4.- La debilidad institucional frena la democracia latinoamericana
- Los latinoamericanos desconfían del papel de las instituciones.
- Debe trabajarse para acabar con los grupos que debilitan a los gobiernos.
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Uno de los principales escollos a la hora de afianzar la democracia en América Latina es la debilidad de sus instituciones, algo que en ocasiones lleva a graves crisis de gobernabilidad.
Esto se mira con preocupación desde Europa ante el temor de que la democracia quede como mera retórica, algo que para el Ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, no debe permitirse y por ello debe "trabajarse para fortalecer las instituciones".
La mayoría de los países adolece de una debilidad institucional que conlleva a la fragilidad del Estado, dejando de ser garante de los derechos de los ciudadanos.
La Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, reconoce esas carencias formales del Estado, pero señala que "hay otros vicios que influyen en su debilidad como los grupos paralelos, el crimen organizado, la corrupción o el narcotráfico, que son los verdaderos males peligrosos".
La imagen institucional
Europa financia distintos programas para conseguir el fortalecimiento. Su objetivo es dejar atrás el escenario -demasiado frecuente- de desgobierno.
Según el europarlamentario socialista Juan Andrés Perelló "la mayor parte de las crisis de los países latinoamericanos viene por su debilidad". Prueba de ello, dice, es que "la mayoría tiene un amplio historial de asonadas o corruptelas. En suma, de desgobernanza".
Entre las instituciones más desprestigiadas están los partidos y los parlamentos, que los ciudadanos perciben como alejados de la realidad. También el Poder Judicial está mal visto, pues se considera una institución corrupta que consagra la impunidad y no protege al inocente.
Como es lógico hay de todo, aunque para muestra un botón: el de Guatemala. "Allí la impunidad es la regla. El 98 por ciento de los casos queda sin resolver", tal como ha explicado el presidente de la Comisión internacional contra la impunidad en Guatemala, Carlos Castresana.
Mucho trabajo por hacer
Pero revertir este proceso necesita un consenso que no siempre se consigue. Requiere implicar a ciudadanos, funcionarios y políticos y convencerles de lo importante que es el funcionamiento institucional.
Una tarea que debe ser continua y que se hace de forma fluida desde Europa, aunque en ocasiones fracasa.
Sobre esto Perelló recuerda que no debe copiarse el modelo europeo, pero sí hay que trabajar en que "haya instituciones sobre las que se instaure la democracia: poder legislativo, ejecutivo y judicial. Pero siempre respetando la identidad cultural de cada pueblo".
Cambia la tendencia históricas
Tras varios años de continuo desprestigio, el último latinobarómetro muestra un cierto repunte en este aspecto. No tanto hacia instituciones concretas con nombres y apellidos, sino a la importancia del papel que juegan.
Ahora la mayor parte de los ciudadanos creen que es fundamental que haya partidos políticos y parlamentos.
Una opinión que viene a demostrar que algo se ha hecho, pero que todavía queda mucho por hacer. Lo dice el politólogo ecuatoriano José Valencia quien reconoce que "tener instituciones normativas bien estructuradas puede ayudar, pero esto es algo que no va a ocurrir de forma inmediata".