Servicios online en la nube: ventajas y riesgos
- El 'cloud computing' es una de las tecnologías con más futuro
- Ofrece servicios de computación a través de internet
Cada vez es más habitual hacer uso de servicios online que permiten guardar datos, información y comunicaciones a través de aplicaciones web o que existen "en la nube", es decir, en servicios en los que tanto la información como los procesos informáticos se desarrollan de forma remota, "en algún lugar", en servidores conectados a Internet.
Eso en vez de en el ordenador o en teléfono móvil del usuario como hasta ahora era habitual. La computación en la nube o "cloud computing", será una de las tecnologías de mayor desarrollo y de mayor crecimiento en los próximos años.
“El 'cloud computing' será una de las tecnologías de mayor crecimiento en los próximos años“
Se verá impulsada con la llegada del lenguaje HTML5 que permite la construcción de interfaces y aplicaciones web más potentes y sofisticadas, por la creciente base de ordenadores y dispositivos móviles, el incremento en la velocidad de conexión a Internet y por los nuevos modelos de sistemas operativos como Chrome OS, que basa una parte esencial de su funcionamiento en aplicaciones remotas.
Para el usuario ofrece numerosas ventajas, aunque también puede implicar ciertos riesgos que conviene conocer. El usuario final se conecta e intercambia información con "la nube", normalmente a través de una interfaz que puede consistir en una pequeña aplicación -de ordenador o teléfono móvil- o directamente a través de un navegador web.
Todo el proceso de los datos y el almacenamiento de la información transferida va y viene a los servidores remotos, y el usuario no tiene que preocuparse de nada más.
Ventajas de este tipo de servicios
Una de las principales ventajas de este tipo de servicios es precisamente esa, que el prestador del servicio se encarga de todo: asignación de recursos, mantenimiento, mejoras y actualizaciones, copias de seguridad...
Esto es especialmente ventajoso para las empresas y administradores de sistemas que pueden delegar todos esos aspectos y ahorrarse los costes asociados. El usuario de este tipo de aplicaciones también se beneficia de la permanente disponibilidad de sus datos. En cualquier momento y en cualquier lugar puede consultarlos sólo con tener acceso a un ordenador conectado a Internet.
“Se pueden consultar los datos desde cualquier lugar, sólo con acceso a internet“
También es habitual que puedan consultarse desde distintos dispositivos, por ejemplo desde un teléfono móvil.
Un ejemplo cercano y conocido sería el correo electrónico web. Por ejemplo, Gmail "siempre está ahí". Se puede consultar desde el ordenador del trabajo, desde casa o por el camino desde el teléfono, vía web o desde una aplicación específica (disponible para teléfonos iPhone, Android y Symbian) y en todos los casos el contenido y las funciones básicas -leer y enviar correo, consultar la agenda de direcciones...- son las mismas.
Riesgos asociados
El problema es que si se interrumpe el servicio por cualquier motivo, se pierde todo acceso a lo que está allí almacenado. Y aunque la probabilidad es pequeña en el caso de las grandes empresas su desaparición o quiebra puede suponer la pérdida de ingentes cantidades de información.
Otro riesgo implícito radica en que el prestador del servicio sufra algún tipo de ataque en sus servidores. Esto podría significar que numerosos datos privados acabasen en manos ajenas o expuestos públicamente.
“Si se interrumpe el servicio, se pierde el acceso a lo almacenado“
Este riesgo se incrementa conforme cada vez más gente envía sus datos personales y vuelca cada vez más contenidos privados como fotografías, documentos, textos, agendas de contacto o emails en este tipo de servicios, en muchos casos siquiera manteniendo una copia local en sus propios ordenadores.
¿Cómo evitar los peligros en la nube?
Para asegurar en la medida de lo posible la disponibilidad y la confidencialidad de los datos se pueden tomar medidas como:
- Evitar el envío de datos especialmente sensibles: fotografías estrictamente personales, contraseñas, números de cuenta y de tarjeta de crédito, dirección postal,...
- Utilizar diferentes contraseñas en cada servicio. Elegir contraseñas que sea difíciles de averiguar y que, en la medida de lo posible, alternen letras y números. Si el servicio distingue mayúsculas y minúsculas en la contraseña utilizarlas en combinación y/o junto con caracteres especiales (!, #, @, %,...)
- Cambiar la contraseña cada cierto tiempo, por ejemplo una vez al mes.
- Cifrar los documentos y la información importante con programas de encriptación. De este modo seguirán estando siempre disponibles, pero en general sólo podrán abrirlos las personas autorizadas.
- No revelar ni dar información sobre el nombre y tipo de servicios que se utilizan si no es necesario hacerlo.
- Renunciar al uso de este tipo de servicios para intercambiar datos esenciales o que no pueden o deben correr el riesgo de quedar expuestos a terceros.
- Quedarse siempre con una copia local. Algunos servicios permiten exportar los datos almacenados en distintos formatos dependiendo del tipo de información de la que se trate.
- Ser lo más escrupuloso posible a la hora de añadir contactos y de considerarlos "amigos".
- Atenerse a las condiciones de uso de los servicios para evitar la cancelación de la cuenta y la consiguiente pérdida de lo almacenado.
- Optar por servicios reconocidos y establecidos, que gocen de cierta popularidad y confianza.
- Conocer las opciones de privacidad de los sitios dirigidos a compartir información con otros usuarios. Saber qué se comparte y con quien.
- En general, conocer el riesgo al que se está expuesto y tener previsto qué hacer y cómo continuar en caso de que en un momento dado no se pueda acceder a los datos, aunque sea de forma temporal.