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Treinta años de cárcel para el caníbal que se comió a su compañero de celda en Francia

  • Cocinó trozos de carne con arroz y cebolla
  • Ha asegurado que "disfrutó" con lo que hizo

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Treinta años de cárcel, 20 de ellos de obligado cumplimiento, es la condena que un tribunal francés ha establecido para Nicolas Cocaign, más conocido como "el caníbal de Rouen", acusado de matar y comerse parte de los pulmones de uno de sus compañeros de celda.

La fiscalía había pedido dicha condena alegando, como ha expresado la representante del ministerio fiscal ante el Tribunal de lo Criminal de Rouen que, aunque los informes psiquiátricos coinciden en que el acusado tiene problemas mentales, eso no le exime de responsabilidad penal.

Además, ha añadido que el sentido común o discernimiento del acusado estaba "alterado" pero no anulado en el momento de los hechos, el pasado 2 de noviembre de 2007.

Durante el juicio, que comenzó este lunes, Cocaign, de 39 años, llegó a decir que disfrutó con lo que hizo.

"La carne humana tiene buen gusto. Es tierna como la del ciervo. Me gustó hacer lo que hice", declaró ante el Tribunal.

Espeluznante relato

En su declaración, reveló además los detalles más espeluznantes sobre cómo mató a Thierry Baudry, de 31 años, sólo porque le miró mal cuando le dijo que se fuera a lavar las manos.

En ese momento, sintió que no podía controlarse y tuvo "una subida de adrenalina" que le llevó a abalanzarse contra él, golpearle en todo el cuerpo, clavarle unas tijeras varias veces y rematarle asfixiándole con una bolsa de basura hasta asegurarse de que estaba muerto.

Pero lo peor llegó después cuando, según su propio relato, a la hora de la cena se le ocurrió abrirle el pecho con una cuchilla de afeitar, meter la mano y coger lo que creía que era el corazón aunque resultó ser un pedazo de sus pulmones.

Inmediatamente se lo comió, parte crudo y parte cocinado. "Lo hice por curiosidad. Quería saber qué gusto tenía la carne humana. La preparé con un poco de cebolla y arroz. Y me lo comí", describió entonces.

Testigo de la macabra escena fue un tercer compañero de celda, acusado en principio de complicidad pero finalmente absuelto y que, poco después de lo ocurrido, se suicidó en prisión.