Los esfuerzos se centran ahora en la búsqueda de supervivientes en Chile
- Las autoridades afirman que al menos hay 100 personas bajo los escombros
- Hay más edificios derrumbados en otras partes del país
- La falta de agua y comida están provocando episodios de saqueos
- Bachelet ha decretado el estado de excepción durante 30 días
Un equipo de bomberos especialistas se unió a los esfuerzos para tratar de rescatar a decenas de personas que se cree están atrapadas en un edificio de 14 pisos que se desplomó en la ciudad de Concepción durante el terremoto que el sábado sacudió a parte del territorio chileno.
Se trata de 55 bomberos que viajaron hoy desde Santiago y que estuvieron durante varias semanas trabajando en Haití, tras el terremoto que devastó ese país el pasado 12 de enero.
El edificio colapsado está situado en el céntrico barrio cívico de Concepción, la capital de la región del Bío Bío y que es una de las ciudades más afectadas por el sismo que, según las últimas cifras oficiales, causó más de 708 muertos y dos millones de damnificados.
La mayor parte de las víctimas se produjeron en la región del Maule, con 541; seguida de Bío Bío, con 64, y 103 en las otras seis regiones afectadas, donde además hay dos millones de damnificados.
Además, se ha decretado el estado de excepción en las regiones de Maule y Concepción entre las 9 de la tarde y las 6 de la mañana durante 30 días.
"Fue impresionante", contó a medios locales uno de los vecinos que logró escapar, quien precisó que el inmueble comenzó a oscilar al comenzar el sismo y después "se dobló sobre sí mismo" y cayó.
La estructura presenta ahora una altura equivalente a unos tres pisos en lugar de los catorce originales.
El inmueble, que tiene 80 departamentos, fue entregado el año pasado y según la alcaldesa de la ciudad, Jacqueline Van Rysselberghe, bajo los escombros hay entre 80 y cien personas, entre las que podría haber supervivientes.
Van Rysselbergue criticó al gobierno central por la tardanza en el envío de los bomberos especialistas, señalando que deberían haber viajado el mismo sábado a Concepción, situada a 515 kilómetros de Santiago.
"Gracias a Dios los mandaron, pero los necesitábamos ayer", dijo la alcaldesa, que también ha pedido el envío de fuerzas militares "para restablecer el orden", tras producirse algunos saqueos de supermercados por parte de pobladores desesperados por la falta de agua y alimentos.
Hay más edificios con posibles supervivientes
Este domingo, los bomberos recuperaron tres cadáveres desde los escombros del edificio y comenzaron a perforar los muros derruidos para facilitar la entrada de aire a los sectores de los que se han escuchado, según testigos, gritos que piden auxilio.
Aunque se trata del caso más dramático, el de Concepción no es el único caso de edificaciones de construcción recientes derrumbadas a través del terremoto.
En el municipio santiaguino de Maipú fueron cuatro los edificios de un moderno condominio que se desplomaron y en Viña del Mar las autoridades ordenaron el desalojo de varios otros que resultaron gravemente dañados.
El obispo católico Aejandro Goic, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, criticó a las empresas que "por ahorrarse unos pesos", construyen edificios que se convierten en trampas para sus moradores.
"En Chile hay leyes de determinan cómo deben construirse los edificios dado que estamos en un país sísmico", dijo el prelado a radio Cooperativa.
Santiago va recuperando la normalidad
A un día del fuerte terremoto que sacudió Chile, los servicios básicos se restablecen paulatinamente en la capital, mientras que las regiones sureñas, las más afectadas por el sismo, carecen de agua, luz y combustible.
La ciudad de Concepción, la más afectada por el terremoto de más de 8 grados de magnitud en la escala Richter, carece por completo de agua, electricidad y combustible, y la gente ha salido a las calles en busca de algo que beber con jugos y garrafas.
Además, sólo algunos lugares disponen de telefonía fija y, de las tres compañías de telefonía celular, sólo Entel funciona con cierta normalidad, mientras que Claro y Movistar tienen serios problemas para restablecer la comunicación.
Con estas condiciones, comunicarse vía Internet resulta casi imposible. Tampoco hay comida, y algunos vecinos han protagonizado saqueos en algunos supermercados de la ciudad, a 515 kilómetros de Santiago.
Esto llevó a los Carabineros a dispersar con bombas lacrimógenas al cerca de millar de personas que, llevadas por la desesperación, se acercaron a un local en busca de agua y alimentos, aunque algunos aprovecharon para llevarse electrodomésticos.
La falta de combustible limita la movilidad de sus vecinos, mientras que el aeropuerto ha vuelto ha restablecer sus vuelos.
En la capital, el 80 por ciento de los hogares dispone de servicio eléctrico, mientras que el 20 por ciento restante deberá esperar algunos días hasta que se restablezca el suministro, ya que son fallos pequeños que se deben solucionar caso a caso.
A pesar de que la vida en la capital transmite una fachada de normalidad, los vecinos se están agolpando en los supermercados para abastecerse de víveres y en las gasolineras se están formando largas colas para llenar los tanques de combustible.
El gerente de la Asociación de Distribuidors de Combustible (Adico), Sydney Houston, confirmó que el abastecimiento de gasolina en la capital está asegurado para las próximas dos semanas, y en el caso de diesel, para los próximos diez días.
Las comunicaciones aún son lentas
Además, el metro, que ayer suspendió las operaciones en sus cuatro líneas, comenzó a regularizar hoy su servicio.
En tanto, el aeropuerto, que quedó muy dañado por el temblor, permanece cerrado, y estará así al menos dos días, aunque expertos dijeron que la operatividad de la terminal podría demorar más.
Los vuelos que llegan desde el exterior pueden desviarse a las ciudades de Arica y Antofagasta, en el extremo norte del país, y a Puerto Montt, a 1.000 kilómetros al sur de Santiago, según explicó el general de Aviación, Ricardo Ortega.
Condiciones parecidas a las de la capital se vivieron en las localidades costeras de Viña del Mar y Valparaíso, a 125 kilómetros al noroeste de Santiago, donde la electricidad y el agua o no se cortó o se repuso pocas horas después del terremoto.
Hoy permanecen cerrados los puertos de Valparaíso y San Antonio, ante el riesgo de fuertes marejadas.