Obama presiona a Israel para que cese las construcciones en Jerusalén Este cuatro meses
- EE.UU. intentaría que Palestina aceptara un diálogo directo
- Existe la posibilidad de que Israel no realice una "cosntrucción masiva"
El presidente de EEUU, Barack Obama, ha dado, este miércoles, un paso más para buscar un nuevo acuerdo de paz en el conflicto árabe-israelí. Quiere que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, cese la construcción en Jerusalén Este durante cuatro meses. A cambio, presionará a los palestinos para que inicien conversaciones de paz directas, según recoge el diario israelí Haaretz.
De este modo, EEUU exige que Israel paralice toda la construcción en el Jerusalén ocupado, incluyendo los barrios judíos de French Hill o Ramat Shlomo, según las fuentes oficiales israelíes que cita el periódico.
El siguiente paso que daría la administración Obama sería el de presionar al presidente palestino, Mahmud Abás, para que acepte un diálogo directo.
El tiempo de cese en las edificiaciones pedido por los estadounidenses coincide con el plazo que ha pedido la Liga Árabe para las conversaciones indirectas.
Sin embargo, Israel también ha dejado clara su opinión. En el gobierno israelí "la opinión general es que es imposible anunciar públicamente una moratoria en la construcción en Jerusalén Este. Sin embargo, una posibilidad es que se llegue a un acuerdo tácito", ha explicado Haaretz, que también añade la posibilidad de que Israel podría aceptar que en los próximos cuatro meses no haya "construcción masiva planificada ni llevada a cabo en Jerusalén Este".
Jerusalén Este, la pieza clave del conflicto
La zona de Jerusalén Este ha sido, desde siempre, uno de los puntos más conflictivos en el enfrentamiento árabe-israelí.
Por ello, cualquier anuncio por parte de Israel de nuevas edificiaciones en la zona, ha sido interpretado por los palestinos como un desafío y una amenaza a cualquier tipo de avance en las negociaciones.
De hecho, los últimos anuncios de construcciones por parte de la administración israelí ha provocado una gran crisis tanto a nivel interno como internacional. Supuso una parálisis inmediata del recién anunciado diálogo indirecto y la condena de prácticamente todos los países.
Incluso los analistas hablaron de las peores relaciones de Israel con Estados Unidos "en 35 años" aunque, más tarde, los estadounidenses minimazaron dicha sentencia y se han encargado de buscar soluciones manteniendo las relaciones con su histórico aliado.