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La semana grande de Obama en Naciones Unidas

  • Obama preside por primera vez el Consejo de Seguridad de la ONU
  • Abogará por el desarme nuclear y la prohibición total de pruebas nucleares
  • Se entrevistará con el presidente ruso, Medvédev, y el presidente chino, Hu Jintao
  • Quiere su apoyo para acabar con el programa nuclear iraní
  • Se reunirá con el premier israelí y el presidente palestino para relanzar el proceso de paz
  • La reforma sanitaria entorpece el avance para la cumbre de Copenhague

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Barack Obama será el primer Presidente de Estados Unidos en sentarse al frente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Una reunión de por sí extraordinaria. Sus 15 países miembros estarán representados por sus respectivos jefes de Estado o de Gobierno. Sólo hay cuatro precedentes de semejante nivel desde que fue establecido en 1946.

El objetivo es bien ambicioso: desarme nuclear total y prohibición efectiva del tráfico ilegal de material fisible. Y es sólo el clímax de una agenda diplomática más que cargada. A lo largo de tres días, Obama se entrevistará con el presidente ruso, Dimitri Medvédev, y el chino, Hu Jintao, y expondrá su política exterior ante la Asamblea General de la ONU, el primer discurso en este escenario. 

Tratará también de relanzar las malogradas negociaciones de paz entre israelíes y palestinos. Aumentará la presión para acabar con el programa nuclear iraní. Discutirá con los aliados la nueva estrategia en Afganistán y lidiará con la espinosa cuestión del cambio climático. El broche económico será la cumbre del G-20 en Pittsburgh, a donde los líderes llegarán el jueves por la tarde para negociar en serio el viernes.

Y todo eso con la popularidad a la baja en casaLa crisis económica y la gestión de la reforma sanitaria le han pasado factura dentro. Tampoco es ya igual su imagen exterior, aunque sigue siendo alta no es la euforia de los primeros meses. El cambio con respecto a George Bush ha sido notable. Obama prefiere consultar mucho más a sus aliados y apuesta por la diplomacia, aunque sea de hierro. Pero el mundo empieza a reclamar hechos concretos.

Desarme nuclear

Estados Unidos pergeña una propuesta para que todos los países se deshagan de sus armas nucleares. Todos: los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, EE.UU, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia; los que no han firmado el Tratado de No Proliferación -TNP-, India y Pakistán; e Israel, que ni confirma ni desmiente que las tenga. Y con aviso a navegantes para los que aspiran a fabricarlas: Corea del Norte y, supuestamente, Irán.

Un mundo libre de armas nucleares es un compromiso público de Obama, aunque materializarlo llevará tiempo como mínimo. En la cumbre de Naciones Unidas, Washington aspira a reforzar el TNP de 1970. Pero algunos miembros del Consejo de Seguridad también quieren prohibir la producción de material fisible para armas atómicas, endurecer las inspecciones de la AIEA, proscribir el tráfico de tecnología y sobre todo, ratificar el tratado que prohibe todas las pruebas nucleares, el CTBT, algo que rechazó la administración Bush.

Más modesta es la renovación del tratado de reducción de armas estratégicas, START, entre Rusia y Estados Unidos, que vence el próximo mes de diciembre. La decisión de Obama de desmantelar el escudo antimisiles en Centroeuropa ha dado un impulso clave a las negociaciones. 

Se estrecha el cerco contra Irán

Acabar con el programa nuclear iraní es una de las prioridades de Obama. Se espera que haga equilibrios sobre la cuestión en Naciones Unidas. Tratará de recabar el apoyo internacional pero evitará un lenguaje belicoso que atrinchere al régimen teocrático. Irán insiste en que su programa es pacifico, destinado a suministrar energía. "No necesitamos armas nucleares", ha dicho Ahmadineyad. Pero también ha vuelto a negar el holocausto

La realidad es que Rusia y China no están dispuestas -al menos de momento- a endurecer las sanciones contra Teherán. La inesperada marcha atrás en el escudo antimisiles en Chequia y Polonia ha allanado el camino para granjearse la colaboración de Moscú, el principal suministrador de armas a Irán. Pero el Kremlin apuesta por la presión diplomática y pide que se estudie detenidamente la última oferta iraní.

Una opción que Obama no ha descartado todavía. Espera que de sus frutos antes de pasar a mayores. Y más con la rebelión interna que amenaza al régimen iraní desde el fraude en las pasadas elecciones. En cualquier caso, si EE.UU consigue un cierto apoyo de las otras superpotencias, el escenario cambia considerablemente de cara al próximo uno de octubre, cuando está previsto que comiencen las conversaciones con Irán. 

La nueva estrategia en Afganistán

Obama tratará de recabar apoyo de sus aliados en la OTAN para la guerra de Afganistán, justo en un momento en que varios países, como Alemania o Italia, barajan retirarse y en que cerca del 60% de los norteamericanos se oponen a la guerra.

De hecho, la propia administración estadounidense mantiene un animado debate interno sobre la cuestión. Obama respaldó el pasado mes de marzo enviar más soldados a Afganistán: ya suman 68.000 a los que hay que añadir otros 40.000 de los aliados. Este refuerzo estaba condicionado a desarrollar la economía, fortalecer el gobierno, asentar la democracia y ayudar a la población civil. Sin embargo, el fraude clamoroso en las elecciones del 20 de agosto, la corrupción rampante, los errores de inteligencia y la ofensiva talibán han cuestionado esta estrategia.

El comandante supremo de las tropas de la OTAN en Afganistán, el general Stanley McChrystal, ha pedido como se esperaba más soldados para "evitar el fracaso". Pero Obama no ha tomado todavía una decisión. Para invertir más recursos exige primero "una estrategia que funcione".

La paz que no llega en Oriente Próximo

Obama se entrevistará este mismo martes con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y con el presidente palestino, Mahmoud Abbas. A dos y tres bandas. Sin embargo, no se esperan avances significativos.

El enviado especial de Obama a la región, George Mitchell, ha vuelto con las manos vacías después de su última ronda. Netanyahu se niega a aceptar la mayor, la congelación de los asentamientos que le exige la comunidad internacional. Lejos de ello, sigue la construcción de los ya planeados. Pero además, rechaza negociar la cuestión de los refugiados o el status de Jerusalén como capital del Estado hebreo. Y del otro lado, los árabes cuestionan también puntos ya cerrados, como el trazado de las fronteras.

Así las cosas, el encuentro puede servir para poco más que la foto de rigor. Aunque Obama siga apostando por la paz en Oriente Próximo pero es improbable que esté dispuesto a torcerle el brazo -vía sanciones- a su mayor aliado en la zona. Y menos a abrir un nuevo frente interno en su revuelta política interior. Lo último que le falta es que el poderoso lobby judío se le ponga en contra.

El vaporoso cambio climático

Este martes, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, preside la cumbre para impulsar la lucha contra el cambio climáticoEl objetivo es llegar a Copenhague en diciembre con los deberes hechos y acordar un nuevo tratado que sustituya al Protocolo de Kyoto, que expira en 2012.

Lo cierto es que el progreso está empantanado en tres frentes: la ayuda de los ricos a los pobres, China y Estados Unidos. Pekín tradicionalmente se ha opuesto a que se le aplique el mismo rasero que a los países más ricos. Argumenta que ellos pudieron desarrollarse sin los límites que impone el Protocolo. No obstante, el responsable de Naciones Unidas sobre el cambio climático, Yvo de Boer, espera que Hu Jintao anuncie medidas significativas en la reunión. Si es así, podría ser la llave para desbloquear las negociaciones.

En EE.UU, la batalla política para sacar adelante la reforma sanitaria en el Congreso tiene una víctima colateral. Mientras que el foco de atención esté en ese punto, es difícil que el legislativo de EE.UU. apruebe el proyecto de ley para limitar la emisión de gases de efecto invernadero. Y si no sale adelante a tiempo, Copenhague acabaría pagando los platos rotos