China y Estados Unidos se enfrentan por las emisiones de dióxido de carbono
- Estados Unidos acusa a China de contaminar "de forma radical"
- El país asiático quiere que Washington firme el protocolo de Kyoto
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China y EEUU se han enfrentado en la cumbre de Copenhague por la reducción de las emisiones y la fórmula de financiar la mitigación de los efectos del cambio climático causado, ante todo, por los países ricos. Ambos países contribuyen al 40% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2).
China quiere dar una nueva dinámica a la conferencia con la asistencia del primer ministro, Wen Jiabao, a las negociaciones junto con más de un centenar de jefes de Estado y de Gobierno la semana próxima.
El jefe de la delegación norteamericana, Todd Stern, ha alimentado la polémica, al comentar que "el país cuyas emisiones están subiendo de manera radical, realmente radical, es China, que ahora es el que más contamina del mundo" y pronostica que no se podrá tener el recorte de las emisiones que se necesitan globalmente sin el gigante asiático.
A vueltas con Kioto
Washington ha descartado que vaya a integrarse en el Protocolo de Kioto, el único marco legal en vigor, al que se han acogido 37 países industrializados, que expira en 2012 y que deberá ser sustituido por el acuerdo que se negocia en Copenhague. Pekín insiste en que Estados Unidos participe en este protocolo.
El secretario ejecutivo de la conferencia, Yvo de Boer, ha afirmado que Kioto, aprobado en 1997, sobrevivirá por varias razones, entre ellas porque se necesitaron ocho años para ponerlo en vigor y porque otro mecanismo llevaría demasiado tiempo, cuando ahora urge tomar medidas inmediatas.
La Casa Blanca ha rechazado, además, dar un centavo de dinero de sus contribuyentes para financiar a China el recorte de sus emisiones de gases de efecto invernadero, uno de los puntos más complicados en las negociaciones de Copenhague.
El funcionario de la ONU explica que hay varias opciones respecto al resultado final de la cumbre. Una es que concluya con un documento vinculante que obligue a los países contaminantes a rebajar su cuota de emisiones de CO2, algo poco probable, o bien que se aplace su elaboración a mediados de 2010 y las conclusiones se plasmen en una declaración política.
En el seno de la cumbre, esta opción ha sido rechazada por muchos países en desarrollo, ONG y movimientos ecologistas, que consideran que debe tomarse una decisión vinculante sin demora.