Más de mil millones de personas pasan hambre en todo el mundo según la FAO
- Casi una de cada siete personas en el mundo pasa hambre
- La cifra de 1.020 millones de hambrientos es la peor desde 1970
- La FAO pide los mismos recursos contra el hambre que contra la crisis
El número de personas que pasan hambre en el mundo se incrementará un 9% en 2009, llegando a los 1.020 millones, el peor dato desde 1970, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El estudio, El estado de la seguridad alimentaria, 2009, elaborado por la FAO junto al Programa Mundial de los Alimentos (PMA), subraya además que existe una necesidad "urgente" de reformar del sistema alimentario mundial.
El documento apunta que se ha experimentado un incremento sostenido de las personas que sufren hambre en la última década, casi una de cada siete, y que éstas, en su mayoría, viven en los países en desarrollo.
En la década de los años 80 y a principios de la de los 90 se alcanzaron procesos para reducir el hambre crónica debido, en gran parte, al aumento de las inversiones en agricultura tras la crisis mundial de los años 70.
No obstante, esta tendencia se invirtió y "el número de hambrientos se disparó" entre 1995 y 1997, así como entre 2004 y 2006, en coincidencia con un descenso sustancial de la ayuda al desarrollo dedicada a la agricultura.
Voluntad política contra el hambre
El Director General de la FAO, Jacques Diouf, subraya que "los líderes mundiales reaccionaron con contundencia a la crisis económica y financiera y lograron movilizar miles de millones de dólares en un plazo de tiempo muy corto" y les insta a repetir la "misma acción enérgica para combatir el hambre y la pobreza".
"El aumento del número de víctimas es intolerable -añade- Tenemos los medios técnicos y económicos para hacer desaparecer el hambre, lo que falta es una mayor voluntad política para erradicarla para siempre".
Según la FAO, existen tres factores fundamentales que han coincidido para hacer que la actual crisis sea "especialmente devastadora" para las familias pobres en los países en desarrollo.
El primero, es el hecho de que se trata de una crisis que afecta a gran parte del mundo de manera simultánea, por lo que se reduce la posibilidad de recurrir a mecanismos tradicionales de defensa como la devaluación de la moneda o la solicitud de créditos.
En segundo lugar, la crisis económica estuvo precedida por una crisis alimentaria que ya había debilitado las estrategias de supervivencia de los pobres.
Por último, la mayor integración de los países en desarrollo en la economía mundial, les hace más vulnerables a las fluctuaciones de los mercados internacionales.