrientes dentro de la ultra-ortodoxia judía.