El nuevo ministro de Finanzas japonés aboga por un yen débil para impulsar la recuperación
- Naoto Kan cree que la divisa japonesa debe situarse "a un nivel apropiado"
- El viceprimer ministro sustituye en Finanzas a Hirohisha Fuji
El nuevo ministro de Finanzas japonés, Naoto Kan, apuesta por un yen más débil para contribuir a la recuperación de la segunda economía mundial y asegura que trabajará conjuntamente con el Banco de Japón (BOJ) con este objetivo.
En su primera rueda de prensa como nuevo titular de Finanzas en sustitución de Hirohisha Fujii, aquejado de problemas de salud, Kan apunta que el yen debe situarse a un "nivel apropiado", según la agencia local Kyodo.
Kan, que compaginará su nuevo cargo con el de viceprimer ministro, afirma que la mayoría de los empresarios japoneses consideran aceptable que el cambio dólar-yen se sitúe en el entorno de las 95 unidades, después de caer a la banda de los 84 yenes en noviembre, su nivel más bajo en catorce años.
"El yen se ha estado debilitando desde el shock en Dubai, aunque espero que baje un poco más" ha indicado Kan, en medio de las críticas de algunos analistas por su inexperiencia.
Beneficios para la exportación
Es inusual que un miembro del Ejecutivo haga comentarios sobre los niveles adecuados del yen en el mercado de divisas. Un yen débil beneficia a las empresas exportadoras japonesas a la hora de repatriar sus beneficios y competir en los mercados exteriores.
El yen ha subido levemente en Tokio frente al dólar coincidiendo con las declaraciones de Kan y se sitúa en las 92,78 unidades.
Kan, de 63 años, cederá su puesto en la cartera de estrategia nacional, una importante agencia creada por el Ejecutivo para revisar el procedimiento presupuestario y definir las prioridades de gasto.
Hatoyama ha confiado en Kan debido a su implicación en el proyecto presupuestario para el año fiscal 2010, que comienza en abril, para el que se destinará un montante récord y que deberá ser aprobado próximamente en el Parlamento japonés.
El nuevo ministro de Finanzas tendrá que lidiar con una economía en deflación y en riesgo de perder el ritmo de crecimiento que retomó en el segundo trimestre de 2009, así como con una colosal deuda pública cercana al 200% del Producto Interior Bruto (PIB).