Un dinosaurio venenoso
Hace 125 millones de años en lo que hoy es el noroeste de China vivía un dinosaurio del tamaño de un pavo y con alguna que otra pluma. Vivía en el bosque y a primera vista no era especialmente peligroso, pero lo era.
Escondía su arma secreta en unas bolsitas situadas en la cabeza. Contenían grandes cantidades de veneno.
El dinosaurio se llama sinornitosaurio, es un pariente del famoso velocirraptor y es el primero con capacidad venenosa que se conoce. Los paleontólogos encargados de estudiar los restos son estadounidenses de la Universidad de Kansas y chinos de la Universidad del Noreste, en Shenyang.
Cuando escudriñaron el cráneo y se dieron cuenta de que la dentadura era diferente a la los demás dinosaurios de su tipo. Descubrieron dos cavidades, una a cada lado de la mandíbula. Es en ellas donde el dino tenía las glándulas que fabricaban el veneno.
¿Cómo envenenaban a sus víctimas?
El sistema para inocular veneno del sinornitosaurio era muy similar al de las serpientes o mejor, al de un lagarto que vive en la actualidad en los desiertos de Centroamérica, el lagarto moteado mejicano.
El veneno se desplaza desde las glándulas hasta la dentadura del animal a través de un conducto. Este conducto llega hasta la mandíbula superior y una vez allí el líquido maligno fluye por la base de los dientes, por donde se juntan con las encías.
El dinosaurio completaba este terrorífico sistema con unos colmillos muy largos para morder a sus víctimas profundamente. De esta forma lograba que el veneno alcanzara el fondo de la herida.
Creen los investigadores que al sinornitosaurio le gustaba comer dinosaurios más pequeños que él y pájaros, que cazaba con habilidad e inmovilizaba con su veneno porque, también aventuran los científicos, el veneno del pequeño dinosaurio no era mortal, solo paralizaba a las presas y así se las podía comer tranquilo, sin sobresaltos.
CIENCIA AL CUBO
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