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La "última oportunidad" para solucionar la crisis nuclear iraní se llama Lula da Silva

  • Lula se encontrará con Ahmadineyad para buscar su cooperación 
  • De no haber acuerdo, Irán podría enfrentarse a nuevas sanciones

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Optimista, quizás demasiado, se ha mostrado el presidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva, ante el encuentro de este domingo en Teherán con su homólogo Mahmud Ahmadineyad, en el que espera alcanzar algún tipo de acuerdo que ayude a resolver la crisis nuclear iraní sin recurrir a la imposición de sanciones por parte de la comunidad internacional.

Considerada como la "última oferta" para que Irán evite enfrentar un cuarto paquete de sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, previsto para antes de junio si no hay acuerdo, también es una oportunidad para que Lula se reafirme como un interlocutor importante en la escena mundial.

"Viajo sabiendo que el diálogo que tendrá lugar es muy importane e intentaré utilizar todo mi poder de persuasion", ha afirmado el presidente brasileño antes de partir a la capital iraní, tras una breve estancia en Rusia donde se ha entrevistado con el presidente Dimitri Medvedev, quien estimó las probabilidades de éxito de la delicada misión de Lula en un 30%.

"Le dije a Obama que hay que hay que darle la posibilidad al presidente de Brasil para que utilice todos los argumentos de la comunidad mundial con el fin de que Irán coopere", ha señalado Medvedev ante la manifiesta desconfianza del gobierno estadounidense de que prospere algún acuerdo.

La administración Obama ha acusado a Teherán de intentar ganar tiempo aceptando la oferta de mediación de Lula, quien junto al primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, intentará conseguir algún gesto positivo de Ahmadineyad.

Brasil busca escalar posiciones

Lula intenta actuar como garante político de una operación que, de acordarse, daría un punto a favor de Brasil que busca posicionarse como un actor político global solucionando una de las tensiones políticas más importantes de la actualidad.

"De un lado, Irán es muy importante como socio comercial.  Y además, permite la proyección de Brasil en el escenario internacional con vistas a la conquista de una silla permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU", explica la especialista Sabrina Medeiros, profesora de Relaciones Internacionales de la Escuela de Guerra Naval en Río de Janeiro".

Brasil, miembro temporal del Consejo de Seguridad de la ONU al igual que Turquía, se opone a sancionar a Irán mientras no se compruebe que su programa nuclear tiene fines bélicos.

Pulso a la comunidad internacional

Irán mantiene un enconado pulso con gran parte de la comunidad internacional, que acusa a la república islámica de ocultar, bajo su programa nuclear civil, otro de naturaleza clandestina cuyo objetivo sería la adquisición de un arsenal atómico.

La clave de la reunión es hallar una fórmula capaz de satisfacer a todas las partes y que permita a Irán enriquecer uranio al 20% fuera de sus fronteras, en una operación que en principio se realizaría bajo supervisión del Organismo Internacional de la Energía Atómica.

Sin embargo, el régimen iraní alega que no confía en la otra parte y exige como garantía que el intercambio de combustible se realice en su territorio nacional, de forma simultánea, en cofres sellados y eso sí, aceptaría la supervisión del OIEA.

Además, Ahmadineyad ordenó el pasado febrero a sus científicos que ante la falta de enriquecer el uranio por sus propios medios. Desde entonces, EE.UU. trata de consensurar una nueva batería de sanciones, pero hasta la fecha se topa con la reticencia de países como China, Turquía o el propio Brasil.