Un responsable del Gobierno de Blair desvela que EE.UU. quería atacar Irak antes del 11-S
- Arranca la investigación independiente sobre la guerra de Irak
- El jefe de la comisión promete ser riguroso con los hechos
- Entre los testigos se encuentra el ex primer ministro británico, Tony Blair
- La principal cuestión es la presunta ilegalidad de la guerra
- Más información en el blog de la corresponsal de TVE, Anna Bosch
"Éramos conscientes de esos tambores de guerra desde Washington antes del 11-S". Con estas palabras uno de los primeros cargos oficiales del Gobierno de Tony Blair que ha pasado por la comisión independiente sobre la guerra de Irak ha desvelado el interés de la Administración Bush por atacar a Saddam Hussein más allá de los sangrientos atentados terroristas.
"Nuestra política estaba fuera de ese espectro. No teníamos ninguna intención explícita de deshacernos de Saddam", ha desvelado William Patey, alto cargo del Foreign Office por aquellos días.
Una amenaza secundaria
El responsable de la investigación, John Chilcot, ha escuchado cómo Patey detallaba que para Reino Unido por aquella época el deseo de Sadam de conseguir armas de destrucción masiva se consideraba una amenaza, pero no era la principal preocupación y antes del 11-S había estado trabajando para controlar al dictador iraquí a través de sanciones.
Tras los atentados terroristas del 11-S se produjo un cambio de tono en Washington en la línea de lo defendido con anterioridad por la entonces consejera de seguridad de EE.UU., Condoleezza Rice, aunque Reino Unido no cambió su discurso favorable a la sanciones en el ámbito de la ONU hasta marzo de 2002.
Con estas declaraciones ha comenzado la esperada pesquisa, en la que no se juzga a nadie y se celebra en el centro de conferencias "Queen Elizabeth II" de Londres.
Tiene como objetivo sacar a la luz las circunstancias del conflicto desde el verano de 2001 a julio de 2009, por lo que serán entrevistados testigos clave, entre ellos el ex primer ministro Tony Blair.
En este sentido, Chilcot ha prometido un análisis "a fondo", justo" y "riguroso" del conflicto para no repetir errores.
Antes de su introducción, Chilcot, ex subsecretario permanente del Ministerio para Irlanda del Norte, pidió un minuto de silencio en recuerdo de los caídos en la guerra de Irak, mientras fuera miembros de la Coalición Parad la Guerra se manifestaban portando máscaras de Blair y dinero manchado de rojo como si fuera sangre.
Tony Blair, entre los principales testigos
Esta previsto que el ex primer ministro británico Tony Blair figura entre los principales testigos llamados a declarar en la investigación.
Los integrantes del comité fueron elegidos por el propio Gobierno, lo que ha hecho dudar a algunos de su independencia.
Chilcot dejó claro que no se trata de un tribunal que debe determinar la culpabilidad o la inocencia de quienes tomaron la decisión de invadir Irak sin el suficiente mandato de las Naciones Unidas.
La investigación, que examinará el período comprendido desde el 2001 hasta 2009, durará varios meses, y Blair no prestará declaración hasta después del Año Nuevo.
La presunta ilegalidad de la guerra
De aquí hasta las Navidades presentarán su versión de los hechos altos funcionarios, diplomáticos y jefes militares.
Los cinco miembros del comité, entre los que hay dos historiadores, han examinado una "montaña de documentos" y se han entrevistado con familiares de la mayoría de los 179 militares caídos en ese conflicto.
Entre las principales cuestiones que deberán dilucidarse están la de la presunta ilegalidad de la guerra y si Tony Blair engañó al Parlamento y al pueblo británico, como sostienen muchos, al exponer las razones para la invasión.
Ésta es la tercera investigación en torno al conflicto: la llamada encuesta Butler examinó los fallos de los servicios de inteligencia antes de la guerra mientras que la encuesta Hutton estudió las circunstancias que llevaron al suicidio del experto en armamento David Kelly.
Kelly fue denunciado por alguien de dentro del Gobierno como el hombre que había filtrado a la BBC la noticia de que el Ejecutivo de Tony Blair había exagerado deliberadamente el peligro de las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam Husein.