La penúltima batalla del banano
- La UE y los países latinoamericanos intentan una vez más cerrar el conflicto
- Desde 1993, enfrenta a miembros de la UE, distribuidoras y productores
- En vísperas de la conferencia ministerial de la OMC, se anuncia un acuerdo
- La última propuesta reduce el arancel de 176 a 114 euros por tonelada
Es la guerra comercial más larga y más cruenta con la que tiene que lidiar la Organización Mundial del Comercio (OMC), un conflicto que dura ya 16 años en torno a un producto que no es una importante materia prima, como el acero, ni un elaborado producto de consumo, como el calzado, sino una simple fruta: el plátano.
Se trata, sin embargo, de una fruta especial -representa el 23% de la producción mundial de frutas, con 115 millones de toneladas en 2007- y las disputas que ha generado ejemplifican gran parte de las dificultades que bloquean las negociaciones comerciales de la Ronda de Doha, que este lunes retoma sus negociaciones con una conferencia ministerial -la mayor instancia de negociación en el seno de la OMC- que se celebra en Ginebra.
En principio, el plátano no forma parte de la agenda, como ha avanzado la ministra española de Medio Rural, Elena Espinosa: 'La comisaria [de Agricultura, Mariann Fischer Boel] me ha dicho que nunca estuvo previsto que se llevara a esa reunión formal'.
Pero, en vísperas de la reunión, los países productores de Latinoamérica y la Unión Europea parecen estar a punto de alcanzar un acuerdo sobre el arancel para la comercialización de plátanos en el mercado europeo. Un acuerdo que sería un gran impulso, aunque fuera indirecto, para la Ronda de Doha, estancada esencialmente por las cuestiones agrícolas.
Los bandos
Aunque Brasil e India son los principales productores de plátano del mundo, apenas exportan, por lo que en esta guerra se enfrentan dos bloques variopintos que luchan por el mercado comunitario.
De un lado se encuentran quienes luchan por liberalizar la entrada de banano, reduciendo al mínimo o eliminando el arancel de entrada: los países productores de la denominada zona-dólar, como Ecuador y Honduras, que tienen explotaciones muy eficientes, y las grandes distribuidoras, esencialmente las estadounidenses Chiquita y Dole y la mexicana Del Monte.
Del otro lado se encuentran quienes intentan resguardar el mercado con un arancel alto: los productores europeos (España, Francia, Portugal y Grecia) y los países ACP (Africa-Caribe-Pacífico), en su mayoría ex colonias francesas y británicas que tienen acceso preferente, con un arancel reducido. También sus distribuidoras, como la irlandesa Fyffes o la británica Geest.
Los productores europeos apenas producen unas 400.000 toneladas al año (el 90% procedentes de España, en concreto de Canarias), lo que obliga a importar unos 5,6 millones de toneladas al año. Así que Alemania, Bélgica y Holanda -y sus empresas de distribución de fruta- presionan desde dentro para facilitar la entrada del competitivo banano latinoamericano.
Tres lustros de guerra
La disputa en torno al plátano se inició en 1993, cuando aún no existía la OMC, sino el GATT (Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio), y la UE estableció un régimen unificado de importación del plátano, con un complejo sistema de contingentes y licencias que afectaba especialmente a las multinacionales norteamericanas.
Cuando en 1995 se crea la OMC y, especialmente, su órgano de solución de diferencias (con capacidad para sancionar el incumplimiento de los acuerdos comerciales multilaterales), Estados Unidos, México, Ecuador, Guatemala y Honduras presentan su reclamación. Y la OMC les da la razón: la normativa europea no es compatible con los acuerdos firmados.
“En 1999, EE.UU. impuso sanciones comerciales sobre los productos de lujo europeos“
Obligada por la resolución, la UE modifica en 1999 las cuantías de los contingentes y aranceles, pero mantiene la estructura básica. Así que Estados Unidos toma represalias comerciales: una lista de productos europeos, sobre todo de lujo procedentes de Reino Unido, Francia, Italia y Alemania -los únicos exentos fueron los vinos y los Mercedes Benz-, quedaban penalizados con un aumento de hasta el 100% en sus aranceles.
La guerra comercial alcanzaba entonces su grado máximo, sobre todo cuando la OMC autorizó las sanciones. Para retirarlas, la UE tuvo que establecer en 2001 un sistema mixto de cuotas y aranceles hasta el 1 de enero de 2006, cuando se fijaría un arancel único, sin cuotas de importación ni licencias para las distribuidoras.
El arancel único
El establecimiento de esa tarifa única motivó enconadas disputas entre ambos bandos, que finalmente se cerraron al aceptar la OMC un arancel de 176 euros por tonelada, con una exención de 775 toneladas para los países ACP. Al mismo tiempo, la UE retiraba las ayudas directas a sus productores.
Esta normativa, vigente en la actualidad, ha permitido que el banano de la zona-dólar eleve su cuota de mercado hasta casi el 75% en la UE. Pero los países latinoamericanos y las grandes distribuidoras creen que el arancel aún es alto: en 2007, Ecuador volvió a reclamar ante la OMC, secundado por Colombia y Estados Unidos, y el órgano de solución de diferencias les volvió a dar la razón.
“El fracaso de la Ronda de Doha frustró un acuerdo en 2008“
La decisión forzó un acuerdo entre la Comisión Europea y los países productores de la zona-dólar, y en concreto con Ecuador, que rebajaba el arancel único a 114 euros por tonelada, a cambio de la retirada de las demandas para imponer sanciones comerciales.
Ese acuerdo se daba por cerrado a mediados de julio de 2008, pero quedó en suspenso dos semanas después, en este caso por una cuestión indirecta: aunque no estaba directamente vinculado a la Ronda de Doha, la Unión Europea decidió dejarlo sin efecto tras el fracaso de las negociaciones para cerrarla.
La última batalla
Ahora, en vísperas de una nueva conferencia ministerial en la OMC, la Unión Europea y los países latinoamericanos parecen estar a punto de alcanzar un nuevo acuerdo. La última propuesta es una reducción progresiva, en siete años, del arancel desde los 176 euros a 114 euros por tonelada.
Persisten algunas dificultades, como las reticencias de Estados Unidos a retirar su reclamación ante la OMC o las ayudas compensatorias que exigen los países ACP (250 millones de euros, mientras que la UE sólo ofrece 190 millones), pero desde la Comisión Europea se muestran optimistas y mantienen 'la esperanza de cerrar un acuerdo la próxima semana'.
Sería un buen augurio para la conferencia ministerial: un acuerdo agrícola, el sector que atasca las negociaciones desde hace años, para intentar relanzar la ronda del desarrollo, convertida ya en la ronda de la mayor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial.