Costa Rica elige presidenta a Laura Chinchilla
La candidata del poder ser
Costa Rica se ha volcado en las urnas a favor de la oficialista Laura Chinchilla y la eligió su primera presidenta mujer con cerca del 47% de los votos, una decisión que muestra que el país mantendrá su rumbo político tradicional y moderado.
Chinchilla, una politóloga de 50 años, alcanzó la Presidencia costarricense en su primera campaña como candidata del Partido Liberación Nacional (PLN, socialdemócrata), el de más trayectoria del país, que ha gobernado durante 32 de los últimos 50 años.
Hace unas semanas dejó el cargo de vicepresidenta para aspirar a la sucesión de su jefe, Óscar Arias, que no podía volver a presentarse (la Constitución impide la reelección). Nacida en una familia de políticos, Chinchilla apoya la liberalización económica y el libre comercio, se opone al matrimonio entre homosexuales y al aborto.
En su camino a la silla presidencial, ha superado con amplia ventaja a sus rivales Ottón Solís, del Partido Acción Ciudadana (más a la izquierda), que se ha quedado con un 25%; y Otto Guevara, del derechista Movimiento Libertario, con un 21%, según los datos provisionales del escrutinio (al 84%). También concurrían otros seis candidatos minoritarios.
Discurso conciliador
"Gracias, Costa Rica por la confianza depositada; no la traicionaré porque sé que no me ha sido dada como un regalo. Ahora me toca a mí justificarla actuando con absoluta rectitud y con la mirada puesta exclusivamente en el bienestar de mi país", fueron las primeras palabras de Chinchilla tras conocerse los resultados parciales pero contundentes de la jornada.
En un discurso conciliador, en el que llamó al diálogo a sus hasta hoy rivales políticos y a diversos sectores sociales, la virtual presidenta electa reiteró sus principales promesas de campaña: mejorar la calidad de la salud, la educación y la seguridad ciudadana.
“No recibimos del pueblo un cheque en blanco para hacer cualquier cosa“
"No recibimos del pueblo un cheque en blanco para hacer cualquier cosa, por el contrario, han sido depositadas sobre nuestros hombros obligaciones muy solemnes (como) dialogar seria y permanentemente con todos los partidos y sectores sociales", dijo ante centenares de seguidores que llegaron a festejar su victoria en un hotel capitalino.
Mientras las calles de San José eran una fiesta de banderas y camisetas verdiblancas, colores del PLN, Solís y Guevara reconocieron su derrota.
"Felicito a Laura Chinchilla, que va a ser Presidenta de la República. Quiero decirle que contará con una defensa de lo bueno que haga, con nuestro apoyo, y que como primera presidenta mujer, esperamos que asuma decididamente la equidad de género", manifestó Solís, quien además anunció que no aspirará de nuevo a la Presidencia tras tres derrotas consecutivas en las urnas.
Guevara, por su parte, aseguró que buscará tener un diálogo fluido con la ganadora. "Nos sentaremos a conversar con la Presidenta electa para empezar a negociar los términos en los cuales nuestra agenda de políticas públicas se puede llevar a la práctica", señaló.
Elección "alegre"
La jornada electoral, como es la tónica en Costa Rica, un país sin ejército, transcurrió en total orden y sin que se registrase ningún incidente, según confirmaron tanto el TSE como los observadores internacionales que participaron en el proceso.
María Ema Mejía, jefa de la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), señaló al final del día que "esta contienda electoral ha sido un extraordinario ejemplo de civismo y de gran alegría, que contagia en gran manera a los candidatos a la Presidencia de Costa Rica".
Mejía resaltó que los comicios se llevaron a cabo sin ningún acto violento y que el 95 por ciento de las urnas trabajaron con total normalidad, al tiempo que destacó el colorido de la elección por el uso de símbolos por parte de miles de simpatizantes de diferentes partidos.
Un total de 2,8 millones de costarricenses estaban convocados a las urnas para elegir al próximo presidente y a los 57 diputados del Congreso por los próximos cuatro años, de los cuales, según estimaciones parciales, se abstuvo de votar cerca de un 30%.