Noriega, de hombre fuerte a patata caliente
- El ex general fue jefe del espionaje y quitaba y ponía presidentes a su antojo
- Tuvo el apoyo de EE.UU., que luego lo derrocaron en la incasión de 1989
El ex general panameño Manuel Antonio Noriega, que desde 1983 y hasta la invasión militar estadounidense de Panamá en diciembre de 1989 fue el hombre fuerte de este país, el poder detrás de los gobiernos de turno, sigue siendo un asunto incómodo para los panameños.
El gobierno panameño no ha hecho nada por obtener la extradición de Noriega, ha dicho su abogado en este país nada más conocer su entrega de Estados Unidos a Francia, donde debe cumplir una pena de 10 años de cárcel por blanqueo de dinero procedente del narcotráfico. "Es una historia con un final anunciado", ha agregado el letrado Julio Berrío.
Nacido en la ciudad de Panamá en el seno de una familia humilde el 11 de febrero de 1935, según su registro en el Seguro Social, aunque otras fuentes dan como año de nacimiento 1934 o 1938, Noriega asistió a una escuela pública y obtuvo una beca para estudiar milicias en la famosa escuela del Chorrillo en Perú.
Jefe del espionaje
A su regreso, en 1962, se alistó como teniente en la Guardia Nacional, donde empezó una carrera meteórica ayudado por su astucia y oportunismo, especializándose en guerra psicológica, contrainsurgencia y lucha contra el narcotráfico.
En 1968 apoyó el golpe militar que llevó al poder al general Omar Torrijos y dos años después, en 1970, en agradecimiento a su colaboración para sofocar una conspiración fue nombrado jefe del servicio de inteligencia: el temido G-2.
Tras la muerte de Torrijos en accidente de avión, en 1981, Noriega se disputó el poder con el general Rubén Darío Paredes, entonces jefe de la Guardia Nacional, quien creyendo tener el suficiente apoyo, en 1983 pidió la baja del Ejército para presentarse como candidato a la Presidencia.
El 12 de agosto de ese año fue nombrado jefe de la Guardia Nacional, en sustitución de Paredes.
Pese a las acusaciones de tener vínculos con el narcotráfico y el contrabando de armas, por medio de su asesor Mike Harari, antiguo jefe de los servicios secretos israelíes, Noriega contó en todo momento con el apoyo de Estados Unidos.
El líder en la sombra
En 1984 arrestó al teniente coronel Julián Melo, uno de sus más estrechos colaboradores, como responsable de una red de narcotráfico.
El oficialista Nicolás Ardito Barletta, que ganó las elecciones de 1984 gracias a un fraude, fue obligado a dimitir un año después por Noriega, tras abrir una comisión para investigar el asesinato del opositor Hugo Spadafora, del que era acusado el propio Noriega.
El sustituto fue el hasta entonces vicepresidente Eric Arturo Delvalle, que correría la misma suerte en 1988, cuando ordenó el paso a retiro de Noriega y su destitución.
“El que se va es él“
"El que se va es él", fue la respuesta de los militares cuando Del Valle anunció la destitución de Noriega, tras casi un año de crisis política protagonizada por la Cruzada Civilista para acabar con la dictadura militar.
El detonante de esa crisis fue el coronel Díaz Herrera, que en mayo de 1987, despechado por su pase a retiro, acusó a Noriega de narcotráfico, del asesinato de Spadafora, de complicidad en la muerte de Omar Torrijos y del fraude electoral de 1984.
El final de su mandato
Estas denuncias llevaron a EE.UU. a cambiar su opinión sobre quien hasta entonces era su hombre el Panamá, hasta darle totalmente la espalda y, a petición de la justicia, terminar por reclamarlo para juzgarlo por narcotráfico.
Las elecciones de 1989, ganadas por Guillermo Endara, fueron anuladas en medio de disturbios y se nombró presidente a Francisco Rodríguez, lo que supuso la continuidad de un régimen tutelado por los militares.
El 20 de diciembre de 1989, cinco días después de que asumiera el puesto de jefe del Gobierno, las tropas estadounidenses invadieron Panamá para "restablecer la democracia" y capturar a Noriega, algo que lograron el 3 de enero de 1990, al entregarse tras haber permanecido refugiado en la Nunciatura unos días.
Casi dos años después, en septiembre de 1991 comenzó el juicio en su contra y el 9 de abril de 1992 fue condenado a 40 años de cárcel por ocho delitos de narcotráfico y blanqueo de dinero.
La extradición del ex militar panameño a Francia se produce más de dos años después de que la justicia estadounidense diera por cumplida su pena y pese a que Noriega afronta varias condenas en su país.
"Aquí evidentemente lo que ha prevalecido es el interés político de EE.UU. y no el sentido de justicia", ha dicho por su lado, Mario Rognoni, ex ministro y una de las pocas personas que aún se reconoce como amigo personal del ex general.
"El interés político de EE.UU. es mantener a Noriega alejado de Panamá, interés que aparentemente comparten los políticos de nuestro país", ha añadido.