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Kosovo busca su lugar en el mundo

  • Diez años después de la guerra, Kosovo se asienta como país
  • Un muro separa a albanokosovares y serbios en Mitrovica
  • El primer ministro kosovar dice a España que su independencia es irreversible

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Desde su aldea del sur de Kosovo, Nizrail Halili, maestro jubilado, recuerda perfectamente aquellos días de 1999.

"A un vecino le quemaron el coche recién comprado. A otros tres los mató la policía serbia pensando que eran guerrilleros que bajaban del monte. En realidad volvían de cuidar el ganado", recuerda.

Diez años después, queda un recuerdo amargo y mucha pobreza. Dos millones de personas viven en un territorio poco mayor que la comunidad de Madrid con un paro del 40 % y la población más joven de Europa. Todavía hoy, persisten algunos focos de tensión étnica.

Tensiones étnicas

Zoran Vlaskovic es un periodista serbio que trabaja en Mitrovica. Allí, en la frontera con Serbia, sigue en pie uno de los últimos muros de Europa. Al sur del río Ibar solo hay albanokosovares. En el norte, viven 40.000 serbios y una pequeña minoría albanesa.

"Hay incidentes casi a diario", asegura Vlaskovic, pero las autoridades de Pristina los ocultan.

El primer ministro kosovar, Hasim Thaci, subraya que la integración de la minoría serbia es una prioridad de su Gobierno. Y según Thaci, un antiguo guerrillero transformado en político, el reconocimiento de España es extraordinariamente importante.

Y es que Kosovo busca su lugar en el mundo, especialmente en Europa. Es un lugar cuyo nombre fue sinónimo de guerra hace diez años y donde la OTAN llevó a cabo la primera intervención armada de su historia. Bombardeó Belgrado y expulsó a las fuerzas serbias que hostigaban a la mayoría albano-kosovar.

Desde entonces, es un territorio bajo protección de la comunidad internacional. En febrero del año pasado proclamó una independencia que España no ha reconocido pero es el único país importante de la Unión Europea que no lo ha hecho y ello puede dar lugar a una situación difícil, incómoda, durante la presidencia del primer semestre del 2010.

El dilema de España

"Las autoridades españolas saben que el proceso es irreversible", apunta Thaci, que, además, asegura que el de Kosovo es un caso único en el mundo.

"No hay parangón posible con España", recuerda Lulzim Peci, primer embajador kosovar en Suecia.

"España no puede aislarse del problema de Kosovo", remata Veton Surroi, un ex diputado que negoció el estatus de Kosovo.

Lo mismo piensa José Ignacio Torreblanca, director de la oficina en España del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

"Decir que no constituye precedente y no reconocer es contradictorio. Hay países con problemas internos similares que sí han reconocido a Kosovo, como Canadá y Reino Unido", recuerda.

Mientras tanto, la vida trata de recuperar la normalidad en esta antigua zona de conflicto. "Buenos días", saludan en albanés al visitante los niños de una escuela kosovar. Con un poco de suerte crecerán sin conocer la guerra.