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"Ben-Hur", imbatida, cumple medio siglo desde su estreno

  • Sus once Oscars sólo han sido igualados por "Titanic" y "El retorno del rey"
  • Charlton Heston consiguió la estatuilla al mejor actor
  • Paul Newman, Burt Lancaster y Rock Hudson rechazaron el papel
  • Costó 15 millones de dólares de la época
  • Se basa en la novela de Lewis Wallace

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Ben-Hur, la película de los 11 Oscars y uno de los mayores éxitos de Hollywood de todos los tiempos
Ben-Hur, la película de los 11 Oscars y uno de los mayores éxitos de Hollywood de todos los tiempos

Ben-Hur, la monumental película de William Wyler protagonizada por Charlton Heston en su papel más recordado, el de un aristócrata judío que sufre la traición de un amigo romano, cumple mañana, imbatida, medio siglo desde su estreno en EEUU.

Hay películas que quedan para la historia y la épica Ben-Hur es una de ellas. Fue el filme que ganó por primera vez once premios Óscar, los mismos que Titanic (1997) y El regreso del rey (2003), la tercera parte de El señor de los anillos. Sólo que con una particularidad: Ben-Hur deparó estatuillas doradas a sus intérpretes.

El filme, máximo exponente de un cine artesanal ya extinto, se hizo con los Oscar al mejor actor (Heston) y al actor de reparto (Hugh Griffith), además de los galardones a la mejor película, director, sonido, decorados, montaje, banda sonora, fotografía, efectos especiales y vestuario.

Fue también el primer "remake" -existen otros dos Ben-Hur, ambos mudos: un corto de quince minutos de duración filmado en 1907 y otra versión de 1925, dirigida por Fred Niblo- en alzarse con la estatuilla dorada a la mejor película, un honor que repetiría 47 años después Infiltrados (2006), de Martin Scorsese.

Los tres trabajos se basan en la novela de Lewis Wallace Ben-Hur: A Tale of the Christ, publicada en 1880, con la que el filme de Wyler comparte muchos puntos, incluido su final de redención y perdón.

Los 212 minutos del filme fueron rodados en su mayoría durante nueve meses en los estudios Cinecittà, de Roma, y encierran una de las escenas más famosas de la historia del cine: la famosa carrera de cuadrigas que provoca la derrota de Messala, amigo de la infancia de Judá Ben-Hur. Aquella escena se filmó en tres meses.

8000 extras, 300 decorados y 100.000 trajes

El filme contó con un reparto de 8.000 extras, más de 300 decorados y 100.000 trajes, y en su espectacular recreación de la novela no hubo cabida para los efectos especiales por ordenador. Todo se levantó a base de imaginación de sus orfebres.

Y esa inspiración salvó de la quiebra a los estudios de la Metro-Goldwyn-Mayer, que arriesgaron a invertir en la producción una cifra récord por entonces -15 millones de dólares- que terminó por ingresar cinco veces esa cifra.

La banda sonora del húngaro Miklós Rózsa y la fotografía de Robert Surtees hicieron el resto dentro de una historia situada en el Imperio Romano de Tiberio, que narra el paso del amor al odio entre Judá Ben-Hur y Messala, amigos desde la niñez y enfrentados como adultos en tiempos de Jesús de Nazaret, que incluso aparece brevemente en el filme y se apiada del personaje principal.

Pocos creían que Wyler fuera a ser el nombre más indicado para levantar y controlar un proyecto tan faraónico. Su expediente confirmaba su talento en obras íntimas y dispares, en las que dirigió con mano maestra a talentos como Bette Davis (Jezabel, 1938), Olivia de Havilland y Montgomery Clift (La heredera, 1949) o Laurence Olivier (Carrie, 1952).

"Me pidieron que me encargara del filme. No era el tipo de película que venía haciendo, pero sentí curiosidad por ver si era capaz de hacer algo al estilo de Cecil B. De Mille", dijo el cineasta, en alusión a cintas fastuosas como Los diez mandamientos (1956).

"Además pensé que esta película haría mucho dinero y, ya sabes, yo podría quedarme con algo", añadió Wyler, que cobró un millón de dólares por dirigir el filme.

Paul Newman, Burt Lancaster y Rock Hudson rechazaron el papel

Hoy día parece imposible imaginar a otro actor con el rostro de Ben-Hur, pero la MGM ofreció el papel a Paul Newman, Burt Lancaster y Rock Hudson.

Todos lo rechazaron. Newman porque no se veía en una túnica, Lancaster porque era ateo y no quería ayudar a promover la Cristiandad, y Hudson estuvo a punto de decir que sí, hasta que su agente le hizo ver el subtexto homosexual en la relación entre Ben-Hur y Messala, lo que podría poner en riesgo su carrera.

Al final "Ben-Hur" quedó como una obra para la eternidad, que décadas después de su estreno sigue vigente y de actualidad, como demuestra la espectacular producción teatral homónima que da la vuelta al mundo desde septiembre.

"Tuvo que ser un judío el que hiciera una película realmente buena sobre los tiempos de Cristo", apuntilló Wyler.