Una noche para recordar en la Mostra de cine Latinoamericano de Lleida
La Mostra de Cine Latinoamericano de Lleida ha dado, más que un giro, un gran salto hacia adelante este año, estrenando, en esta edición número dieciséis, el nuevo y espectacular Palacio de Congresos que acogió una gala inaugural llena de buen rollo y emoción.
Nos llenó de orgullo el Premio Angel Fernández Santos que nos otorgaron por la difusión del cine que hacemos desde hace más de veinticinco años en la radio pública y que me entregó mi antecesor, el prestigioso crítico y Director durante muchos años del Festival de San Sebastián, un siempre sonriente Diego Galán.
Es un galardón que pesa lo suyo, que nos pone el listón bien alto, y que vamos a colocar en lugar bien visible porque nos da fuerza e impulso para proseguir en el camino que nos hemos marcado de militancia cinematográfica aquí en Radio Nacional de España (RNE).
Como es de bien nacido ser agradecido, fue un placer dedicarle el premio a Argimiro Lozano con quien formamos tándem desde hace largo tiempo.
Un premio compartido con amigos
Muchos de los compañeros de viaje con los que compartimos el premio estuvieron en la sala, desde Toni Traveria, ex Director de RNE en Catalunya y actual responsable de Casa América en Catalunya, Montse Abad Directora de TVE en Sant Cugat, Ignasi Guardans, Director General de Cine del Ministerio de Cultura con el que coincidimos a menudo en distintas partes del mundo, el critico Angel Comas siempre dando pruebas de su magisterio de la manera más natural, Eduardo Moyano, tantos años de radio juntos, el Conseller de Cultura, Joan Manuel Treserras, que fue profe mío en la Universidad o el maestro Jaume Figueras que sigue, y es admirable, al pie del cañón.
El baño de cariño fue lo mejor de todo. Pudimos saludar a directores históricos como José María Forn (La piel quemada, Companys procés a Catalunya) y a los más jovenes que quieren comerse el mundo como Ramon Termens (Joves, Negro Buenos Aires) gente que va y viene de los Angeles como quien va al bar de la esquina.
Los directivos de la Academia catalana de cine Laia Fàbregas o Lluis Valentí nos felicitaban por la buena racha que llevamos y a los de la Española, Carlos Cuadros y Teresa Enrich les sorprendimos trabajando y cuadrando agendas y temas, ya a primera hora en la mesa del desayuno, eso es amor al arte y lo demás pamplinas.
Coincidimos con directores de otros festivales como Porfirio Enríquez o Claudio Utrera, que aporta dulces aires de Canarias, y con la adorable Mercedes Sampietro, a tope de trabajo pero siempre al lado de sus amigos.
Rodeados de actores
En tiempo de tertulia, el atractivo actor William Miller se quejaba de cómo se han exagerado estos días de Semana Santa las noticias de Salou, su tierra, y los jóvenes cachorros ingleses que asaltaron sus playas y Javier Espada nos tentaba para que visitemos el Museo que ellos han dedicado a Buñuel y que cumple ya diez años.
La primera cara amiga que vi al llegar a Lleida fue la de Ernesto Alterio que siempre me ha caído tan bien como su entrañable padre. Yo creo que, tanto a él como a Icíar Bollaín, espléndida actriz, directora y actualmente también vicepresidenta de la Academia española de cine, les hacía más ilusión mi premio que los de Honor que ellos recibieron y que dejamos descansar juntos en una repisa, sin quitarles ojo, no fuera a ser que desaparecieran como cierto Goya que ocupó incluso portadas.
Icíar Bollaín insistió en contarme, delante de su marido, una simpática anécdota que tenía en conserva y que sus hijos aún hoy recuerdan, cuando fui portadora de una gran alegría que ellos han colgado en el álbum de recuerdos familiares.
Fue el día en que, con la radio puesta y atenta a las noticias, atendía por otro lado telefónicamente a Paul Laverty, esperando ambos que se diera a conocer la Palma de Oro y sus gritos y sus llantos, al dar yo desde Cannes como película ganadora El viento que agita la cebada de Ken Loach con guión de "su" Paul.
Recordando viejos tiempos
El Director de la Mostra, Juan Ferré, recordaba que en la primera edición tenían doce películas y dos invitados, Federico Luppi y Patricia Reyes Spíndola. El reto es no perder ahora la característica de certamen donde uno se siente en familia nada más llegar y que hace que puedas alargar la sobremesa con Guillermo Toledo y Fernando Ramallo, hablando entre otras cosas de futbol (era el día previo al Madrid-Barça).
Por cierto que Willy -bronceado de Cádiz, no de Cuba, por si alguien tenía dudas- pagó de su bolsillo una consumición, para que luego digan... y acudió, a la una, como un señor, a un "Va de cine" en directo a pesar de que le dieron las nueve de la mañana sin acostarse. Aún le quedaron ánimos de hacernos propaganda y de aplaudir nuestro premio, junto a Jordi Dauder, otro amor de actor y de persona, generoso como pocos.
Por cierto que todos maravillados con las vistas a la ciudad que tiene la novena planta que ocupa RNE en Lleida y con la amabilidad de Paulina Fauste, que aparte de técnico es lo más parecido al ángel de la guarda.
Marisa Berenson, que presenta El discípulo (siempre que la veo me acuerdo de Muerte en Venecia), ha aportado más glamour a una Mostra que cerrará el día 24 con la entrega de otro premio de Honor a Juan Diego, un actor que es todo un símbolo en la profesión.
Como dejé escrito en el catálogo que me pidieron que firmara, qué noche la de aquel día, que no olvidaré jamás.