Cerrado por G-20
- El centro de Pittsburgh cerrado a cal y canto por la cumbre del G-20
- Las medidas de seguridad son excepcionales: 65 agencias para garantizarla
- Hay más policías que manifestantes y se atajan los incidentes de inmediato
- Los habitantes están molestos por la repercusión en sus negocios
- Los colegios y comercios de la ciudad están de vacaciones
El centro de la ciudad de Pittsburgh está cerrado a cal y canto por la cumbre del G-20. El jueves y el viernes, no se permite el tráfico rodado, salvo el transporte público. Los pocos peatones que deambulan curiosos por las calles, no pueden acceder al círculo interior, el que rodea el David L. Lawrence Convention Center, donde se reunirán los líderes a partir del viernes.
Los accesos están cerrados con bloques de hormigón y un despliegue de policía sin precedentes. Además de los cuatro mil efectivos locales, Estados Unidos ha reforzado la seguridad con policía militar y guardacostas. Los famosos vehículos del Ejército, los Humvees, bloquean las salidas de las autopistas que convergen en el "downtown". Los helicópteros sobrevuelan la ciudad y las patrulleras del servicio de Guardacostas surcan los tres ríos que rodean el centro.
Más policías que manifestantes y periodistas juntos
En conjunto, 65 agencias se ocupan de garantizar la tranquilidad de los líderes mundiales en su cita económica. No facilitan datos sobre el número de efectivos desplegados, pero en cualquier caso sobrepasan con creces los 3.000 manifestantes que se esperan.
De hecho, las protestas contra la globalización, el capitalismo, el cambio climático, la pobreza, el hambre o las supuestas subidas de impuestos de la administración Obama se limitan a incidentes aislados. Y la policía los ataja sin contemplaciones. Nada que ver hasta el momento con lo que sucedió en Londres.
Suma y sigue. Los 4.000 periodistas que cubrirán la cumbre tienen que pasar un escrutinio previo a dos kilómetros, en el Mellon Arena. De allí, son trasladados al centro de prensa en autobuses. Pittsburgh hace honor a sus orígenes: la ciudad del acero. Encapsulada en una jaula sin contemplaciones.
Colegios, oficinas y comercios de vacaciones
La elección de Pittsburgh como sede del G-20 es una magnífica publicidad para una ciudad que ha sabido reconvertirse. De ser el corazón de la industria siderúrgica y un ejemplo de contaminación, ha pasado a liderar la biotecnología, la nanoteconología, la robótica, los servicios financieros y el respeto medioambiental.
En general, los 313.000 habitantes están orgullosos y satisfechos de ser el centro del mundo durante dos días. Pero incluso los incondicionales del presidente Obama lamentan las molestias. Jessie Parker se nos queja de la repercusión en los pequeños negocios del centro. Se han visto obligados a cerrar. Sólo hay un puñado de restaurantes abiertos.
Los colegios de Pittsburgh también han dado vacaciones a sus alumnos. Las oficinas bancarias del downtown, aunque cerradas, están protegidas por más bloques de hormigón y brigadas de policía, en previsión de ataques más bien improbables. El equipo de fútbol americano de la ciudad, los Steelers, se ha salvado por los pelos. Juega el sábado contra los Bengals de Cincinnati. Para entonces, la ciudad volverá a estar abierta.