Las regionales, el examen más difícil para Sarkozy
- El partido del presidente podría perder las dos regiones que le quedan
- Se trata de un duro examen a mitad de mandato del impopular Sarkozy
- La clave para medir las consecuencias será la participación
-Francia tiene 26 gobiernos regionales (cuatro de ellos en ultramar). Forman parte de una compleja red de autoridades locales que se solapan, incluyendo 100 departamentos y 36.682 ayuntamientos.
-Su función incluye coordinar medidas para apoyar la economía local, organizar el transporte regional, las disposiciones sobre desperdicios industriales, mantener las escuelas, el turismo y el deporte. Cuentan con poca autoridad financiera y su autonomía es menor que la de nuestras comunidades autónomas en un país clásicamente centralista.
-Las últimas elecciones regionales de 2004 supusieron una "oleada rosa" socialista, que les dio 20 de las 22 regiones metropolitanas. Los votantes quisieron castigar al impopular primer ministro de centro derecha de la época, Jean-Pierre Raffarin, que tuvo que dimitir.
-La mayoría de los presidentes regionales son poco conocidos a nivel nacional e incluso son desconocidos para sus propios ciudadanos. Una notable excepción es la de Segolene Royal, la ex candidata de 2007 que ha utilizado su posición como presidenta de Poitou-Charentes para conseguir una importante plataforma regional.
-Según los sondeos, el panorama 'rosa' de las regiones no cambiará, pese a que el partido de centro derecha de la Unión de la Mayoría Presidencial (UMP) de Nicolás Sarkozy ha ganado las tres últimas elecciones celebradas: presidenciales, legislativas y europeas.
-Las elecciones se celebran a dos vueltas. La primera se producirá el 14 de marzo y la segunda, el 21 de marzo. La incógnita es si el centro derecha mantendrá su menguante poder regional, concentrado en la pequeña región de Alsacia y en la isla de Córcega.
"Cuando millones de personas votan, mi deber es escucharles". Lo dijo Nicolas Sarkozy en la televisión francesa, el pasado mes de enero. ¿Lo llevará a la práctica tras las elecciones regionales que, a doble vuelta, se celebran en Francia el 14 y el 21 de marzo?
Tradicionalmente, unos comicios a mitad de mandato no suelen ser fáciles. Y menos éstos, en el actual contexto de crisis. De ahí que las encuestas pronostiquen una dura derrota para la Unión por un Movimiento Popular (el partido de Sarkozy). Pueden perder incluso en Córcega o en Alsacia: las únicas regiones de las que salieron victoriosos en el 2004.
Aunque no parece que esa debacle absoluta termine por producirse. Los socialistas franceses prefieren no fiarse, por mucho que los sondeos apunten a esa victoria conjunta de la izquierda, junto a verdes o ecologistas. Quieren centrarse en movilizar a los indecisos.
La clave, la movilización de votantes
Y es que todo dependerá de la participación. Si -tal y como también señalan las encuestas- se queda en un 50%, la derecha y Nicolas Sarkozy siempre podrán decir que el resultado no es tan significativo, para hacer una lectura regional, y no nacional. Pero si la participación es superior, les resultará difícil hacer oídos sordos a lo dicho por las urnas.
En tal caso, el mensaje será claro: un castigo a la política del Gobierno central. Sobre todo -por las circunstancias en las que nos encontramos -, a su política económica y social.
Aun en tal caso, Sarkozy parece decidido a seguir adelante con su programa de reformas. Entre otras, la prometida -y delicada- reforma de las pensiones. Pero, ¿cómo hacerlo ante una realidad mayoritariamente de izquierdas a nivel regional? Por si acaso, ya ha adelantado, eso sí, que levantará el pie del acelerador de esas reformas en la segunda mitad del 2011.
¿Consecuencias nacionales?
Además, una derrota de la derecha implicaría un serio varapalo al ya debilitado nivel de popularidad del presidente. Incluso, según los últimos sondeos -que no dejan de observarse con atención desde el Elíseo-, las simpatías en Francia parecen inclinarse más hacia su primer ministro, François Fillon: menos espectacular, pero recibido como más riguroso.
De ahí que, de momento, y en caso de fracaso electoral, Nicolas Sarkozy ya haya descartado un cambio de primer ministro, o una remodelación en su Ejecutivo. "Comicios regionales, consecuencias regionales", asegura. Pero no olvidemos que él se habría encargado, personalmente, de perfilar sus cabezas de lista.
El objetivo de Sarkozy: volver a ganarse la confianza de los franceses "que sufren", tal y como decía en su campaña presidencial del 2007. Y llegar al otoño del 2010 con fuerza suficiente para encarar la recta final - aunque todavía larga- de las siempre presentes elecciones presidenciales del 2012.
Aunque uno de los eternos candidatos a liderar el asalto socialista al Elíseo, François Hollande, ya ha advertido sobre los riesgos de un exceso de optimismo. Como se suele decir, es demasiado arriesgado sacar conclusiones de un resultado que todavía no se ha producido.