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Irak se debate entre la reconciliación y el caos en unas elecciones críticas para su futuro

  • El primer ministro Maliki busca la reelección con los chiíes divididos
  • Los suníes se sienten excluidos por la prohibición de candidaturas
  • La inseguridad y la compra de votos enturbian el proceso electoral
  • De los acuerdos postelectorales depende el éxito de la democracia en el país
  • Así se vive la situación en Estados Unidos, que se retira en agosto

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Irak celebra las segundas elecciones parlamentarias tras la caída de Husein

Datos básicos de Irak

-Tiene una superficie de 438.317 kilómetros cuadrados y una población de 31,2 millones de habitantes. De ellos, el 60% son chiíes y un 30% suníes. También existe una importante comunidad kurda y cristiana. Los idiomas oficiales son el kurdo y el iraquí.

-El poder administrativo reside en el Gobierno, que se decide en estas elecciones legislativas. En 2005 venció la Alianza Unida Iraquí, coalición de partidos confesionales chíes, rota en estos comicios. El presidente de la República es Jalal Talabani, de la Unión Patriótica del Kurdistán.

-Unos 1.800 candidatos se presentan a las elecciones del próximo domingo, de los que un 25% tienen que ser mujeres según la Constitución aprobada el año pasado.

Las principales candidaturas son:

-Estado de la Ley. La lista del primer ministro Nouri al-Maliki. Aunque se declara no sectaria, al tener miembros suníes y cristianos, la mayor parte de su base electoral viene de la mayoría chií. Pese a su victoria en las elecciones locales de 2009, los fallos en los servicios básicos y la seguridad le han debilitado.

-Alianza Nacional Iraquí. Principal grupo chií con importantes lazos con los líderes religiosos del país, unidos en torno al Consejo Supremo Islámico Iraquí -vinculado al influyente ayatolá Ali al Sistani.

-Lista Iraquí. Una lista secular encabezada por el ex primer ministro Allawi y el vicepresidente suní Tareq al-Hashimi. Pretende ser una plataforma de voto no sectario y crear una plataforma nacionalista.

-Partido Kurdo Democrático. Liderado por el presidente de la autónoma región del Kurdistán, Massoud Barzani. Tiene un papel importante en las elecciones nacionales para negociar su apoyo a una coalición u otra.

-Unión Patriótica del Kurdistán. El partido del presidente Talabani, riv

Munaf Ali al-Nida y Feyrouz Hatam tienen poco en común. Uno es un líder tribal suní procedente de la provincia iraquí de Salahuddin, la tierra de Sadam Hussein. Otra, es una mujer kurda chií que está integrada en la conservadora Alianza Nacional Iraquí, enemiga acérrima del ex dictador y cuyo pueblo fue gaseado sin piedad por el régimen anterior.

Y, sin embargo, ambos son un reflejo de los riesgos y oportunidades que suponen los comicios legislativos del próximo domingo en Irak, donde el país asiático se juega buena parte del éxito de su joven democracia entre la indiferencia europea, la creciente influencia iraní y, sobre todo, el ansia de Estados Unidos ante la inminente retirada.

A partir de agosto de 2010 empieza un proceso de retirada que en principio durará hasta 2011 y que dejará al gobierno saliente de estos comicios un margen de maniobra desconocido desde la invasión de 2003. Y, sin embargo, las heridas abiertas desde esa fecha siguen presentes.

'Queremos pasar página con el pasado y realizar un nuevo comienzo. Sadam murió pero la tribu sigue y continuará existiendo. ¿Qué es lo que quieren? ¿Quieren acabar con la tribu solo porque Sadam era uno de sus miembros', se pregunta Nida ante un periodista de la agencia Reuters.

Su pregunta se podría extender al conjunto de la comunidad suní -el 30% de la población- que ha visto cómo decenas de sus candidaturas han sido anuladas por los vínculos con antiguos miembros del partido Baath, el de Sadam Husein.

Un pastel a repartir entre los chiíes

Así, aunque con respecto a hace cuatro años Neda al menos ha conseguido presentarse sin tener la certeza de que le van a matar por ello, lo cierto es que los esfuerzos de Estados Unidos y la ONU por que participe la comunidad suní han quedado en agua de borrajas en unos comicios donde las diferentes opciones chiíes -secularistas, nacionalistas e islamistas- se juegan el poder con los kurdos como jueces más que interesados.

'Es muy triste pero en estos momentos la comunidad internacional no tiene una política fuerte para que se puedan incluir a las distintas comunidades en irak, por lo que hay una tendencia a excluir a candidatos suníes e incluso secularistas', señala Edvard Burke, experto en el país de FRIDE.

Las consecuencias de estas exclusiones ya se han podido ver en los últimos días: al menos 45 personas han muerto en ataques de Al Qaeda y milicias suníes relacionados con el proceso electoral, en lo que supone un auténtico reto al gobierno de Nuri Al Maliki, el favorito con su alianza Estado de la Ley, que pretende aunar a chiíes moderados y nacionalistas.

Maliki, en la encrucijada

Maliki es el líder preferido por la comunidad internacional y si las elecciones se hubiesen celebrado hace un año, probablemente tendría garantizada su reelección.

Entonces, la mejora de las condiciones de seguridad y el lento progreso de los servicios que siguió a la ofensiva contra los chiíes en el sur y los insurgentes suníes le otorgaron un gran éxito en las elecciones locales que le insuflaron tal confianza que decidió salirse de la coalición electoral que formaba para impulsar una nueva en torno a su liderazgo.

El problema es que la inseguridad le ha estallado entre las manos y su alianza electoral está cuestionada por los propios chiíes del sur -capitaneados por el polémico clérigo chií enemigo de Estados Unidos Muqtada Al Sadr- y los suníes, que recelan de sus intensiones por su marcado odio a todo lo que recuerde al régimen de Sadam, que le condenó a muerte en ausencia.

'Al Maliki no tiene aliados lo suficientemente fuertes. Su partido no es un partido de verdad y no tiene el apoyo de la comunidad chií. Además, necesita excluir a los suníes y los secularistas para atraer sus votos', considera Burke.

Maliki tiene dos candidaturas que pueden hacerle sombra. Por un lado, la Alianza Nacional Iraquí, que agrupa a los chiíes conservadores pero detrás de la cual se agrupa gente tan diversa como Muqtada Al Sadr, un clérigo radical cercano a Irán, y la propia Feyrouz Hatam, que se presenta ante los electores sin nada en la cabeza y con una falda-pantalón.

Lo mismo puede decirse de la coalición Lista Iraquí liderada por el ex primer ministro chií Iyad Allawi, considerada secularista y que trata de acercarse a los suníes excluidos en las elecciones, ya que integra al ex vicepresidente suní Tareq al Hashemi.

Todo por el voto

Todos tratan por todos los medios -lo que incluye regalos como armas, tierras y hasta pollos congelados- lograr hasta el último voto para conseguir el peso suficiente para una negociación postelectoral de la que nadie quiere quedarse fuera, sobre todo teniendo en cuenta de que los próximos cuatro años será el del despegue de la exportación de crudo.

La participación de mujeres como Hatam y la presencia de una cierta prensa libre son elementos que insuflan un cierto optimismo para los comicios entre las amenazas de atentados, la exclusión sectaria y la compra de votos.

Sin embargo, el fracaso en el escenario postelectoral -que ya supuso una negociación de meses hasta la proclamación de Maliki en 2006- puede abonar la muerte de la joven democracia iraní, cuyo rostro puede no gustar ni a Occidente ni a Irán.

'La democracia en Irak va a ser una democracia islámica, que no es lo que los países occidentales quieren, pero a su vez tiene que ser un modelo abierto, de forma que todas las comunidades tengan voz', considera Burke.

Esto supone que en el futuro Gobierno iraquí deberían estar tanto secularistas como islamistas radicales, tanto suníes ex baathistas como chiíes a los que trató de asesinar Sadam.

'Es cierto que una alianza de ese tipo puede parecer débil, pero ahora es difícil qu se acepte la alternancia. No es posible otra opción', pronostica el experto de FRIDE.

La democracia o Irán

Esta necesidad de consenso -con la perspectiva de la retirada de las tropas americanas para agosto de 2010- puede cobrarse como primera víctima al propio Maliki, que surgió como candidato de consenso y que ahora genera rechazos tanto entre los chiíes del sur por la dura ofensiva militar como entre los suníes a los que ha dejado fuera.

Sin embargo, el primer ministro ha pasado de ser un líder sin carisma a un hombre que ha modelado su propia coalición en torno a su liderazgo.  Su objetivo es conseguir 120 diputados, que con el decisivo apoyo de los kurdos y el posible de los securalistas de Allawi puede darle la victoria.

¿Y si no lo consigue? 'Una guerra civil entre los partidos chiíes. Una insurgencia muy fuerte de los suníes. La falta de compromiso de los kurdos...Y una creciente influencia de Irán que en cuatro o cinco años puede convertirle en un país satélite', vaticina Burke.

Y entonces, la democracia, el líder tribal Nida, la mujer kurda Hatam, Maliki y las alianzas, quedarán como un mal chiste del pasado ante la oportunidad perdida de construir una democracia en una zona otra vez metida en un presente de sangre y donde -probablemente- ya no habrá tropas extranjeras a las que echar la culpa.