Río lo pone todo sobre la mesa para llevarse la Campus tras su edición más exitosa
- La ciudad brasileña quiere homolarse tecnológicamente como ciudad olímpica
- La Campus cierra este domingo en Brasil convertida ya en un foro político
Un papel en blanco sobre el que escribir una cifra. Ése es el regalo que se han llevado los organizadores de la Campus Party Brasil tras el éxito de su tercera edición, en el que la asistencia masiva de campuseiros ha estado acompañada por primera vez por un respaldo político y mediático sin precedentes en el país latinoamericano.
La hoja es de Río de Janeiro y su objetivo es claro: lograr que a pesar del poderío económico de Sao Paulo, el mayor evento tecnológico del continente vaya a su ciudad para reforzar el proyecto olímpico de 2016, que aún sigue generando muchas dudas.
"Río quiere demostrar que es capaz de organizar un evento como la Campus para probar que es una ciudad avanzada tecnológicamente", señalan fuentes de Futura, la pequeña empresa española que ha logrado levantar este proyecto con la ayuda de Telefónica.
Precisamente la implantación de Telefónica en Sao Paulo, el centro financiero de Latinoamérica, dificulta la operación, pero las tres delegaciones -empresarios, ayuntamiento y gobierno autónomo- que han acudido a visitar la Campus esta semana no se han dado por vencidos.
"Querían cerrarlo la semana que viene, pero nosotros necesitamos tiempo para reflexionar y hasta marzo no tomaremos una decisión", señalan desde Futura en Brasil, que quieren estudiar detenidamente la viabilidad del proyecto de Río a largo plazo.
El mejor año
Mientras, varias empresas han pedido ya sitio para el año que viene y en el recinto actual ya casi no caben los 56 patrocinadores del evento, que ha tenido su mejor año, según la organización.
"Lo que se ha producido este año es una explosión, todos estamos sorprendidos. Brasil ha salido más rápido de la crisis y lo ha hecho como catapultada", resume un alto directivo de Futura, que destaca cómo el país está trasladando su poderío emergente en otras áreas a Internet.
Buena parte de esa explosión tiene como responsables a las instituciones públicas brasileñas, que no solo han apoyado programas como el Bautismo digital para acercar a los más desfavorecidos las nuevas tecnologías, sino que se han presentado en la Campus para discutir sobre temas como la piratería, el software libre y el acceso a banda ancha con los internautas.
Apoyo político
A excepción del gobernador de Sao Paulo y candidato electoral, José Serra, que ha 'amenazado' con acudir varios días pero que al final no lo ha hecho con motivo de las fuertes lluvias que está sufriendo la región, por el Centro de Inmigrantes -donde se celebra el evento- han pasado todos.
Desde Gilberto Gil, ex ministro de Cultura, para apostar por "la distribución de la riqueza digital" en el país hasta ministros actuales del Gobierno de Lula, hasta la candidata preferida del presidente brasileño, Dilma Rouseff; su rival, Marina Silva, y el alcalde de Sao Paulo.
Todos han elogiado el papel democrático de internet y se han mostrado ansiosos por hablar con los campuseros, los blogueros y los expertos que han acudido a la cita, como el cofundador de Creative Commons, Lawrence Lessig -que ha elogiado la nueva legislación brasileña de descargas- y el ex hacker convertido en asesor de seguridad, Kevin Mitnick, la estrella con más'tirón' entre los asistentes.
Junto a ellos, empresas como la española Telefónica, verdadero motor de esta cita, que ha traído a Lessig, ha colaborado con el bautismo digital y, sobre todo, ha anunciado un plan de banda ancha a precios populares para toda la región que estará en marcha a partir de febrero.
El ejemplo de Telefónica no ha cundido en otras empresas españolas, en su mayoría ausentes del área de exposición de la feria, que ha estado repleta buena parte de la semana.
"Si a nuestras empresas realmente les interesa el mercado latinoamericano de Internet, es una oportunidad única", señalan desde Futura.
La incógnita para esos posibles futuros inversores y para los campuseiros que apuran sus últimas horas sin descanso ya no es el qué-el mayor evento tecnológico- ni el quién -tiene un apoyo político y económico explícito- sino el dónde. ¿Río o Sao Paulo? Se admiten apuestas.