El G20 se compromete a coordinar un crecimiento más equilibrado para el siglo XXI
- Se institucionaliza el G-20 como sucesor del G-8 en la coordinación económica
- Los emergentes ganan al menos un 5% de cuotas en el FMI
- Los países se comprometen a fomentar un "crecimiento vigoroso y sostenido"
- Se limitan las primas pero se deja cómo hacerlo al criterio de cada país
El G20 ha concluido en Pittsburgh su tercera cumbre de jefes de Estado y de Gobierno con el firme compromiso de impulsar reformas que permitan "poner las bases para un crecimiento vigoroso, sostenido y equilibrado para el siglo XXI", según la declaración final adoptada por los mandatarios.
Para desarrollar esta tarea, el G20 se constituirá en el "principal foro de cooperación económica a nivel internacional", una iniciativa que va en detrimento del Grupo de los Ocho (EE.UU., Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá, Italia y Rusia), que ha estado desarrollando este papel en los últimos 30 años.
Los miembros del G-20, ampliado con España y Holanda, examinarán las políticas de sus vecinos. El cambio es especialmente importante para Estados Unidos y China, cuyas economías pasan a ser "supervisadas" por sus hermanos menores. El FMI prestará ayuda técnica. La gran pega de esta reforma es que carece de mecanismos sancionadores para imponer cambios.
Este cambio supone el reconocimiento de la globalización de la economía y de la aparición de nuevos actores en el siglo XXI. En este mismo sentido, los países emergentes ganan poder en las instituciones internacionales, que se concretará en "al menos un 5%" más de representación en el FMI.
Prueba de fuego del siglo XXI
La prueba de fuego será el reequilibrio económico que impulsa Obama. Para evitar los pantanos que abonaron la crisis, quiere que Asia estimule su consumo interno, que Europa incentive la inversión empresarial con reformas estructurales y que Estados Unidos viva según sus posibilidades, y no a base de hipotecas o tarjeta de crédito.
También se avanza en un compromiso a la carta sobre los puntos más concretos e inmediatos para evitar que se repita la crisis financiera. Europa y Estados Unidos mantienen sus diferencias sobre cómo y cuándo limitar los sobresueldos de los ejecutivos financieros.
Es probable que acuerden dar carta blanca a cada miembro sobre esta cuestión, aunque los principios sea comunes: atajar las primas que incentiven riesgos excesivos para el sistema financiero y vincularlas al rendimiento a largo plazo. Europa las limitaría de antemano y EE.UU. lo haría a posteriori, revisando las políticas salariales de las entidades.
Más espinosa aún es la cuestión de los requisitos de capital. Hay acuerdo en que es preciso reforzar las reservas de los bancos en épocas de bonanza para que puedan capear los temporales. Pero los detalles concretos se aplazan para finales del año 2012.
Se endurece el tono contra los paraísos fiscales
El G-20 está dispuestos a pasar de las palabras a los hechos. Si en Londres se acordó publicar la lista de los paraísos fiscales para abochornarles y dificultar sus operaciones, está vez se dará otra vuelta de tuerca a partir de marzo del 2010.
El nuevo paso consiste en elaborar un sistema de revisión y contramedidas, como rechazar las deducciones fiscales que tenga su origen en esos paraísos. El objetivo es asegurarse de que los refugios fiscales están tomando medidas efectivas para garantizar la transparencia y atajar el blanqueo de dinero o la financiación del terrorismo.