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Teatro: Cuatro generaciones retratan la historia en "Dictadura-Transición-Democracia"

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Actores de cuatro generaciones construyen en Dictadura-Transición-Democracia, cuatro retratos sociopolíticos de los últimos cuarenta años del siglo XX en España, en un montaje insólito donde los espectadores transitan por tres escenarios diferentes a lo largo de la obra.

Las cuatro piezas se ambientan en 1962, 1968, 1978 y 1989, los años en que nacieron los seis directores de la obra: Xavier Albertí y Lluïsa Cunillé (1962), Roger Bernat (1968), Jordi Casanovas (1978), Nao Albet y Marcel Borràs (1989).

El espectáculo, en castellano y catalán, se estrenará el jueves en el Teatre Lliure, donde permanecerá en cartel hasta el 2 de mayo.

Buceando en el pasado

El objetivo de sus creadores era que cuatro generaciones dieran su visión del año en que nacieron, sin pretender, por ello, dar una versión definitiva de lo que pasó, sino "dar una visión personal de algún aspecto de ese momento", según ha explicado en rueda de prensa el director artístico del Lliure, Àlex Rigola.

Para ello, los directores han buceado en el pasado y han recuperado canciones de Marisol o de Raimon, han recurrido a libros de la época y han vuelto a ver series como Bonanza o Perry Mason.

Así, Xavier Albertí y Lluïsa Cunillé, los más veteranos, han creado una pieza que pone de manifiesto la doble moral de un país que en los sesenta vivió "la revolución de las suecas", donde la expresión "democracia orgánica" estaba en boca de los franquistas y donde las prostitutas cobraban sus servicios a los marineros americanos respetando el cambio entre la peseta y el dólar.

Obras muy diferentes entre sí

En esta primera obra, el Festival Internacional de la Canción de Benidorm congrega alrededor de un aparato de televisión a una mujer solitaria que alquila habitaciones de su piso del Eixample, a una prostituta embarazada, a un guitarrista ansioso por ir a Lloret a conocer suecas y a un cura comunista, un reparto que revive "lo triste y lo gris de aquellos tiempos", según Albertí.

La segunda obra, a cargo de Roger Bernat, es un montaje musical ambientado en 1968 y parte del concierto de Raimon en la Universidad Complutense de Madrid para "construir un objeto escénico que haga sentir al público como si estuviera en el concierto y hacer llegar el eco del 68 a nuestros días", ha explicado Bernat.

El director ha contado, a modo de anécdota, que recuperar la cinta del concierto ha sido una "búsqueda detectivesca" por los archivos del mismo Raimon y los de los técnicos de sonido, para terminar encontrando cinco de las canciones en Sevilla, en los archivos de uno de los asistentes al concierto.

La pieza de Jordi Casanovas transporta al espectador desde el clima de protesta del final del franquismo a un plató de televisión de los primeros años de democracia, donde una presentadora ve como su programa de entrevistas es censurado, un argumento basado en lo que le ocurrió a Montserrat Roig cuando quiso entrevistar a Josep Maria Castellet en TVE.

Con este planteamiento, Casanovas ha intentado averiguar "qué hechos hicieron cambiar la voluntad de la gente que se moría de ganas de cambiarlo todo", aunque el director tiene su propia teoría: "todo el mundo se equivoca por culpa del amor, si la transición estaba equivocada era porque todos estábamos demasiado enamorados".

Los jovencísimos Nao Albert y Marcel Borràs han sido los encargados de dirigir la pieza ambientada en 1989, que han construido alrededor de la conversación entre un joven vasco y otro gallego sobre temas que preocupaban a los jóvenes de la época como el nacionalismo, ETA, los GAL o el sida.

Borràs ha reflexionado que, una vez terminado el espectáculo, se han dado cuenta de que "la autoridad está muy presente en todas las obras" y ha añadido que "las emociones son siempre las mismas", independientemente de la época.