Descargas en la red: derrota tras derrota hasta la victoria final
- Los beneficios de la industria aumentan a la vez que las descargas
- Los usuarios que más descargan son también los que más consumen
- La justicia española ampara las webs de enlaces
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Hagamos un ejercicio de empatía: desde el punto de vista de las industrias culturales, los sistemas de compartición de ficheros se parecen a Terminator: son mitad seres humanos, mitad máquinas; vienen del futuro dispuestas a acabar con las estructuras del presente y, por mucho que se las mate, siempre resucitan para seguir intentándolo.
Sin embargo, según el economista británico Rufus Pollock, las descargas no parecen hacer mella en los negocios de las industrias de contenidos: tres cuartas partes de los músicos venden más a causa de las redes p2p. Esto no es de extrañar dado que, según una encuesta de los británicos Ipsos Mori, la gente que más música descarga de forma gratuita es también la que más discos compra. Otro estudio del norteamericano Andrew Morton tampoco evidencia la influencia negativa de las descargas en el negocio del cine, ya que siguen creciendo las taquillas de las películas más vistas (las más propensas también a venderse en el top manta). Hasta el vapuleado cine español hará en 2009 un 20% más de ingresos por taquilla que en 2008. Terminator parece más bien un vecino benévolo que un adversario letal.
La guerra por el control tecnológico
La carrera armamentística entre los parches legales propuestos por las industrias del copyright y los apaños implementados por la industria tecnológica no es nada nuevo, ni tampoco los pánicos morales dirigidos a sesgar la opinión popular. Comparemos por ejemplo las recientes declaraciones de Luis Eduardo Aute: "En cinco años esto desaparece. No habrá ni canciones ni música" con las del compositor norteamericano John Philip Sousa contra "la amenaza de la música mecánica" (el gramófono y la pianola) en 1906: "Estas máquinas cantarinas arruinarán el desarrollo artístico de la música en este país. (...) No quedará cuerda vocal sana. La cuerda vocal se eliminará por un proceso de evolución, como pasó con la cola del hombre al descender del mono".
Los pánicos morales en torno a los derechos de autor provocados por la grabación doméstica de música y video son necesariamente más recientes, como corresponde a una tecnología que no llegó a nuestros hogares hasta los 70 y 80. La industria discográfica lanzó la campaña "Home taping is killing music" ("las grabaciones domésticas están matando a la música"), y Jack Valenti, el jefe de los lobbies cinematográficos estadounidense, llegó a decir que "el magnetoscopio es para el productor cinematográfico y para el público estadounidenses lo que el estrangulador de Boston es para la mujer que está sola en casa".
“Frente al gramófono de 1900, la cinta magnética de los 70 y 80 permitía que fueran los particulares quienes hicieran sus copias y remezclas. “
Las casettes grabadas no mataron a la música, y el video doméstico tampoco mató a la televisión. Muy al contrario, el video acabó siendo uno de los principales centros de ingresos de las productoras de cine. Sin embargo, esto no ha impedido que, con cada nueva posibilidad tecnológica de grabación, transmisión y reproducción, haya habido una carrera por denunciarlo como contrario a los intereses de los artistas, de la industria que los alimenta, y del público que disfruta de sus obras.
Frente al gramófono de 1900, que requería una gran inversión para realizar copias a escala industrial, la cinta magnética de los 70 y 80 permitía que fueran los propios particulares quienes hicieran sus copias y remezclas. La revolución de Internet puso al alcance de todos distintos sistemas para publicar materiales digitales, pero no fue hasta 1999 cuando llegó el cambio más radical: un sistema por el que completos desconocidos podían intercambiar ficheros entre sí gracias a las llamadas redes de pares.
Las redes de pares
El principio de una red p2p (acrónimo de peer to peer, que es como se llaman en inglés las redes de pares) es el siguiente: el servicio en sí no alberga ningún contenido, que está almacenado en los discos duros de los usuarios. Lo único que hace el servicio es poner en contacto a estos usuarios para que se intercambien los ficheros. De ahí el nombre "redes de pares", porque la transmisión se hace de forma bidireccional entre iguales (los usuarios) y no entre participantes claramente diferenciados entre emisor y receptor.
No todos los sistemas p2p se dedican al intercambio de archivos: el programa de telefonía Skype se apoya en tecnologías de pares para distribuir sus directorios y su información de enrutamiento entre sus propios usuarios. Napster y Audiogalaxy fueron las primeras redes de pares dedicadas al intercambio de música con arraigo entre el gran público.
Eran sistemas centralizados, lo que quiere decir que los usuarios debían dejar sus credenciales en un servidor, que era el que después se encargaba de "repartir el juego" entre los distintos ordenadores clientes. Entre 2001 y 2002 ambos sistemas cerraron, porque no sólo eran centralizados en cuanto a su operación: también lo eran en tanto empresas con una sede física y una directiva susceptible de recibir (y perder) pleitos por parte de la industria discográfica norteamericana, unida bajo el nombre de RIAA (Recording Industry Association of America).
La siguiente generación de aplicaciones y protocolos se caracterizaría por su descentralización. Para empezar, ya no era necesario registrarse en un servidor central, sino que la información de qué usuario tenía qué fichero de música o de video estaba repartida por los propios ordenadores de los usuarios. En segundo lugar, se empiezan a usar distintos protocolos libres que cualquier programador puede adoptar, con lo que existen distintos programas que pueden interoperar entre sí: eMule y eDonkey, FastTrack y Kazaa, los distintos clientes de Gnutella...
Esto hace que, para cada red de intercambio, la industria discográfica tenga más de un adversario a batir: mientras que la red de Napster tenía en la empresa Napster a su piedra angular, redes como la de eMule/eDonkey o la de Gnutella son como construcciones hechas con LEGO, en la que todas las piezas se pueden pegar a todas las demás, y la configuración no depende de una sola. Esto no evitó más pleitos por parte de las discográficas norteamericanas. En general los tribunales han ido declarando que los programas en sí no infringen la ley: en todo caso son los usuarios los que podrían infringirla al compartir e intercambiar contenido protegido por derechos de propiedad intelectual.
En 2003 la red de intercambio más usada se basaba en el protocolo FastTrack, con programas como Kazaa, Morpheus o Grokster. La presión de los costes legales puede lograr lo que no logran las sentencias, y los pleitos hicieron que quebrara StreamCast, la empresa propietaria de Morpheus, pese a que los tribunales iban dándole la razón. En 2005 el Tribunal Federal de Australia prácticamente acabó con Sherman Networks, la propietaria de Kazaa, al prohibir las descargas de su software en su país natal. Finalmente Sherman Networks acabaría dejando la distribución de sus programas como parte de un acuerdo con la RIAA.
Bittorrent: el protocolo final
Pensado para ayudar a aligerar la carga de los servidores que publiquen grandes ficheros (distribuciones de software, por ejemplo), Bittorrent funciona bajo un modelo semicentralizado, según el cual los usuarios que se están descargando un fichero, pueden compartir los fragmentos que ya han descargado, incluso aunque no dispongan aún del archivo en su totalidad. Frente a un servidor convencional, que se colapsa cuando muchos usuarios acceden a él simultáneamente, una descarga por Bittorrent posee la paradójica propiedad de ser más fluida cuantas más descargas simultáneas se están produciendo.
Los sistemas como Kazaa padecían del mal contrario: en todo momento cada usuario sólo podía descargar un fichero dado de otro usuario, y esta es la ventaja práctica que hizo de Bittorrent el protocolo de p2p por excelencia.
La otra característica de protocolo Bittorrent es la separación de las tareas entre distintos programas. Los ficheros .torrent se pueden publicar en servidores web convencionales, e indexarse mediante buscadores como Google o Yahoo!, aunque el grueso del tráfico se centraliza en buscadores especializados como The Pirate Bay o btjunkie, que también mantienen sus propios "trackers". Los "trackers" son pequeños servidores que coordinan a los usuarios durante sus descargas, y que están funcionando en todo momento, independientemente de los clientes (aunque existen nuevas tecnologías para descentralizar su función). El protocolo bittorrent se ha ido integrando en todo tipo de programas, incluso en los originalmente diseñados para otras redes.
“Gran parte del material que se transmite se hace sin permiso de los titulares de los derechos“
Las ventajas de este sistema de distribución y su éxito entre el público no se escapan a muchos operadores comerciales; he aquí algunos ejemplos. Las principales empresas de software libre, desde Red Hat hasta Ubuntu, usan Bittorrent para distribuir sus sistemas operativos GNU/Linux. El sello discográfico Sub Pop ha contratado a Bittorrent Inc., la empresa del creador del protocolo Bram Cohen, para distribuir sus más de mil álbumes. Bandas como Nine Inch Nails distribuyen también su música mediante este protocolo, y también Blizzard Entertainment, la empresa creadora del juego World of Warcraft, utiliza el protocolo para ahorrarse costes de distribución de su software.
Sin embargo, gran parte del material que se transmite por este protocolo se hace sin permiso de los titulares de los derechos. Para algunos, esto es infracción de la ley. Para otros, esto es copia privada entre particulares. Dependiendo de la jurisdicción legal, ambas partes pueden tener razón. Pero a las industrias del contenido no les hace ninguna gracia el cálculo de febrero de 2009 que dice que entre el 27 y el 55% de todo el tráfico de Internet es tráfico de Bittorrent.
La RIAA y la MPAA (equivalente de la RIAA pero en cine: Motion Picture Association of America) han tenido este año una gran victoria sobre el principal buscador de torrents del mundo, The Pirate Bay, y sus operadores se arriesgan a acabar en la cárcel. Sin embargo, el servicio continúa funcionando con normalidad, gracias al apoyo de una red de voluntarios, muchos de ellos administradores de grandes redes con acceso a equipos y conexiones rápidos y de buen precio.
Sus directivos son también los inspiradores del Partido Pirata, que en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo consiguió el 7.1% de los votos suecos, y con ello el acceso a un escaño en el parlamento.
Otros no son tan guerreros. El buscador Mininova ha decidido rendirse y dedicarse sólo a la "distribución de contenidos", eufemismo que significa "desde que el tribunal de Utrecht nos dijo que nos portáramos bien, sólo albergamos torrentes de obras facilitadas por sus titulares". En ambos casos los jueces extienden el significado de la legislación de derechos ya que, siguiendo los principios de las redes de pares, ni los ficheros .torrent ni los trackers contienen ni distribuyen información con derechos: sólo los usuarios finales albergan esos datos, y sólo ellos los comparten con otros usuarios.
Y la SGAE, ¿qué opina de eso?
La situación española con respecto al intercambio de ficheros es peculiar. Mientras que en otros países no existe un claro derecho a la copia privada, y las asociaciones patronales discográficas y cinematográficas están asolando a su propio público con pleitos e iniciativas legales para desconectar de la red a los usuarios de software de descargas, en España la copia privada es un derecho entronizado en la ley, y las iniciativas legales impulsadas por la patronal de las industrias del copyright se enfocan sobre todo a maximizar sus ingresos por el canon compensatorio de la copia privada, y a intentar suprimir toda actividad económica en torno a las descargas.
Su último intento, las polémicas disposiciones finales de la Ley de Economía Sostenible dando al Ministerio de Cultura la potestad de cerrar servicios online (léase "webs de enlaces") por procedimiento administrativo, sólo ha servido para evidenciar la mala disposición de la sociedad española contra quienes representan a sus artistas.
“Las webs de enlaces no son delito; un enlace es solo información sobre dónde está ese contenido“
Mientras tanto, los jueces españoles siguen declarando que las webs de enlaces no son delito, puesto que no albergan contenido con derechos de autor: un enlace es sólo información sobre dónde está ese contenido. El abogado Javier de la Cueva, que con su colega David Bravo logró el sobreseimiento de la web de enlaces sharemula, señala que las webs de enlaces son como las páginas de televisión de los periódicos: "un periódico contiene la programación de televisión, esto es, un enlace que permite que el ciudadano pueda descargarse una película de la televisión a través del aparato denominado "vídeo". El enlace es la programación que hay en el periódico, el contenido lo emite la cadena de televisión (...). Ni una sola de las 625 líneas del programa de televisión pasa por el periódico, ni un solo bit de la obra pasa por la web de enlaces".
A todo esto, la música y el cine van bien. El cine español aumenta su taquilla en un 20% en lo que va de año, los músicos ingresan más por dar conciertos que nunca, y muchos de ellos llegan a afirmar, como los integrantes de Vetusta Morla, que "sin el emule habríamos vendido menos". La SGAE debería estar contenta con sus derrotas legales. Vista la respuesta ciudadana ante las enmiendas antipiratería, es de los éxitos políticos de lo que tiene que cuidarse.