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El G20 quiere mantener sus planes de estímulo y consolidarse como grupo de decisión

  • El G20 inicia en Pittsburgh (EE.UU.) su tercera cumbre de jefes de Estado
  • Buscan avanzar en una nueva regulación financiera mundial
  • Obama habla en español a Zapatero: "José Luis, ¿qué pasó?"

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Obama: "José Luis, ¿qué pasó?"

El G20 ha iniciado en Pittsburgh (EE.UU.) su tercera cumbre de jefes de Estado, determinado a avanzar en una nueva regulación financiera mundial, no retirar de momento los planes de estímulo y consolidarse como un grupo de decisión internacional.

De hecho, una de las prioridades de la reunión es reforzar la propia existencia del G20, un grupo que comprende a países industrializados y emergentes y que, hasta que saltó la debacle financiera hace un año, no había tenido ningún protagonismo.

El diario The Wall Street Journal informa en su página web que el G20 va a anunciar este viernes su constitución como un órgano permanente de coordinación económica internacional, en detrimento del G8, el grupo que tradicionalmente había abordado estas tareas.

La Casa Blanca no ha querido confirmar este extremo, pero ha convocado de improviso una rueda de prensa a primera hora de la mañana (12.30 GMT, 14:30 horas en la España peninsular) del presidente Barack Obama.

La cumbre de este jueves, la tercera tras las reuniones de Washington en noviembre pasado y el de Londres en abril, se inició con una cena de trabajo en la que participaron los mandatarios y los ministros de Economía, y de la que no trascendieron muchos detalles.

La jornada fuerte se producirá el viernes, cuando los 19 países y la Unión Europea pondrán sobre el papel las medidas que han sido capaces de consensuar para atenuar los efectos de la crisis y, sobre todo, poner los parches necesarios para evitar que se geste otra nueva debacle financiera como la que se ha vivido en el último año.

Según el borrador que tienen sobre la mesa los mandatarios, y al que tuvo acceso Efe, el G20 quiere alcanzar antes de final de año un acuerdo sobre nuevas normas mundiales sobre las bonificaciones de los banqueros, así como un aumento de las reservas de las entidades financieras.

El documento no aboga, sin embargo, por imponer límites estrictos al volumen de las bonificaciones, como había insistido en particular el presidente francés, Nicolas Sarkozy, pero sí recomienda que sus retribuciones estén vinculadas a objetivos de gestión a largo plazo.

El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, ha asegurado que su país y Europa "están en el mismo sitio" en lo que respecta a las remuneraciones de los directivos del sector financiero, pues ambas partes defienden la imposición de "estándares muy fuertes".

Como hicieran los ministros de Economía del G-20 en una reunión preparatoria de la cumbre de Pittsburgh, los jefes de Estado también están de acuerdo en la necesidad de que, a corto plazo, hay que "continuar respaldando la actividad económica hasta que la recuperación se afiance claramente".

Eso supone que no se marcará una fecha para la retirada de los planes de estímulo, una posibilidad que, según los expertos, podría causar una debacle en los mercados, que viven una nueva bonanza gracias a la inyección de recursos públicos en las economías domésticas.

Aun así, el G20 cree conveniente que los miembros establezcan, en cooperación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), "un proceso transparente y creíble para retirar el apoyo fiscal y monetario extraordinario, y el respaldo al sistema financiero". El Grupo solicita en el borrador que se sienten las bases para un crecimiento mundial "más equilibrado".

El documento también contiene una sección sobre cambio climático y energía, en la que el Grupo se compromete a aumentar la transparencia del mercado de petróleo y de gas natural, así como mejorar la supervisión de los contratos de futuros.

Horas antes del inicio de la cumbre, se produjeron los primeros enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad del G20. Unos 500 activistas, según la prensa local, iniciaron una marcha antiglobalización en el barrio de Lawrenceville, uno de los mayores de esta ciudad de Pensilvania, pero solo pudieron recorrer unas calles antes de la que la policía les ordenara dispersarse.

Algunos de los jóvenes que encabezaban la protesta, y que tenían el rostro cubierto con pasamontañas oscuros, desafiaron las órdenes de las fuerzas de seguridad que, eventualmente, disparó botes de gases contra ellos.