Gran remontada de Cameron ante un 'tocado' Clegg y un 'hundido' Brown en el último debate
- El conservador ha defendido una política económica austera
- Clegg y Brown se han descolgado con un discurso más flojo
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"Si votáis laborista, tendréis más de lo mismo; si votáis liberal demócrata, tendréis incertidumbre. Yo ofrezco el cambio que necesitamos". Y con estas palabras el conservador David Cameron se ha consolidado como el favorito en las encuestas tras el tercer y último debate televisado en Gran Bretaña antes de las elecciones del próximo 6 de mayo.
Contundente y seguro, sabía que debía mostrarse como un auténtico 'premier' y, según los sondeos, lo ha conseguido.
La encuesta de YouGov para el diario The Sun le otorga el 41% de los votos, frente a un lejano Nick Clegg, con un 32%. Otro sondeo, el de ComRes para ITV rebaja la diferencia entre el conservador, que obtendría un 35%, seguido a tan sólo dos puntos por el liberal demócrata. Ambas relegan, una vez más, al primer ministro, Gordon Brown, a un deshonroso tercer puesto.
La economía era el punto fuerte del 'premier', por eso su derrota de esta noche, es más trágica si cabe. Reconocido internacionalmente como un especialista en economía y dada su experiencia como canciller del Tesoro, se esperaba más de él, pero le ha faltado gancho para convencer al público.
Y eso que se ha librado de cualquier referencia al 'caso Gillain Duff', la pensionista a la que llamó "intolerante" sin darse cuenta de que tenía el micrófono abierto. De hecho, el desliz lo ha sacado a relucir él propio Brown al principio del debate: "Como pudieron comprobar ustedes ayer, no siempre hago las cosas bien, pero sí sé lo que hay que hacer para gestionar la crisis".
Austeridad frente a derroche
Pero Cameron ha estado más rápido y ha sabido utilizar la crisis griega para defender un discurso de austeridad y control del gasto público. "Con Grecia en las noticias en los últimos días, les puedo decir claramente que nunca me uniré al euro".
El conservador ha apelado al temor de los británicos. "Como sigamos así, nuestro déficit será más grande que el de Grecia", ha afirmado. Algo de lo que ha también han advertido los diarios británicos, después de que este miércoles la agencia de calificación crediticia Standard & Poor's rebajara en un punto la nota de la deuda española.
Frente a esta postura, tanto Clegg como Brown han defendido una teoría económica keynesiana de mayor intervencionismo estatal y mayores prestaciones sociales. El liberal demócrata ha prometido una reforma del sistema fiscal para hacerlo "más justo" y proporcional a la renta de los contribuyentes, pero le ha faltado arrancar con más propuestas.
Y es que Cameron ha sabido defender muy bien el que era su punto débil esta noche: su plan de recortar el gasto en 60.000 libras sólo este año. "El Gobierno tiene que apretarse el cinturón como lo han hecho las familias". Y ha sonado convincente.
Además, horas antes del debate, el presidente del Banco de Inglaterra, Mervin King, advertía que "quién gane estas elecciones, no volverá al poder debido a las reformas tan austeras que se verá obligado a realizar".
Clegg y Brown se descuelgan
Sin embargo, ha sido la inmigración, uno de los temas protagonistas de la noche, los que han acabado por desinflar a un Clegg, que ha vuelto a caer en defender una política de "papeles para todos" que no le benefició en el anterior debate.
Otro batalla que no ha sabido ganar, aunque 'a priori' le podría haber beneficiado, ha sido la de la vivienda. Ante la pregunta de una mujer casada que no podría comprarse un piso, su mejor argumento ha sido el de ocupar las "casas vacías que hay en muchas ciudades". Otra vez, muy flojo.
En los discursos de cierre del debate, Clegg -que revisaba demasiado a sus apuntes- se ha aferrado a su palabra clave, "justicia", Cameron a la de "cambio", y Brown ha sorprendido -quien sabe si anticipando lo que ocurrirá el próximo sábado- al afirmar que "puede que Cameron llegue al poder con la ayuda de Clegg, pero ellos no son la solución". O sí.