Imponen el toque de queda en dos áreas para evitar saqueos tras el terremoto
- Familias enteras saquean supermercados para comer y beber
- Se han producido sobre todo en la ciudad de Concepción, la más afectada
La ley de la selva se ha impuesto en Concepción, la ciudad más afectada por el terremoto que este sábado sacudió a Chile, donde el desabastecimiento y la ausencia de autoridad han provocado que el pánico se apodere de los ciudadanos, que han protagonizado un saqueo generalizado.
La urbe, la tercera ciudad más grande de Chile, ubicada en la región del Bío Bío, a 515 kilómetros al sur de Santiago, vivirá los próximos 30 días bajo un estado de excepción, decretado hoy por la presidenta Michelle Bachelet para esa zona y para la región del Maule.
Concepción se ha convertido desde este sábado en una ciudad sin ley donde el miedo y la impotencia ha llevado a sus vecinos, que hace más de 30 horas están sin luz, agua ni alimentos, a lanzarse a la calle en busca de suministros básicos.
Desesperados después de haber pasado la noche en la calle por miedo a una nueva catástrofe, se han atrincherado frente ante los grandes supermercados a la espera de que abrieran sus puertas para poder adquirir alimentos.
Centenares de ciudadanos, entre ellos muchos ancianos y niños, gritaban a los pocos carabineros (policía militarizada) que custodiaban los establecimientos para que conocieran su situación desesperada.
Ante la falta de respuesta oficial, han comenzado a invadir por la fuerza los supermercados más importantes de la ciudad, lo que primero fue reprimido por la policía con gases lacrimógenos, pero finalmente fue aceptado por los guardias que durante horas han intentado controlar una situación incontrolable.
"Es terrible. Están arrasando los supermercados, peleando como verdaderos animales por la comida. Es caótica la situación", advirtió una mujer de 40 años, que por su embarazo esperaba a la salida de un establecimiento a que su marido y sus tres hijos le trajeran lo que pudieran.
Aunque las fuerzas de seguridad permitían que los vecinos se hicieran con productos básicos, el caos y la avaricia se ha apoderado de muchos de los asaltantes, que en sus cajas y carros de la compra, cargados de bidones de agua y diferentes alimentos básicos, transportaban otros productos de dudosa necesidad, como neveras y televisores.
"Si sacamos cosas de los supermercados es porque no hay qué comer. Esto sucedió justo a fin de mes cuando no te quedan alimentos, y la plata (dinero) en estos momentos no te sirve de nada. Tienes que rebuscarte cómo tomar agua, alimentarte, dormir, calentarte y cocinar, porque no hay dónde comprar gas", explicaba la mujer
Para ella, la situación es muy crítica. "No hay agua para beber. Empezamos sacando la de los estanques de los edificios, pero muchos están ya vacíos. Para los baños, el agua se saca del río o de los pozos", explica.
Muchos negocios pequeños se han aprovechado de la situación de desabastecimiento para subir considerablemente los precios. "Lo poco que tienen lo están vendiendo a un precio altísimo".
En medio de la descontrolada situación, algunos ciudadanos han saqueado farmacias y cajeros automáticos, mientras que los más ordenados esperaban interminables colas para comprar combustible, cuya venta ha sido restringida porque hay desabastecimiento en algunas gasolineras.
Durante toda la mañana se han repetido también las escenas de vecinos que se han acercado a varias fuentes de agua de la ciudad para rellenar botellas y bidones, porque la falta del vital elemento ha provocado que no tengan ni siquiera un lugar para ir al servicio.
Aunque los bomberos han empezado a distribuir algo de agua potable, todavía el reparto es prácticamente insignificante con respeto a la cantidad de población afectada.
Los vecinos de Concepción se quejan de la escasa ayuda oficial que están recibiendo por parte de las autoridades.
"Es triste, pero se está aplicando la ley del más fuerte. Dijeron que iba a llegar ayuda, pero yo la ayuda no la he visto por ninguna parte", lamentó Juana Ortega, de 65 años.
Ajenos a la caótica situación que reina en la ciudad, de unos 220 mil habitantes, los equipos de rescate continúan trabajando en el bloque de edificios bajo cuyos escombros permanecen sepultadas decenas de personas.