Miradas a los 70 y los 80 en la jornada dominical de Cibeles
Un fa, un sol, un mi y las modelos de Ailanto caminan sobre el enorme teclado de un piano. Al principio parecen concertistas vestidas en negro total aunque la suela de sus zapatos es dorada, y llevan faldas hasta el suelo y vestidos con juegos de hombros que se recogen por delante anudadas como quien se echa un jersey sobre los hombros.
Son jóvenes, estudian solfeo y tocan el piano pero sueñan con ser estrellas del pop como C.C Catch o Madonna.
La sinfonía monocolor se interrumpe de pronto para regresar a los denostados 80. Aitor e Iñaki rebuscan en las portadas de sus vinilos para recuperar estampados sobre fondo negro, minifaldas con pliegues bicolor, toreras y mezclas imposibles, divertidas y muy juveniles.
Como en esos años tan musicales hay muchas superposiciones de prendas y también de tejidos que dibujan un efecto patchwoork: " Tiene mucha importancia la mezcla cromática y la textura es fundamental en la elección de los tejidos", dicen los diseñadores, "el pantalón se convierte en la prenda estrella de la colección, su versatilidad en diferentes volúmenes y largos está presente en todo el desfile. Énfasis en las piernas en busca de un look juvenil, casual y algo excéntrico".
'Look' ochentero
Y es cierto. De talle alto, abotonados al tobillo y en diferentes tonalidades y acabados, como el lurex o el otomán.
Destacan también los vestidos-pañuelo , a lo Versace, y los complementos que definen el look ochentero con acierto: botines acolchados, bolsos bandolera- tremendos- y bisutería de cristal.
Al final , aplausos, entre ellos los de Laura Pamplona y Espido Freire. También el nuestro, por supuesto.
José Miró es más joven y prefiere los 70. Maravillosos pero...demasiadas veces revisitados. Sus primeras salidas son refrescantes en verdes agua, elemento que apasiona al diseñador que dibuja vestidos camiseros y juega con los volúmenes y las asimetrías para vestir con diferentes siluetas.
Por si fuera poco, apuesta por las transparencias y menos mal que por fin salen prendas de punto en un gris urbano, cálido y envolvente. Sus fans, ateridas, pensaban ya en el frío que iban a pasar.
El desfile de Lydia Delgado no deja lugar a la duda. La primera modelo llega un abrigo rojo con fruncidos, bárbaro.
No es el único: con botones, con cremalleras, con maestría, con oficio. Con ellos vestidos sugerentes con aplicaciones de peluche en hombreras o en el escote.
Mimosos siempre en negro o en un rosa empolvado con efecto "desnudo".
Kina Fernández construye abrigos alegres que mezcla con vestidos veraniegos en bonitos colores, y los estampados de efecto caleidoscópico de Ana Locking recuerdan a Alexandre McQueen, recientemente fallecido.
Un acierto. Como lo es utilizar una extensa gama de colores, como lo son sus fruncidos, sus pantalones de seda y los detalles de corsetería.
Las modelos, cansadas tras cuatro días
Las modelos empiezan a estar cansadas después cuatro días encerradas en Ifema. Cecilia Ortiz lo lleva bien: "La preparación tanto física como mental para encarar los desfiles tiene que hacerse durante todo el año, si no... ¡te pilla el toro! De todos modos Cibeles es muy cómodo porque está muy bien organizado y además son "en casa", eso lo hace todo mucho más fácil".
Kilómetros de pasarela, sesiones eternas de peluquería y maquillaje¿es la otra cara del glamour.
Cada modelo tiene sus trucos: "Supongo que tengo que agradecerle mucho a la genética familiar, y, aunque suene a tópico, dormir lo suficiente (especialmente durante estos días) y comer bien. Después de una larga jornada llego a casa y me desmaquillo muy bien. Ceno algo ligero y me doy una buena ducha caliente."
Más desfiles. Miriam Ocariz se esmera con abrigos de fiesta, prenda que muchas mujeres echan en falta en los percheros de las tiendas.
Al contrario que los de Lydía Delgado, los suyos son sobrios por delante pero barrocos en la espalda. Sus vestidos 'lolita' tienen originales hombreras y tiernos lazos. Los zapatos se desprenden de las aburridas plataformas y pisan con fuerza en su versión 'salón' con altísimos tacones. El broche, en oro, el de un sastre muy festivo.
Cada diseñador idea un estilo de mujer
La modelo termina quitándose los 'stilettos' porque no podía más. Son muchos desfiles, muy seguidos y cada diseñador ha ideado un estilo de mujer.
Las modelos interpretan un look distinto en cada desfile. Cada día son cinco mujeres diferentes: "Sí, es divertidísimo, dice Cecilia, para mi es una de las grandes ventajas de este trabajo".
Está acostumbrada a desfilar fuera pero le gusta trabajar en Madrid. "Creo que Cibeles ha evolucionado desde hace unos años, su repercusión también ha mejorado, y ha vencido un poco ese tópico de que era una pasarela muy conservadora. Se ha abierto a propuestas más trasgresoras y a nuevos talentos".
Cierra el día Lemoniez. Un punto y aparte. Colores sensuales como marfil, 'nude', rosa mejilla y visón acarician una colección muy bien definida, sin adornos que despisten. El negro define con sutileza la silueta en esta colección de armonía cromática tan sólo rasgada por un rayo amarillo.
Brillos y mates conviven relajados, y un abrigo de piel en degradé corta la respiración. Tejidos como los cloqués, los crepes de china y los fieltros de lana aportan su sangre azul a una propuesta enmarcada por la elegancia, envuelta en costura. Un ejercicio que seguro puntuaría con sobresaliente un maestro como Yves Saint-Laurent.