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Husmeando en nuestros recuerdos

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Mirar una fotografía nos transporta al pasado. Escuchar una canción nos evoca recuerdos que teníamos enterrados. ¿Y los olores? Los olores nos traen sensaciones de una forma tan vívida que nos llegan a emocionar profundamente. Un equipo de científicos del Instituto Weizmann de Ciencia, en Israel, ha averiguado por qué.

Han descubierto que la primera vez que olemos algo, el cerebro registra la asociación entre el olor y el objeto de una forma diferente. Por lo visto, este primer olor tiene una representación especial en el hipocampo, una parte del cerebro, con forma de caballito de mar, relacionada con la memoria, el aprendizaje y las emociones.

Y solo sucede de forma especial en el caso de olores agradables y desagradables. Los que no nos despiertan una reacción fuerte al conocerlos no nos dejan una huella profunda en la memoria.

Otra particularidad de nuestro cerebro que han averiguado los científicos israelíes, y que recoge este estudio publicado por revista 'Current Biology' es que para que los recuerdos permanecen vivos ha de conservarse la ruta neuronal desde la nariz hasta el hipocampo.

La vida media de las células del epitelio olfativo es de 60 días, así que cada dos meses nuestro organismo reemplaza las células con extrema precisión. Si no lo hace el recuerdo desaparece.

El olfato fue un auténtico desconocido para la ciencia hasta que en la década de los noventa, los estadounidenses Richard Axel y Linda Buck publicaron un estudio en el que explicaban cómo funcionaba este sentido con todo lujo de detalle. Gracias a ello recibieron el Premio Nobel de Medicina en 2004. Hoy continúan investigando.

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