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El Fondo Monetario Europeo: el futuro 'salvavidas' para las economías en crisis

  • El FME propuesto por Alemania contemplaría sanciones por incumplimiento
  • Sería un organismo a largo plazo, que no solventaría la crisis griega

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La canciller alemana, Angela Merkel y el Presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker durante una reunión en Luxemburgo.
La canciller alemana, Angela Merkel y el Presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker durante una reunión en Luxemburgo.

La crisis económica ha hecho temblar los cimientos económicos de Europa en general, y de la Eurozona en particular. Una recesión de cerca del 5% en poco menos de un año, que ha obligado a prácticamente todos los Estados a tirar de chequera para superar la coyuntura.

Esto, como es lógico, ha llevado a que 20 de los 27 miembros de la Unión Europea incurran en déficit excesivo y, por consiguiente, incumplir el Pacto de Estabilidad recogido en el Tratado de Maastricht (ver en .pdf).

El peor parado de todo este terremoto ha sido Grecia, cuyas finanzas económicas están al borde de la quiebra, con el consiguiente riesgo de arrastrar al Euro en su caída. Por eso, y para evitar nuevas situaciones como ésta, Europa busca un Gobierno económico. 

La tormenta de ideas

Ahora debaten como hacerlo, y sobre la mesa hay muchas ideas. La última y la que más ha llamado la atención, ha sido la propuesta por el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, de crear un Fondo Monetario Europeo (FME)

Una idea que todavía está en pañales pero que, básicamente, vendría a ser una copia del Fondo Monetario Internacional (FMI), cuya función es "promover la estabilidad económica mundial por medio de la cooperación multilateral". Y para ello efectúa una "evaluación" de sus miembros, a los que presta "ayuda técnica y financiera" para que puedan restaurar sus cuentas públicas.

Se plantea ahora, básicamente, porque se ha comprobado que Maastricht ha fallado. Según Juan Antonio Martín Burgos, Consejero de Asuntos Exteriores de la Representación Permanente de España en Bruselas, el Tratado está concebido para funcionar "en épocas de crecimiento continuado y de estabilidad", por lo que ahora es necesario "revisar" todo el sistema.

¿Tendría sentido crear esa figura a nivel Europeo? Para el economista jefe de Intermoney, José Carlos Díaz, sí. A su juicio "no tiene sentido que Europa intente competir con Estados Unidos o China y cuando uno de sus países tiene problemas, acuda al FMI" que controla Washington.

Sin embargo para José Luis Martínez Campuzano, estratega del Citigroup en España, no lo tiene. Bastaría, dice, con "dotar de más soporte financiero al Pacto de Estabilidad, e incluir una mayor disciplina". Básicamente, "mirarlo desde otro punto de vista".

Cómo funcionaría

En primer lugar hay que establecer la gran diferencia con entre el Fondo Monetario Internacional, y el Europeo. Mientras que en el primero si no se hace caso a las recomendaciones, no se presta el dinero necesario para solventar los problemas, en el segundo habría unas condiciones de acceso a la financiación muy estrictas. Tanto que podrían, incluso,  contemplar la expulsión de la zona Euro, la supresión de los derechos de voto en los Consejos o la congelación de los fondos de cohesión.

A esto hay que sumarle, según Campuzano, un mecanismo para que los países que no lo hacen del todo bien, no se queden solos. Pero, al mismo tiempo, debe tener un "carácter preventivo".

Ése es el aspecto fundamental. La prevención, ya que "el pacto de estabilidad funcionó hasta que se le quitó poder por parte de los propios Estados". Y, al mismo tiempo, debe servir -dice el economista jefe de Intermoney- para "coordinar las políticas económicas".

Todo ello tiene un coste, que todavía no se ha valorado oficialmente, pero que rondaría los 120 mil millones de euros, a repartir entre todos los miembros. Una cifra muy elevada, en la que según el Consejero, quien más se juega es Alemania. "Si sale bien podría salir muy beneficiada, pero si no funciona perdería miles de millones de Euros".

El papel del BCE

Quizá el problema que se puede plantear aquí, es ver el lugar en el que quedaría situado el Banco Central Europeo. Hasta ahora es el gran dueño y señor de todas las políticas monetarias europeas. Es por ello por lo que su economista jefe, Jürgen Stark, haya dicho que dañaría "la aceptación pública del euro y de la Unión Europea".

Aunque si algo consideran los dos economistas consultados por RTVE.es, es que el "BCE cumple perfectamente su función, pero hace falta un rol que dé estabilidad y unidad a las cuentas públicas de los Estados miembros".

Es decir, el organismo presidido por Jean Claude Trichet, seguiría siendo el amo y señor del dinero, mientras que el FME sería quien se ocupara de hacer la política económica que,  luego, en el Consejo debería ser ratificada.

Los Tratados

Ese papel que podría jugar la nueva institución es relevante, pero plantea serios problemas a la hora de crearse. En especial porque en el Tratado de Lisboa -que recoge al de Maastricht- no se contempla la posibilidad de que existe una figura de este tipo.

Incluso, la propia Merkel ha reconocido estos días que será necesaria "una reforma del Tratado de Maastricht" para poder llevar a cabo su idea.

Unos cambios que, según Martín Burgos, no van a ser tan profundos. Según su análisis valdría con una modificación según el procedimiento de revisión simplificada que ser recoge en el artículo 48.6.

Lo que dice, es que "el Gobierno de cualquier Estado miembro, el Parlamento o la Comisión podrán presentar al Consejo Europeo proyectos de revisión de la totalidad o parte" del Tratado.

Esto significaría que "el Eurogrupo, previa consulta con el Parlamento, la Comisión y el Banco Central, necesitaría unanimidad a la hora de aprobarlo". Una vez hecho esto, se llevaría al Consejo donde también valdría la unanimidad de los 16 integrantes del Euro, dado que es "una política interna de la zona Euro".

Ahora bien, Martín Burgos alerta de que crear un organismo de este tipo conllevaría muchísimos riesgos para el Euro. Básicamente porque si la discusión se hace "públicamente" los especuladores atacarían a la moneda única. Por ello debería "hacerse en secreto" y "aprobarse de una manera rápida" para evitar problemas.

Las posturas

Sea como sea Alemania ha conseguido situar el debate encima de la mesa. Desde la presidencia española, su portavoz Cristina Gallach, decía hace unas semanas a RTVE.es que cualquier iniciativa destinada a reforzar la coordinación de las políticas económicas, tendrá una "valoración positiva" de España, aunque no se decantan por esta opción al no conocerla.

No ha sentado bien, en cambio, a Francia. Su titular de Finanzas, Christine Lagarde, reclamaba tiempo a Alemania a la hora de abordar estos cambios, y le pedía que hiciera un cambio en su demanda interna, pues está perjudicando al conjunto de los 27. Es decir, que salga de compras por Europa.

Y el Comisario de Competencia, Joaquín Almunia, lo ve como una idea "a largo plazo" ya que antes hay que trabajar para tomar medidas que permitan solventar la situación actual, con Grecia a la cabeza.