José Sócrates, la apuesta socialista por un Portugal abierto, moderno y europeo
- Es primer ministro con una histórica mayoría absoluta desde los comicios de 2005
- Se enfrenta al desgaste de una legislatura dominada por la crisis financiera mundial
- Despenalizó el aborto en 2007 y modernizó la ley del divorcio, dos medidas polémicas
- Algunas de sus leyes progresistas han dado lugar a multitudinarias manifestaciones
- Su imagen moderna y su capacidad para atraer votos contrastan con la dureza de Ferreira
José Sócrates Carvalho Pinto de Sousa, considerado un socialista poco ortodoxo, apuesta por seguir cuatro años más en el poder con el respaldo del Portugal abierto, moderno y europeo, al que más le gusta apelar en sus discursos.
A sus 52 años, el político luso, al que sus rivales reconocen una notable ductilidad capaz de atraer votos desde el marxismo a la derecha empresarial, tiene dos retos ante en las elecciones del domingo: la enconada oposición de los demás partidos lusos y su histórica mayoría absoluta de 2005 que difícilmente podrá emular.
A diferencia del Sócrates, de imagen fresca y juvenil, que obtuvo en 2005 una de las grandes victorias del Partido Socialista (PS) en las tres décadas de democracia portuguesa, el primer ministro afronta ahora el reto de las urnas marcado por el fuerte desgaste de una legislatura dominada por la crisis financiera mundial.
Leyes progresistas y multitudinarias manifestaciones
Sócrates, que se proyectó en la política como diputado -desde 1987- y luego como secretario de Estado y ministro de Ambiente -entre 1997 y 2002-, fue un delfín de Manuel Guterres mientras éste ejerció de primer ministro.
El entendimiento desde su llegada al poder con el conservador Aníbal Cavaco Silva, la otra gran figura histórica de la democracia lusa, ha sido una de las características de la era Sócrates, a quien sus críticos reprochaban la luna de miel que parecía vivir con el que fuera líder de la oposición Social Demócrata.
El primer ministro se empeñó, con evidente satisfacción de Cavaco y desencanto de algunos de sus partidarios, en reducir el déficit fiscal, adelgazar la gruesa burocracia portuguesa y atraer empresas y negocios a Portugal.
Sócrates logró también poner a su país en los exigentes parámetros económicos de la zona euro, pero se granjeó una férrea oposición de los sindicatos y la izquierda que le llenaron las calles con algunas de las manifestaciones más multitudinarias desde la dictadura salazarista.
En el plano social Sócrates se esforzó por introducir leyes progresistas en asuntos polémicos en los que Portugal aún tenía algunas de las normativas más veteranas de Europa, como el aborto, despenalizado en 2007, o el divorcio, aunque no quiso respaldar el matrimonio homosexual.
Una legislatura desgastada por la crisis
Además del desgaste político de sus cuatro años de Gobierno con el resto del arco parlamentario en la oposición, Sócrates se enfrenta a las consecuencias de la crisis económica mundial que ha golpeado con fuerza a su país y deslucido sus éxitos en política económica.
Con todo, tras la peor recesión desde la Revolución de 1974, Portugal ha logrado ya un crecimiento económico positivo en el segundo trimestre de este año y Sócrates puede presumir de estar en la vanguardia europea de la recuperación financiera.
En el plano personal, el primer ministro, divorciado y padre de dos hijos, llega a la prueba de las urnas arañado también por acusaciones periodísticas, siempre desmentidas, en relación a un escándalo inmobiliario y a presiones contra periodistas, algunas en relación con supuestas irregularidades para obtener su título de ingeniero.