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Un experto nuclear ruso: "Con Bush habría sido imposible firmar este tratado"

  • Vladimir Orlov ha diigido el programa ruso para la No Proliferación
  • Considera que tanto Rusia como EE.UU. son ganadores
  • Teme que el proceso de ratificación en el Senado americano contamine el pacto
  • La siguiente fase de -dura- negociación será el tema del escudo antimisiles

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Estados Unidos y Rusia firman en Praga un acuerdo de desarme nuclear

Moscú se ve reconocido como socio prioritario y Washington logra un gran éxito político internacional. Ambas administraciones sientan, con el nuevo tratado, las bases de una relación bilateral menos tensa. Ahora sólo queda que sus respectivas cámaras legislativas ratifiquen el nuevo acuerdo de desarme nuclear para su entrada en vigor.

Vladimir Orlov, presidente del Centro ruso de Estudios Políticos, un experto en materia nuclear que ha seguido de cerca y paso a paso las negociaciones que han dado lugar al acuerdo que deberá sustituir al START-1, vencido el pasado mes de diciembre. Orlov ha dirigido el Programa ruso Para la No Proliferación y es asesor de Naciones Unidas en No Proliferación Nuclear.

P: En el nuevo tratado para la reducción de sus respectivos arsenales nucleares, ¿cuál de los dos, Rusia ó Estados Unidos, tiene más que ganar o cuál es el que menos pierde? Tal y como lo ha anunciado el gobierno ruso, ¿podrá ser ya real la igualdad en esta materia?

R: El acuerdo es resultado de un compromiso complicado, pero tenemos a dos ganadores. Yo diría, incluso, que hay más ganadores porque la comunidad internacional también se va a beneficiar de la reducción de los arsenales nucleares de ambos países.

Tanto Rusia como Estados Unidos confiorman un sólo bloque de ganadores

Lo que puedo decir a ciencia cierta es que tanto Rusia como Estados Unidos conforman un solo bloque de ganadores. Cada uno ha conservado sus intereses. Ninguno de los dos va a ver reducida su seguridad nacional. Por eso es un tratado tan interesante. Por eso va a ser aceptado fácilmente -espero- por los órganos legislativos de ambas naciones.

Un acuerdo a distintas velocidades

P: En un plazo de 7 años, tendrán que limitar a 1.550 el número de sus cabeza nucleares. En ese apartado, Moscú tendrá que esforzarse más que Washington, ya que se calcula que el Kremlin cuenta con unas 3.000 ojivas y la Casa Blanca con unas 2.200. 

R: Es cierto, pero la situación actual es completamente distinta a aquella confrontación nuclear soviético-americana y,ahora no hay ni siquiera necesidad de una paridad exacta. Lo que es importante es definir la cantidad máxima de cabezas nucleares y de portadores y que haya un entendimiento en cómo se ha de llevar a cabo la reducción de las armas nucleares y de cómo se planteará la situación en el futuro.

No hay realmente necesidad de mantener la igualdad contando unidad por unidad. No excluyo que, cuando se ponga en práctica el tratado, las cantidades varíen e, incluso, sea mayor la reducción. Rusia tiene que moverse en ese sentido, al mismo ritmo que los americanos, pero no es necesario que sean pasos idénticos.

El escudo antimisiles, pendiente

P: Rusia exigía que este START II recogiera que la relación entre armamento defensivo y ofensivo es jurídicamente vinculante porque, de alguna forma, se aseguraba que Washington no podría excederse en su plan de instalar elementos de su escudo antimisiles en Europa Oriental ¿Esa vinculación se recoge de tal modo que calme los ánimos de todos? 

R:  Así es. Ese vínculo aparecerá, finalmente, en el preámbulo del tratado. Rusia quizás hubiera querido ir más lejos, pero estamos contentos con el resultado obtenido. Ahora, esa vinculación entre armas ofensivas y defensivas ya está reconocida. Además,  el nuevo START advierte de que, si el balance actual es infringido, puede llegar a ser una razón para abandonar el tratado. A partir de ahí es importante ya que se den otros pasos y uno de ellos ha de ser el acuerdo entre Rusia y Estados Unidos por el que se fijará la colaboración de nuestros dos países en materia de escudos antimisiles. Sólo a través de ese otro pacto podremos definir cuáles son las amenazas para qué necesitamos esos sistemas y de qué países pueden llegar los misiles hacia Rusia, hacia Estados Unidos y, especialmente, hacia Europa.

Esta sensación festiva en torno al START no significa que haya desaparecido la preocupación del escudo antimisiles

De momento, todavía tenemos cuestiones que plantearles a los americanos en este sentido y esta sensación festiva en torno a la firma del nuevo START no significa que dichas cuestiones hayan desaparecido. El escudo antimisiles va a continuar siendo un tema clave en nuestras conversaciones, pero la vinculación que aparecerá reflejada en el preámbulo del tratado nos satisface.

P: Pero recoger esa vinculación puede suponer un problema para Estados Unidos a la hora de que su Senado debata la ratificación del nuevo tratado.

R: Es algo que no se va a plantear solamente en el Senado estadounidense dentro de unas semanas, sino también, aquí, en la Duma. Creo sinceramente que los negociadores en Ginebra han hecho un trabajo colosal y desde luego que no tenían otra alternativa que hablar de la defensa antimisiles. Claro que Rusia podría haber exigido que se garantizara ¿en el mismo tratado- que Estados Unidos no ampliara su escudo a Europa del Este.

Una alternativa habría sido dar un portazo y evitar un compromiso. ¿Y eso reflejaría los intereses de Rusia? Creo que no

Pero, en primer lugar, el pacto es sobre armas estratégicas ofensivas. En Rusia somos realistas y lo entendemos. Lamentamos no tener un acuerdo concreto sobre los sistemas de defensa antimisiles, pero vivimos la realidad. En diciembre del año pasado y en enero de éste, los negociadores tardaron semanas en encontrar una solución al que podría ser un callejón sin salida. Una alternativa habría sido dar un portazo, parar las conversaciones y evitar un compromiso. ¿Y eso reflejaría los intereses de Rusia? Yo opino que no.

Relación de confianza mutua

P: Al parecer, también hubo diferencias importantes durante las negociaciones en torno a las inspecciones, a los procesos de inspección de los respectivos arsenales nucleares. 

R: Las inspecciones van a ser distintas. No van a ser las mismas que recogía el tratado ya extinguido, el START-1. Van a ser más sencillas y puntuales. Era, efectivamente, un tema complicado que discutir con los americanos. Ellos querían inspecciones más detalladas en la fábrica rusa de Votkinsk (580 kilómetros al este de Moscú). Nos parecía que eso no venía a cuento y, finalmente, los americanos nos han hecho caso. Habrá inspecciones, pero más ligeras. 

P: Usted que lo ha seguido muy de cerca, ¿considera que ha sido un tratado negociado con honestidad? ¿Que ambas partes han puesto sobre la mesa todos los números? 

R: Creo que honestidad es la palabra exacta. Los negociadores de ambas partes han trabajado honestamente. Y yo, concretamente, estoy muy satisfecho con el principio de honestidad, de diálogo y de compromiso que han demostrado los americanos. Los problemas que surgieron durante las diversas rondas de negociación tenían mucho que ver con cuestiones de carácter burocrático.  Y, dentro de la delegación estadounidense, no siempre hubo acuerdo. A veces, necesitaban tiempo para consensuar una decisión y para recibir las instrucciones desde Washington. Yo lo entiendo, es comprensible. Creo que, unos y otros, podemos mirarnos honestamente a los ojos, tanto los expertos rusos y americanos como los militares y diplomáticos de ambos países.

Estoy muy satisfecho con el principio de honestidad, diálogo y compromiso que han demostrado los americanos

Hay algo -quizás no tan evidente como para los expertos- que saben los que trabajaron en la preparación del START-1: Entonces, se sentaron las bases de un proceso que han dado pie al actual grado de colaboración, que -desde luego no ha tenido precedentes. Ha habido entendimiento tanto a nivel formal como informal, como en una comunicación normal. Todos nos acordamos de la frase de Ronald Reagan cuando, estando en Moscú, pronunció en inglés un proverbio ruso: "Trust, but Verify, Confía, pero Verifica". Pero las armas nucleares estratégicas -que son el tema que nos ocupa actualmente- no son objetos pequeños fáciles de ocultar. Y diría más: la variedad de medios técnicos que existen en la actualidad no permiten ni siquiera esconder objetos todavía más pequeños. No es necesario engañarnos, no viene a cuento. 

Un acuerdo histórico

P: En comparación con lo existente, ¿qué grado de diferencia e importancia marca el tratado alcanzado? Al parecer, estamos hablando de una reducción del 74% con respecto al START-1 de 1991.

R: Se ha dado, sin duda, un paso colosal. Hasta ahora, podíamos destruir el mundo varias veces con los arsenales que tenemos. Rusia y Estados Unidos poseen más del 95% de todas las armas nucleares del mundo.  ¿Y nos hacen falta unos arsenales así? Claro que no. ¿Y será posible llegar enseguida al nivel máximo establecido? Enseguida, es imposible. Pero se ha dado un paso grande y realista en desarme.

Se ha dado un paso grande y realista en desarme

Ha habido que marcar un máximo porque, por los intereses de seguridad nacional tanto de Rusia como de Estados Unidos, tampoco pueden tener menos. Es importante que se vaya vayan a reducir unos arsenales que, hoy por hoy, están dirigidos el uno contra el otro, como en la Guerra Fría. Y eso ya no es necesario, no hace falta, es algo que sobra y lo que sobra hay que destruirlo.

P: ¿Hubiera sido posible este acuerdo con George W. Bush? Porque, por parte rusa, el actual presidente, Dimitri Medvedev, estaba a favor de firmar un nuevo tratado, como también lo estaba su predecesor en el cargo, Vladimir Putin, el actual primer ministro. 

R: No, con Bush hubiera sido imposible llegar a firmar este tratado. El primer paso lo dio Putin cuando se reunió en Sochi ¿y fue la última vez que se reunieron- con Bush. Tuvieron una conversación agradable, sincera, pero estaba claro que a Bush no le interesaba el acuerdo. Los americanos no se negaban de una manera clara, pero sí que había falta de interés. Nosotros estuvimos prácticamente 10 años lidiando con una situación en la que Estados Unidos no mostraba ningún interés por reducir más su arsenal nuclear. Y es un deber, un compromiso de nuestros Estados. Rusia y Estados Unidos están de acuerdo con el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y, por eso, debemos cumplir con nuestras obligaciones. Si no las cumplimos, tal y como lo estaba haciendo la Administración Bush, otros -en otras partes del mundo- acabarían protestando.

Por eso, Bush hizo un mal trabajo de cara a la comunidad internacional en la No Proliferación y en el Desarme Nuclear, pero lo bueno es que ahora ya no lo recordamos y que podemos trabajar con la actual administración estadounidense. Para mí, lo más fácil sería explicarlo todo hablando del "Bush malo", pero a mí ya no me interesa, me interesa ver cómo nosotros junto con Estados Unidos- tiramos hacia delante. Rusia debe trabajar no con una Administración Bush ó una Administración Obama, sino con Estados Unidos como Estado. Este START II también marca unas bases que se continuarán negociando con o sin Obama.

Una ratificación tortuosa

P: ¿Cuál es el siguiente paso tras la firma de Praga? ¿Será fácil o no, como apuntábamos antes, la ratificación del START II en los órganos legislativos de ambos países? 

R: El proceso de ratificación del tratado es, ahora mismo, nuestro objetivo número 1. No podemos ¿Rusia ni Estados Unidos- tirar hacia delante con grandes expectativas hasta que el tratado no entre en vigor y sólo entrará en vigor cuando sea ratificado. Desde Estados Unidos, ciertamente, llegan señales contradictorias. A mí me preocupan porque veo que puede que no sea fácil ratificarlo en el Senado de Estados Unidos. ¿Que por qué? Pues, en primer lugar, porque hay muchos senadores americanos republicanos y demócratas que querrán aprovechar la oportunidad para dictar condiciones a Rusia y no precisamente relacionadas con los asuntos que hemos estado negociando. El debate, allí, estará vinculado a Ucrania, quizás a Georgia, sí a cuestiones interesantes, pero sin nada que ver con el desarme estratégico nuclear.

Me preocupa el proceso de ratificación en EE.UU. porque muchos senadores querrán dictar condiciones a Rusia

En cuanto a la Duma rusa, veo muy buena voluntad por parte de nuestro senador clave, Mijail Marguélov, presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Consejo de la Federación y que es responsable del proceso de ratificación. Y también veo muy buena disposición, constructiva, de quien dirige el Comité de Asuntos Exteriores en la Duma y es jefe de la delegación rusa de negociadores, Konstantin Kosachov, que es además un fiel seguidor de los intereses del desarme nuclear. De todos modos, nuestra oposición parlamentaria no duerme y le interesa unirse a la discusión. Por ejemplo, el Partido Comunista está en contra del nuevo tratado.