Obama llega a Luisiana para supervisar de primera mano la gestión contra el vertido
- Es su segunda gira por las zonas afectadas del Golfo de México
- Este derrame es el peor en la historia de EE.UU.
- Obama se reunirá con los coordinadores de las operaciones sobre el terreno
El presidente de EE.UU., Barack Obama, ha llegado este viernes a Nueva Orleans, Luisiana, en la que es su segunda gira por las zonas afectadas por el vertido en el Golfo de México.
Obama quiere supervisar de primera mano las tareas de lucha contra el derrame de crudo, que lleva emanando del pozo cinco semanas desde que se produjo la explosión, que causó además once muertos, y el posterior hundimiento de una plataforma petrolera operada por BP.
Obama tiene previsto reunirse con el jefe de los Guardacostas y coordinador de las operaciones sobre el terreno, el almirante Thad Allen, así como con funcionarios locales, incluyendo el gobernador de Luisiana, Bobby Jindal.
Este derrame es el peor en la historia de Estados Unidos y mucho mayor que el provocado por el accidente del petrolero Exxon Valdez en Alaska en 1989, que vertió más de 40 millones de litros.
La directora del Servicio Geológico de EEUU, Marcia McNutt, apunta que los cálculos preliminares realizados por un grupo de científicos indican que el pozo abierto ha arrojado entre 71 y 147 millones de litros de petróleo al mar desde el accidente del 20 de abril.
El congreso cuadriplica el impuesto a las petroleras
Mientras Obama comprueba personalmente los efectos del vertido en Luisana, la Camara de representantes de EE.UU. ha aprobado una medida que multiplica por 4 el impuesto a las petroleras con el fin de alimentar un fondo para indemnizar a las víctimas de la marea negra.
El impuesto se incrementaría de 8 a 34 centavos de dólar (de 6 a 27 céntimos de euros) por barril y su objetivo es recaudar 12.000 millones de dólares (poco menos de 10.000 millones de euros) durante 10 años para el fondo de compensación que actualmente cuenta con 1,5 mil millones de dólares (1,2 mil millones de euros).
Aprobado por 215 votos contra 204, el texto también señala el límite de gasto para cada catástrofe, que oscila entre 1 y 5 mil millones de dólares.