Enlaces accesibilidad

Irlanda se inclina por el mal menor ante el abismo del aislamiento

  • Los sondeos dan una holgada mayoría al Sí en la consulta de este viernes
  • Tres millones de irlandeses decidirán el futuro de 500 millones de europeos
  • Los resultados no se conocerán hasta el sábado
  • Un eventual Sí pondría los focos de atención en la República Checa y Reino Unido

Por
Dos funcionarios británicos toman un descanso en su viaje para llevar la urna que recogerá los votos sobre el Tratado de Lisboa en la isla e Inishfree.
Dos funcionarios británicos toman un descanso en su viaje para llevar la urna que recogerá los votos sobre el Tratado de Lisboa en la isla e Inishfree.

De Irlanda a Islandia hay una sola letra. Con esta expresión en la mente, los irlandeses acuden este viernes a la urnas conscientes de que tienen el raro privilegio de decidir sobre el futuro de las instituciones de 500 millones de personas, pero también de que fuera del paraguas de la UE desastres como el sufrido por su sistema financiero hubiese hundido su economía.

Ahora ni siquiera existe esa dualidad: Islandia es la que quiere ser europea para salvarse, mientras Irlanda respira tranquila con los primeros signos de recuperación económica .

"La gente piensa ahora que es mejor estar dentro que fuera. Ahora se apuesta por un mal menor", asegura José Ignacio Torreblanca, investigador del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales en Madrid.

La teoría del mal menor

Mal menor para los irlandeses porque un segundo no supondría colocar a Irlanda en el vagón de cola de una UE en plena crisis institucional y en la que la idea de las dos velocidades se abriría paso de manera inexorable.

Mal menor para Bruselas, porque su proceso de reforma institucional tras el fracaso de los referéndum sobre la Constitución Europea en Holanda y Francia hace dos años con el remozado Tratado de Lisboa habría quedado en agua de borrajas.

Y, sobre todo, es un bien mayor para el primer ministro irlandés, Brian Cowen, que se vería abocado a dimitir del cargo si fuese rechazado el tratado pese a las salvaguardias que logró introducir para 'maquillar' Lisboa ante sus ciudadanos.

De hecho, Cowen ya ha anunciado que no se celebrará una tercera consulta, por lo que ha instado a los tres millones de irlandeses llamados a votar a que acudan a las urnas de forma masiva.

Las encuestas le sonríen y frente al empate técnico que apuntaban la semana previa a la anterior consulta -en la que el No venció con un 53% de los votos- ahora el sí cuenta con una cómoda ventaja de un mínimo de quince puntos y un máximo de cincuenta (entre un 48 y 68% para el Sí y un 17 y 33% para el No).

Además, tiene el respaldo de todos los grupos políticos, excepto el Sinn Fein, que encabeza una coalición extraña de izquierdistas, pacifistas, neoliberales y ultracatólicos.

La importancia de las salvaguardias

Contra ellos, Cowen y los partidarios del Sí esgrimen las salvaguardias logradas para Irlanda, de forma que el Tratado de Lisboa no intervenga en asuntos como el aborto o la política de seguridad y defensa. Eso sí, los efectos de estas salvaguardias están por determinar.

"Estas salvaguardias son claúsulas interpretativas sobre lo que ya hay, no tienen mucho valor en sí, sólo mostrar de otra manera lo que ya se estaba ofreciendo antes", precisa Torreblanca.

Sin embargo, estas salvaguardias sí tienen un valor que puede ser más importante de lo que se cree: son la excusa dada por un grupo de senadores checos para elevar un nuevo recurso ante el Constitucional de su país para que paralice el proceso de ratificación.

En estos momentos, de la decisión irlandesa depende que dos presidentes declaradamente euroescépticos -el polaco Kaczinski y el checo Klaus- pongan su firma a los decretos de aprobación del tratado refrendados por sus parlamentos nacionales. Con su rúbrica, Lisboa entraría en vigor.

En el primer caso, la firma del presidente polaco llegaría unos días después del Sí irlandés, pero Klaus quiere jugar más fuerte. La iniciativa de los senadores checos puede darle una nueva excusa para no firmar, dilatando el proceso durante meses...hasta que eventualmente los conservadores británicos llegasen al poder en junio de 2010.

Por ahora, el Constitucional checo ha anunciado que tardará un mes en estudiar el recurso.

El factor británico

La noticia de que el líder tory, David Cameron, ha podido llegar a un acuerdo con Klaus para dilatar la aprobación del Tratado de Lisboa y así convocar un referéndum en Reino Unido nada más llegar al poder ha conmocionado a su país y, sobre todo, a Bruselas.

"Hasta ahora habíamos pensado que Cameron usaba el discurso antieuropeo pero que cuando llegase el poder ésa no sería la agenda, pero un análisis de la gente de su equipo, donde hay prominentes euroescépticos, puede hacer pensar lo contrario", precisa Torreblanca.

Esta información refleja también hasta qué punto el Sí irlandés tampoco descartaría una Europa de dos velocidades dado el crecimiento del euroescepticismo en Reino Unido y la aproximación de posturas entre Merkel y Sarkozy.

Según publica el Times este jueves citando a fuentes diplomáticas francesas, tras las elecciones alemanas, Merkel y Sarkozy se plantean firmar un nuevo tratado de amistad  que acelere el acuerdo en temas empantanados por los euroescépticos como defensa, inmigración y la política industrial.

Más aún, y agitando el fantasma de la amenaza de Cameron de una nueva consulta, el hasta ahora favorito para presidir la UE, el británico Tony Blair, podría quedar descartado por ambos países al considerarlo "un hombre del pasado y que Reino Unido ya no supone ningún modelo".

Así las cosas, cuando el próximo sábado se den a conocer los resultados del referéndum irlandés, en el Castillo de Dublín, las dudas sobre las preguntas sobre el futuro de la UE y el Tratado de Lisboa estarán aún lejos de ser contestadas.