La investigación biomédica con tejidos cerebrales
Todo lo que a día de hoy se conoce sobre enfermedades neurológicas como el Alzheimer, el Parkinson o la Enfermedad de Huntington, entre otras, se debe principalmente a estudios realizados con el material que guardan bancos de tejidos como el de la Fundación CIEN. El tejido humano contiene todos los datos moleculares sobre las enfermedades neurodegenerativas y su estudio es la base sobre la que desarrollar fármacos y estrategias terapéuticas.
Cada vez que llega un cerebro al BT-CIEN, se divide en dos mitades, una de las cuales es estudiada y analizada por el equipo del banco de cerebros para determinar y diagnosticar a ciencia cierta qué tipo de enfermedad es la que padecía el paciente, ya que en la mayoría de las enfermedades neurológicas el diagnóstico "es sólo de probabilidad hasta que se hace el diagnóstico post-mortem", explica el director del banco, el neuropatólogo Alberto Rábano.
Se hace un muestro sistemático de ese hemisferio cerebral y se clasifica el tipo de enfermedad y su grado y, posteriormente, a los investigadores se les envían aquellas muestras en congelación que requieren del hemisferio cerebral contrario. Para ceder esos tejidos para investigación, el BT-CIEN tiene que valorar primero el proyecto que presenten los investigadores, tal y como recoge la Ley de Investigación Biomédica.
Aparte de cerebros, el banco también recoge, procesa y almacena sangre, líquido cefalorraquídeo y otro tipo de tejidos.
Además de ceder tejidos para investigaciones, el BT-CIEN desarrolla otras investigaciones que sólo los bancos de cerebros son capaces de realizar por su capacidad de acumular patologías infrecuentes y series importantes como 'taupatías' -enfermedades neurodegenerativas causadas por la acumulación de la proteína tau-, según indica Rábano, que añade que "hay determinadas patologías que sólo se pueden estudiar aquí". Para ello, el BT-CIEN se asocia con universidades o el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Alta demanda internacional
El BT-CIEN recibe peticiones de tejidos de investigadores de toda España, pero también de numerosos países extranjeros como Alemania o Francia.
Ese interés internacional obedece, según el director del BT-CIEN, a que, por un lado, los investigadores buscan enfermedades y tejidos raros que estén bien conservados y, por otro, a que la legislación española permite utilizar y procesar los tejidos con intervalos post-mortem muy cortos, "lo que le da una excelente calidad", según Rábano.
Así, mientras que en otros países tienen que transcurrir 24 horas después de la muerte para que se puedan manejar los tejidos, en España se hacen las autopsias "a dos horas y media post-mortem".
Según Rábano, esto es posible gracias a que en España, el Instituto de Salud Carlos III y el Ministerio de Ciencia e Innovación han hecho "un gran esfuerzo" para organizar bien los bancos de tejidos y dotarlos de una legislación adecuada, mientras en países como Francia "todo está muy burocratizado y existen mil trabas de comités científicos y éticos que al final hacen que les sea más fácil pedir las muestras fuera que en su país".