Las 5 posibles soluciones para el puzzle británico
- Lo incierto del resultado electoral británico abre un abanico de posibilidades
- Si los conservadores obtienen una victoria amplia podrían gobernar en minoría
- Si la suma de liberales y laboristas supera la mayoría el cambio sería cualitativo
- Clegg podría apoyar a Cameron en minoría o a un laborista que no fuese Brown
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El 7 de mayo puede ser el inicio de una nueva etapa en Reino Unido, pero no precisamente porque se haya producido un claro cambio de Gobierno.
Las peculiaridades del sistema electoral británico -que premia a la lista más votada en cada una de las circunscripciones y castiga al resto- hace perfectamente posible que el partido con más votos en los comicios tenga menos escaños, colocando a la Reina Isabel II -que debe encargar a un candidato la tarea de formar Gobierno- en una situación complicada.
Los últimos sondeos apuntan a que el resultado electoral será un parlamento 'colgado', es decir, una cámara en la que ningún partido tendrá los 326 escaños necesarios para lograr la mayoría absoluta.
Con todo, el alto porcentaje de indecisos y las llamadas al voto táctico -dar la confianza en cada circunscripción a aquel candidato que tiene más posibilidades y no al que se quiere votar- pueden alterar la situación unas décimas clave para definir el futuro de Reino Unido.
Éstos son los posibles escenarios:
Mayoría absoluta de los conservadores
Esta situación, vista como la más probable hasta hace apenas un par de meses, supondría que los conservadores conseguirían los 116 escaños más necesarios para gobernar en solitario, un vuelco similar al conseguido en 1979 por Margaret Thatcher para llegar a Downing Street.
La llave de los 326 escaños la tienen los llamados asientos marginales, es decir, aquellos en los que laboristas y liberal-demócratas ganaron por menor porcentaje en 2005.
Se estima que los conservadores necesitan un cambio a su favor de entre un 7-8% en estas circunscripciones. Una encuesta realizada este fin de semana por la empresa IPSOS-Mori para Reuters prevé por primera vez que los tories conseguirían un vuelco suficiente como para lograr una exigua mayoría de dos asientos.
El problema -que también señala la encuesta- es el alto porcentaje de indecisos, que hace imprevisible el diagnóstico. Además, el citado sondeo da por hecho que los tories podrían arrebatar a los liberal-demócratas los asientos que están en juego, algo que se hace difícil de creer dado el auge que tienen en los sondeos (en 2005 consiguieron un 22% y ahora no les dan menos de un 24%).
Si se produjese este escenario, los conservadores tendrían vía libre para hacer el fuerte recorte de las cuentas públicas que han anunciado y se podrían 'librar' de emprender la reforma constitucional que le piden los liberal-demócratas para cambiar el sistema electoral.
Mayoría relativa de los conservadores con apoyos minoritarios
Sin embargo, tal y como están los sondeos, los tories empiezan a plantearse un 'mal menor': quedarse cerca de la mayoría absoluta -en torno a los 310 escaños- y tener el apoyo externo de los partidos minoritarios de la cámara.
Estos partidos -en su mayoría regionalistas o independentistas- pueden lograr unos 30 escaños y se benefician del sistema electoral, ya que son muy fuertes en sus feudos tradicionales.
Uno de los más proclives a pactar con los conservadores sería el Partido Unionista del Ulster (DUP) que, eso sí, les pide a cambio que los recortes presupuestarios que planean no afecten al gobierno autónomo de Irlandal del Norte, donde gobiernan con los republicanos del Sinn Fein.
Los otros partidos que pueden ser clave son el SNP (Partido Nacionalista Escocés), que gobierna en Escocia, y el Paid Cymru, nacionalista galés.
El problema de ambos es que son independentistas, aunque los tories han mostrado bajo el mandato de David Cameron su respeto al proceso de devolución de competencias a las asambleas de Escocia y Gales, iniciado bajo el mandato de Blair tras 300 años de centralismo.
Los tories tienen la ventaja de que su escasa presencia en estas regiones convierte a laboristas y liberal-demócratas en los principales rivales regionales de este partido.
De hechp, los nacionalistas escoceses accedieron al poder tras desbancar a una coalición de laboristas y liberal-demócratas que gobernaron Escocia entre 1999 y 2007. Los nacionalistas escoceses, sin embargo, gobiernan en coalición con los laboristas como socio minoritario.
Por último, está la incógnita del Partido de la Independencia de Reino Unido (UKIP), que podría arañar algún escaño, aunque su euroescepticismo radical podría complicar más aún las relaciones de Cameron con Bruselas.
Mayoría relativa de los conservadores con apoyo externo de los liberales
Las matemáticas de las encuestas tampoco colocan aún a los conservadores en esta situación y les expone claramente a lo que hagan los liberal-demócratas.
La clave está en si la suma de laboristas y liberal-demócratas supera los 326 escaños. Si es así, éstos últimos tienen las llaves de Downing Street.
El conservador Cameron ya ha anunciado que está dispuesto a gobernar en minoría, lo que, si obtiene más votos y más escaños que los laboristas -y éstos se hunden a la tercera posición- dejaría a Clegg preso de sus propias palabras.
El líder de los liberales ya ha dicho que respetará la voluntad de los británicos y que la política de pactos de su partido se guiará por el veredicto electoral.
En este escenario, la teoría dice que Clegg haría de tripas corazón y permitiría la investidura de Cameron, pero no es probable que se integre en su Gobierno.
Aunque la sintonía entre Clegg y Cameron es mayor que la que el líder liberal tiene con Brown, el problema es que ambos partidos están en las antípodas en terrenos básicos como la Inmigración, Política Exterior, Defensa e incluso Economía.
Más aún, Clegg considera que la reforma electoral es condición imprescindible para dar su apoyo, algo a lo que se niegan los conservadores.
Con todo, para evitar mantener a un moribundo Brown, los liberales podrían abstenerse en la votación y complicarle la vida al nuevo gobierno desde el parlamento, sin pagar el coste político de un pacto.
Los laboristas tienen más escaños pero menos votos que los tories
Los laboristas pueden ser, después de todo, los vencedores de las elecciones...al menos en escaños. Aunque todas las encuestas los sitúan entre cuatro y cinco puntos por detrás de los conservadores, lo cierto es que el Laborismo tiene la ventaja de que tiene sus votos muy bien repartidos y que, por tanto, suele rentabilizar sus votos al máximo.
Con una desventaja de hasta seis puntos y en función de la distribución de votos, el partido en el poder podría retener el Gobierno si acepta la petición de reforma constitucional de los liberal-demócratas, que también llevan en su programa.
Con todo, hay que hacer una salvedad: si los laboristas quedan primeros en escaños pero terceros en votos -una posibilidad muy real- Clegg ya ha dicho que no podría apoyarles...si Brown es su líder.
En este caso, las quinielas se vuelven más y más rebuscadas, ya que los laboristas tendrían que elegir a un nuevo líder 'del agrado' de los liberales. Todos los ojos apuntan a dos hombres: el ministro de Exteriores, David Miliband, o el de Interior, Alan Johnson.
Esta posibilidad ha sido denunciada por los tories, que consideran que si se materializase sería un fraude a los electores, que podrían tener como primer ministro a alguien que no han elegido para esa función.
De hecho, las reticencias de Clegg a apoyar a Brown también pondrían en riesgo su apoyo aunque obtuviese más escaños que los conservadores y quedase en segunda posición, algo que está cobrando más fuerza en las últimas encuestas.
Mayoría relativa laborista con más votos
Si esto fuese así, es lógico pensar que los liberales terminarían apoyando a los laboristas, dado que tienen más puntos en común con ellos, y que terminarían apoyando la reelección de Brown, aunque con serias condiciones.
Los sondeos no contemplan esta posibilidad, aunque podría precipitarse si las llamadas al voto útil a los liberal-demóratas surgen efecto, ya que hay aún muchos votantes indecisos.
La victoria, por pírrica que fuese, sería un espaldarazo enorme para Gordon Brown, cuestionado por su propio partido y con unos índices de popularidad por los suelos.
Supondría también que sus apelaciones a la 'sustancia' de sus políticas más allá de su mala imagen habrían surgido efecto.