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¿Por qué afecta la ceniza de los volcanes a los aviones?

  • Una erupción en la isla de Java en 1982 marcó el protocolo de actuación
  • El radar 've' las nubes normales por la humedad, no detecta las de ceniza
  • La ceniza se adhiere a los componentes de los motores haciendo que fallen

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A eso de las 20:40 hora local del 24 de junio de 1982 el vuelo 9 de British Airways, con origen en Londres y destino Auckland (Nueva Zelanda), sobrevolaba el Océano Índico al sur de Yakarta cuando la tripulación vio como se formaba en el parabrisas un efecto similar al resplandor producido por fenómeno atmosférico conocido como fuego de San Telmo. Algo que no los alarmó porque es un relativamente habitual y no supone ningún problema para un avión.

Pero al poco empezó a detectarse humo en la cabina de pasajeros,  y aunque al principio se pensó que era humo de tabaco, ya que en aquel entonces aún se podía fumar a bordo, ese humo fue volviéndose cada vez más denso y con un peculiar olor a azufre.

De todos modos, no tuvieron mucho tiempo para preocuparse por eso, ya que a las 20:42 falló el motor número cuatro, seguido por el número dos a las 20:43 y el uno y el tres  unos segundos más tarde, convirtiendo al Boeing 747 en un planeador.

La nube de ceniza provocó el fallo de los cuatro motores

Este fallo simultáneo de los cuatro motores del 747, que en condiciones normales es prácticamente imposible que suceda, fue debido a que el avión estaba volando a través de la nube de ceniza provocada por la erupción del monte Galunggung en la isla de Java.

La tripulación no detectó la nube porque el radar de a bordo está diseñado para "ver" nubes normales, pues de hecho capta la humedad que hay en ellas, mientras que la nube de ceniza era seca, y como era de noche tampoco la pudo ver.

Al entrar en los motores la ceniza se fundió, adhiriéndose a sus componentes e impidiendo su funcionamiento, lo que provocó ese fallo múltiple.

Afortunadamente, al pararse los motores estos también se enfriaron, lo que hizo que se desprendiera la suficiente cantidad de ceniza fundida de ellos como para que los pudieran volver a arrancar, aunque al cabo de un rato el motor número dos volvió a pararse y ya no se pudo utilizar durante el resto del vuelo.

La visibilidad era muy escasa por las partículas de ceniza

A la hora de aterrizar en Yakarta la tripulación se encontró con otra sorpresa más, pues aunque los informes meteorológicos daban buena visibilidad, a ellos les resultaba prácticamente imposible ver la pista porque el efecto de las partículas de ceniza sobre el parabrisas había sido el mismo que el de lavarlo con un chorro de agua a presión con arena como los que se usan para eliminar pintadas de las paredes.

A pesar de eso, en un magnífico ejemplo de colaboración en la cabina el capitán Moody y su tripulación consiguieron aterrizar sin problemas, aunque una vez en la pista tuvieron que esperar a que viniera a recogerlos un remolque porque no veían nada.

Protocolo de vigilancia

El espacio aéreo en las proximidades del monte Galunggung fue cerrado tras este incidente, aunque se volvió a abrir a los pocos días, y no fue hasta que un 747 de Singapore Airlines se vio obligado a apagar tres de sus motores al pasar por la misma zona el 13 de julio cuando se cerró permanentemente ese espacio y se organizó un servicio de vigilancia.

Tratan de asegurar que no se produzcan incidentes similares

A partir de entonces, cada vez que se produce una erupción en cualquier lugar del mundo, se activan los protocolos de vigilancia que intentan asegurar que no se vuelvan a producir incidentes similares.

Por esto con la erupción de un volcán en Islandia, y a causa de los vientos predominantesse ha cerrado al tráfico el espacio aéreo del Reino Unido, Bruselas y Noruega,  provocando el caos en los aeropuertos europeos, especialmente porque el aeropuerto de Londres actúa como uno de los grandes centros de distribución de pasajeros de Europa.