Enlaces accesibilidad

Qué difícil es sustituir al Rais

  • El corresponsal de TVE en Oriente Medio cuenta su experiencia con Arafat
  • Cinco años después de su muerte, parece no tener un sustituto
  • El sobrino de Arafat acusa a Israel de estar detrás de la muerte del Rais
  • El nutricionista de Arafat también cree que no se ha querido investigar su muerte

Por
Quinto aniversario de la muerte de Arafat

Conocí a Arafat en la Mukata, su cuartel general y sede de la Presidencia Palestina. Le temblaba el labio inferior, enmarcado por una despoblada barba blanca con algunos pelos negros. Estaba viejo pero, enfundado en su uniforme verde oliva, aún desprendía autoridad.

La entrada de la Mukata estaba rodeada de sacos terreros para protegerse de las balas israelíes porque el ejército hebreo mantenía un férreo asedio desde hacía algunos meses. En aquella ocasión, estaba acompañado del que entonces era el alto representante de la política exterior de la Unión Europea, Miguel Ángel Moratinos.

Aquel día, Moratinos nos echó una mano para que Arafat nos atendiera. El Rais paseaba entre una guardia de honor muy castigada por el asedio israelí. Sus uniformes estaban desvencijados y sus botas eran de diferentes colores, algunas sin cordones.

"No me harán salir de aquí ", nos dijo el Rais antes de comenzar la entrevista. "Yo no puedo rendirme. Resistí en Jordania y en Líbano y resistiré ahora. Soy demasiado viejo para rendirme".

Estábamos en plena segunda Intifada y el gobierno hebreo lo consideraba un terrorista y un compañero poco fiable para las negociaciones de paz. Estados Unidos e Israel estaban a punto de crear un nuevo cargo para minar la autoridad presidencial: el de primer ministro de la Autoridad Palestina.

"No saldré de aquí ", aseguró. " Cuando yo falte, la causa palestina seguirá activa. ¡Tendrán que matarme!".

En aquel momento, sus palabras no me impresionaron especialmente. Hoy, sí. Arafat estaba viejo, pero no derrotado. El temblor de su labio inferior hacía difícil entender su inglés y a veces, cuando se exaltaba, salpicaba saliva al hablar.

"Soy el Presidente de todos los palestinos hasta que ellos digan lo contrario y actuaré como tal" me dijo, en un tono educado pero autoritario, cuando le pregunté por las diferencias con la organización integrista Hamás, el tema de mi tesis doctoral.

Los palestinos, más divididos que nunca

Hoy, casi cinco años después, leo una entrevista a su sobrino, Nasser Al Qidwa, diputado palestino, en la que, una vez más, defiende que su tío fue asesinado por Israel porque era el único capaz de mantener la causa palestina unida y fuerte.

"Fue envenenado por los israelíes y tengo pruebas", me dijo Nasser en Belén durante el último congreso de al-Fatah, el partido de Arafat". "Querían dividir a los palestinos".

Nunca he visto las pruebas irrefutables que dice tener al Qidwa pero lo cierto es que, cinco años después de la muerte de Arafat, los palestinos están divididos.

Gaza está en manos de Hamás que, en 2007, arrebató a tiros el control de la franja a al-Fatah.

El presidente palestino, Mahmud Abás, que para muchos tan sólo es una marioneta estadounidense, asegura que no se va a presentar a las próximas elecciones presidenciales porque no consigue progresos en las negociaciones de paz. Dice que ni el presidente Obama, ni el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hacen caso de sus demandas.

Algunos mantienen que Abbas se marcha porque no quiere pasar a la historia como el líder que no hizo nada por su pueblo. Quizás, ahora, el presidente se haya dado cuenta de lo difícil que es sustituir al Rais.