La República Dominicana extrema los controles fronterizos para evitar una invasión
- El país vecino anuncia que flexibiliza la frontera para que entre la ayuda
- Sin embargo, exige el visado para los que llegan de Haití
- La inmigración haitiana es vista con malos ojos por los dominicanos
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La circulación es normal en República Dominicana para la ayuda y quien la lleva. Cientos de médicos y cooperantes pasan que saben lo que se va a encontrar.
"España se va a centrar en temas de agua y comunicaciones", dice Iazone García, delegada de Cruz Roja en Haití. Pero la puerta sin embargo no se abre para todos los que vienen del otro lado.
El Gobierno dominicano ni quiere ni probablemente puede asumir el éxodo en solitario y ha puesto condiciones. ¿Al que viene con su documento legal le damos paso. El que no viene, excepto los que vienen heridos no. A esos le damos atención en el lado dominicano", dice un guardia fronterizo.
"Tememos que haya una invasión, por eso estamos más estrictos en materia de inmigración", añade.
Se temen las epidemias que hay al otro lado. Los pocos haitianos que pasan la frontera relatan que su país está fuera de control.
De momento salen tantas ambulancias y llegan tan pocas que los médicos que están en la frontera atienden a una veintena de heridos. Y lo más grave: no saben si podrían atender a muchos más pese a que el gobierno dominicano ofrece ayuda sobre el terreno.
Al menos, tras casi 48 horas, el Gobierno dominicano por fin ha decidido flexibilizar las medidas migratorias para facilitar la ayuda a Haití y el auxilio de las víctimas.
Enfrentamiento durante décadas
Enemiga acérrima durante décadas, el terremoto de magnitud siete que azotó a Haití ha puesto a su vecino ante una contradicción: por un lado, ha liderado la ayuda internacional, siendo el primer país en anunciar el envío de un contingente a su devastado y empobrecido vecino. Por otro, tiene pánico a la invasión migratoria.
Ahora, la Presidencia Nacional ha informado en un comunicado de que ha pedido al personal de Migración "para que facilite los trámites a los haitianos y otros ciudadanos que atraviesan la frontera en búsqueda de auxilio".
"El mejor papel que la República Dominicana puede jugar es abrir su frontera a otras naciones para encaminar toda la ayuda en dirección a Haiti", defiende Ernesto Sagas, profesor experto en la zona de la Universidad de Colorado, en declaraciones a la CNN.
Como detalla Sagas, las relaciones entre los máximos dirigentes de ambos países, el haitiano René Preval y el dominicano Leonel Fernández está en un "alto nivel".
La prueba es que Fernández será uno de los primeros mandatarios mundiales en visitar el país y que Preval baraja marcharse a República Dominicana por razones de seguridad tras derruirse su palacio presidencial.
La 'demonización' del haitiano
El problema es que esta sintonía no está acompañada por un hermanamiento social. La 'demonización' del haitiano siempre se ha vendido bien en territorio dominicano.
El origen está en la propia independencia de ambos países. Haití, colonia francesa, se independizó de la metropoli a principios del siglo XIX, pero la República Dominicana fue invadida por sus vecinos durante veinte años, algo que quedó grabado a fuego en el lado occidental de la isla la española.
Las disputas territoriales duraron hasta 1929, cuando un tratado puso negro sobre blanco el límite fronterizo. Sin embargo, eso no supuso que se acabase la enemistad manifiesta, debido a los gobiernos dictatoriales que había en ambos países.
Especial importancia cobra en este caso la actuación del dictador dominicano Trujillo, que utilizó la ideología antihaitiana durante treinta años para cohesionar a su pueblo, provocando una auténtica matanza de haitianos en la frontera en 1937, cuando murieron entre 20.000 y 30.000, según los historiadores.
Sólo a partir de los años 80 se empiezan a normalizar las relaciones debido a la llegada de gobiernos democráticos en ambos países. Con todo, para ese momento, más allá del odio racial al vecino, ya había una nueva frontera entre ambos pueblos: la pobreza haitiana, que se ha convertido en mano de obra barata en suelo dominicano, lo que genera resentimiento e incomprensión en ambos países.
Ahora, como recuerda el enviado especial de RNE a Haití, Fran Sevilla, la última puerta de entrada y salida es la frontera terrestre con República Dominicana. Por eso, aunque el gobierno dominicano ha asegurado que no permitirá una entrada indiscriminada de haitianos pero la desesperación les puede llevar a intentarlo.