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Balenciaga, el arquitecto de la moda

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Informe Semanal - Balenciaga, el arquitecto de la moda

Cristóbal Balenciaga decía que un buen modista  debía ser arquitecto en sus bocetos que sirven de plano, escultor por su manera de abordar la forma, pintor para resolver los problemas del color, músico para armonizar los elementos y filósofo en la mesura.

Cuando vimos que el museo de Bellas artes de Bilbao  había inaugurado una pequeña exposición del modisto vasco, como anticipo de la gran retrospectiva con la que se inaugurará el próximo año el esperado Museo Balenciaga de Guetaria, decidimos que era una oportunidad extraordinaria para acercarnos a la figura de este icono de la moda, gran embajador de la cultura estética española en unos años de sombra y oscuridad.

La Marquesa de Torres, madre de la reina Fabiola fue  primero su mecenas y después una de sus mejores clientas. Gracias a ella comenzó su formación en Burdeos y a partir de allí abrió sus primeras tiendas en San Sebastián,   Madrid y Barcelona y por último Paris. Allí llega en 1937 y desde su primera colección, en agosto de ese mismo año, se ganó el aplauso y la admiración de todo el mundo.

En París con Givenchy

Desde el primer momento, el gran reto  del reportaje fue conseguir que el señor Givenchy,  el último de los grandes maestros de la alta costura que sigue vivo, pudiera concedernos una entrevista.

Aunque nunca trabajó personalmente con Balenciaga, como fue el caso de Courreges o Ungaro, Givenchy fue uno de sus mejores amigos y su más rendido admirador. Siempre ha dicho que Balenciaga para el era Dios y que cuando le conoció  se dio cuenta de que no sabía nada del oficio.

Actualmente es presidente de la Fundación Balenciaga  a la que ha cedido  parte de su  colección particular. Además, el mismo ha comisariado una exposición que puede verse estos días y durante todo el verano en el Castillo de Haroué  al norte de Francia.

Givenchy nos recibió en su palacio de París y durante nuestra agradable charla Givenchy nos habló de su estilo, de su forma de ser, de su trabajo y nos contó muchas anécdotas. En el reportaje se recogen parte de sus reflexiones pero aquí os dejamos  su minuciosa respuesta sobre cómo se conocieron los dos modistas.

Fue uno de sus mejores amigos y su más rendido admirador. Siempre ha dicho que Balenciaga para el era Dios y que cuando le conoció se dio cuenta de que no sabía nada del oficio.

Cuatro décadas de moda

Balenciaga vistió a la aristocracia europea y a las mujeres más poderosas y ricas del mundo. Una de sus principales clientas fue la Marquesa de Llanzol y su hija Sonsoles Díez de Rivera. Su primer vestido  de Balenciaga lo tuvo a los siete años, cuando hizo la comunión. Sonsoles nos contó detalles sobre las pruebas con Balenciaga, los desfiles y la relación que tuvo el modisto con su madre.

La hija de la Marquesa de Llanzol tuvo su primer vestido de Balenciaga a los siete años, cuando hizo la comunión.

También uno de sus colaboradores, Juan Mari Emilas,  que trabajó en Madrid y ayudó a Balenciaga cuando se retiró en 1968  realizando algunos de los encargos que le hacían sus amigas más íntimas,  aportó su mirada cercana  y nos habló sobre la perfección y el rigor de la obra del gran modisto vasco. Un hombre que huyó siempre de la fama y la notoriedad aunque ansiaba la perfección máxima y la belleza sublime de la elegancia.