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Félix del Amo: "Las ganas de vivir de Redjeson no se me van a olvidar nunca, fueron un regalo"

  • Dos bomberos españoles recuerdan los nueve días que pasaron en Haití
  • "Los haitianos te decían cosas que te llegaban al alma para que les ayudaras"

"La gente piensa que allí van todos con un machete en la mano, y eso no es así"

   

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Félix del Amo, jefe del Parque de Bomberos de Tordesillas, es uno de los bomberos de Castilla y León que han rescatado a cinco personas de entre los escombros en Haití. Es su primera misión humanitaria en el extranjero.
Félix del Amo, jefe del Parque de Bomberos de Tordesillas, es uno de los bomberos de Castilla y León que han rescatado a cinco personas de entre los escombros en Haití. Es su primera misión humanitaria en el extranjero.

Hace un mes la tierra tembló en Haití y sembró el caos en un país que quedó completamente desolado y que hoy, 30 días después de la tragedia, muestra pocos signos de recuperación. 

Félix del Amo, jefe del parque de bomberos de Tordesillas (Valladolid), y Óscar Vega, del cuerpo de bomberos del Ayuntamiento de Valladolid, no siempre consiguieron sacar con vida a las víctimas de entre los escombros pero sus fotos con Redjeson Hausteen Claude, un niño de dos años en brazos al que sacaron vivo de las ruinas de su casa, dieron la vuelta al mundo.

Una imágen inolvidable que supuso "un regalo" para los dos bomberos. "La sensación verle con esas enormes ganas de vivir no se me va a olvidar nunca", recuerda Félix.

"Cuenta conmigo, yo voy"

Los dos bomberos llegaron a Haití apenas 24 horas después de la  sacudida.   Su agrupación recibió un mensaje en el móvil para informarles de que su unidad sería activada para ayudar en  Haití. Félix y Óscar fueron dos de los siete primeros en contestar  "cuenta conmigo, yo voy".

Ser bombero es vocacional, se siente en la sangre

Varias semanas después de su vuelta, Félix recuerda algunos de los  momentos más difíciles. "Llegábamos al campamento y olíamos a  muerte. Eso es muy duro". El bombero, sin embargo no vacila al decir que regresaron a España con el trabajo hecho.  "Hicimos todo lo que pudimos. No malgastamos ni un solo segundo", asevera.

"Te decían cosas que te llegaban al corazón para que les ayudaras"

Apenas un día después de que se produjera el terremoto, la agrupación de Castilla y León aterrizó en Santo Domingo "con los perros y una mochila personal", explica Óscar. 

El material y las herramientas para los rescates "se había quedado en Madrid por problemas de carga" y, según explica el bombero vallisoletano, no llegó hasta pasados cinco o seis días.

Se levantaban hacia las cinco de la mañana y 30 minutos después buscaban vehículo y equipo de seguridad para salir a trabajar. "Sin alguna de las dos cosas no podíamos salir", explica Óscar. "A veces conseguías transporte pero no escolta y la seguridad es algo que primaba allí, a veces parecía que de más".

La escolta acompañaba a la agrupación de rescate a la zona asignada. Normalmente les mandaban "a edificios que en el momento del terremoto tuvieran grandes aglomeraciones de gente" y allí comenzaban a "buscar vida" con la ayuda de los perros y las cámaras térmicas.

Cuentan Óscar y Félix que, mientras los equipos de rescate trabajaban en esas zonas asignadas y acotadas,  muchos haitianos se les acercaban "sobre todo al principio" para que verificaran si había vida o no bajo los escombros de sus casas.

"Te decían cosas que te llegaban al corazón para que les ayudaras", recuerda Óscar, pero explica que había que tener cuidado porque no siempre era verdad que escucharan voces o gritos bajo los escombros y "te tienes que centrar en la tarea asignada".

"Había que aprender a distinguir cuándo era verdad que oían a alguien y cuándo intentaban convencerte para que verificaras", narra Félix. En el caso del pequeño Redjeson lo tuvieron claro y  "la desesperación de la familia" les empujó a acercarse al montón de escombros que le sepultaban.

"¡Cariño, que te vienes conmigo!"

Era su primer día en Haití y ya pasaba la hora límite para volver a su campamento, en el aeropuerto de Puerto Príncipe, que la escolta había fijado en las siete de la tarde. 

Sin embargo, los rescatadores convencieron a su equipo de seguridad y fueron a la casa que les habían indicado."No necesitamos utilizar a los perros para verificar", cuenta Óscar, "se oía al niño pidiendo ayuda con un susurro a través de los escombros".

Con muy pocas herramientas prestadas por algunos haitianos, el equipo de rescate comenzó a hacer una galería a través de la cual fueron capaces de ver al niño. 

"Es una de las imágenes que más recuerdo", cuenta Félix, "la de ir haciendo el agujero, oir al niño y no saber si después de un obstáculo te vas a encontrar otro". Por el hueco Félix pudo meterse a duras penas para darle a Redjeson un poco de agua, algo que "le dio un aliento", explica Óscar.

"La sensación de cruzar el agujero, ver esos ojazos y que te eche los brazos para que le saques de ahí, con esas enormes ganas de vivir... Esa imagen no se me va a olvidar nunca, es un regalo", reconoce emocionado Félix.

Después de hacer el agujero un poco más grande con la ayuda de relevos, "con mucho cuidado" para que no cayera el escombro y después de sufrir una de las réplicas del terremoto en plena operación, Óscar se colocó el primero en una fila de tres, "que eran los que cabían en la galería para ir desescombrando en cadena" y consiguió llegar hasta el pequeño.

"Tuve que sacarle de los brazos del que creo que era su abuelo, que murió abrazándole bajo una mesa con la que trataron de protegerse", continúa el bombero, "y le dije: ¡Cariño, que te vienes conmigo!".

Óscar estaba tendido en el agujero y sus compañeros le sacaron por los pies con el niño en brazos. "Cuando salimos le abracé y se lo di a su madre. Allí la gente saltaba, cantaba y se sacudía de alegría. Te desorientaba".

Las fotos que dieron la vuelta al mundo

"No teníamos ni idea de que todo esto iba a pasar", dice Félix. Cuando sacaron de las ruinas de su casa al pequeño Rejedson se vieron rodeados de flashes pero no tenían sabían "si eran de compañeros o de la prensa".

Félix cuenta que empezó a comprender que se habían "hecho famosos" con un mensaje de su hermana en el que le decía que era un héroe, para ella y para todo el mundo.

Yo no me considero un héroe, soy el mismo que el que era nueve días antes de volver de Haití

"Nadie supo que nos íbamos a Haití y teníamos intención de volver igual", continúa el bombero, "pero también gusta que el trabajo de uno se valore y he sentido el orgullo de los españoles, de la gente de Castilla y León y de mis padres.  Eso ha sido muy bonito".

De todos modos, matiza, "yo no me considero un héroe, soy el mismo ahora que el que era nueve días antes de volver de Haití".

La ayuda no se repartía

Preguntado por la imagen general del caos en el que estaba sumido Haití, Óscar afirma que volvieron a España "con la sensación de que la ayuda no se repartía". Según explica el bombero, veían cómo llegaban los alimentos y el agua al aeropuerto, pero no vieron "ni un solo reparto" en los casi diez días que pasaron en Puerto Príncipe.

Hay quien piensa que van todos con el machete en la mano, y no es así

Óscar ha querido aclarar también que "la imagen que se tiene en España de aquello es más violenta que la realidad". Asegura que "hay quien piensa que allí van todos con el machete en la mano, y no es así".

El bombero se ha mostrado preocupado además por la llegada de la estación de lluvias. "Las tiendas de campaña no llegan y los campamentos se van a convertir en un foco de enfermedades como la malaria y el dengue", advierte.