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¡Todos al pleno!

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El resultado,169 votos a favor y 168 en contra, ha confirmado que todos los votos eran necesarios

Lleno hasta la bandera estaba hoy el hemiciclo del Congreso a la hora de las votaciones, con el ambiente propio de las grandes ocasiones.

Los grupos habían tocado a rebato para que nadie faltara porque la aprobación del "tijeretazo" del Gobierno dependía de un solo voto.

"Estamos todos", se apresuraban a informar los del PP, con sus 153 diputados sin excepción prestos a pulsar el botón del "no" al votar la convalidación del decreto-ley con las medidas del recorte.

Hasta el diputado del PP por Ceuta Francisco Antonio González, separado durante largo tiempo de la actividad parlamentaria por enfermedad, ha acudido al pleno de hoy.

Cuando avanzada la mañana ha entrado en el hemiciclo no ha parado de saludar a compañeros mientras subía las escaleras del grupo popular y todos le daban fuertes abrazos, besos, apretones de manos y muestras de afecto que ha agradecido emocionado.

Y tampoco se ha quedado en casa su colega del PP por Granada Juan de Dios Martínez, pendiente de una operación quirúrgica ni, por otros motivos, ninguno de los ministros que no son diputados y que por tanto no iban a oprimir hoy el botón del "sí" de su escaño.

De hecho, el Gobierno al completo ha estado en el banco azul en uno más de los difíciles lances políticos que está atravesando el presidente José Luis Zapatero.

Así que la sesión ha arrancado con gran expectación en las bancadas, repletas como hacía tiempo.

Se presumía que los "noes" al decreto llegarían a la amenazante cifra de 168 votos, a uno solo de los 169 "síes" socialistas.

Y eso si finalmente CiU se abstenía, porque sus diez escaños podían inclinar la balanza a uno u otro lado y su portavoz, Josep Antoni Duran Lleida, ha sopesado las opciones "hasta el último segundo", según han admitido fuentes de su grupo.

Tras la vicepresidenta económica, Elena Salgado, ha subido a la palestra el líder del PP, Mariano Rajoy.

"Examen final"

"Mi grupo parlamentario no va a contribuir con su voto a que su problema, el principal de la economía española, usted, siga ahí", ha sentenciado, entre aplausos de su grupo, dirigiéndose a Zapatero, serio y circunspecto durante toda la sesión.

Tras Rajoy, y mientras intervenían los portavoces de las minorías, el pasillo se ha ido animando con más y más periodistas y diputados, principalmente del grupo popular, que planteaban la jornada como un "examen final" para Zapatero ante la expectativa de una derrota en la votación que sin embargo nunca llegó a ser.

Insistían además en que, una vez que había hablado Rajoy, el presidente estaba obligado a replicarle al final del debate.

Cuando Josep Antoni Duran Lleida se ha dirigido a la tribuna de oradores las miradas han vuelto al hemiciclo; su discurso ha sido sin duda el escuchado con mayor atención.

Quizá acogieron los socialistas con alivio su anuncio de que CiU se abstendría, pero a sus oídos no les ha debido sonar muy bien eso de que a Zapatero se le acabó "su etapa como presidente de Gobierno" y que debe convocar elecciones generales, aunque sea en 2011, tras las catalanas.

Acabados los discursos de los portavoces -con un José Antonio Alonso (PSOE) durísimo con el líder del PP como colofón- el presidente de la Cámara, José Bono, ha anunciado que el debate continuaba con otro punto del orden del día.

Se ha escuchado un "¡ohhh!" procedente del grupo popular, que ha visto así cómo se quedaba sin debate porque el Gobierno no pedía la palabra, ni Salgado, ni Zapatero. Aislada, una voz ha dicho: "cobarde", calificativo no se sabe si dedicado a una u otro.

Los pasillos se han llenado de nuevo, con los diputados del PP, dispuestísimos al adelanto electoral, muy relajados y conversadores con los periodistas, incluido Rajoy.

No ha habido corrillos con los socialistas, cuyos rostros más bien serios denotaban preocupación ante lo que pudiera ocurrir en la votación, sabedores de que ninguna puede darse por ganada de antemano. Porque en el Congreso los errores, existir, existen.

Por la mínima

Al final, los colores verde, rojo y amarillo del panel se han encendido conforme a lo previsto, el decreto ha salido adelante por la mínima y los diputados socialistas podían sonreír a la salida.

También Zapatero, víctima en el pasillo de una de las avalanchas de periodistas más tumultuosas de los últimos tiempos.

Rodeado por todas partes de cámaras, micrófonos y esforzados escoltas que intentaban abrirle paso a través de la piña compacta que formaban los informadores, le han pedido opinión sobre la soledad parlamentaria del Gobierno.

"No parece que esté muy solo, al menos de periodistas", ha contestado Zapatero, al que hoy, pese a todo, le quedaba algo de humor.