Los problemas de salud de los astronautas
Ciencia al Cubo
El nacimiento de perritos fluorescentes, la muerte de una chimpancé calva, qué son las neuronas espejo, el origen de los ojos azules o por qué nos salen canas. De la mano de América Valenzuela, en 'Ciencia al Cubo' pueden escuchar las historias más variopintas sobre temas científicos de actualidad. Emisión en Radio 5: Lunes a viernes 10:07; Sábados 09:22 / 17:52 / 21:06; Domingos 09:22 / 17:55
Ver la Tierra desde el espacio por una ventanilla y por la otra el espacio infinito. Vivir meses en la Estación Espacial Internacional debe ser algo fascinante. Un privilegio al que solo los mejor preparados físicamente pueden acceder. No es para menos las alteraciones del cuerpo que aparecen durante estas largas temporadas en ingravidez son muchas y de lo más variadas.
Los problemas pueden empezar nada más despegar. Se puede producir el llamado 'mal del espacio'. Básicamente es una alteración del aparato vestibular, situado en el oído interno y que controla el equilibrio.
“Nada más despegar se puede producir el llamado 'mal del espacio'“
Según explican desde la Agencia Espacial Europea, es algo muy incómodo porque los astronautas sienten vértigos, náuseas que pueden llegar a incapacitarles durante unos días. Al final se pasa. Pero quien lo sufre en el espacio también lo suele sufrir al regresar a la Tierra. Les sucede algo similar: pierden el equilibrio, no pueden caminar bien, la cabeza les pesa mucho y titubean al hablar. Es curioso.
Otro de los efectos de la ingravidez es la atrofia muscular. En ausencia de gravedad muchos músculos dejan de utilizarse, o se usan muy poco, y por lo tanto que se debilitan.
Para evitarlo en la Estación Espacial Internacional hay máquinas, como las del gimnasio, pero habilitadas para el espacio. Con especial mimo cuidan de otra manera un músculo muy concreto, el más importante de nuestro cuerpo: el corazón.
En ingravidez no tiene que bombear con tanta fuerza para hacer llegar la sangre al cerebro así que puede atrofiarse. Por eso hacen ejercicios cardiovasculares, como pedalear o bailar, hacer aerobic. Lo que sea, pero que haga trabajar al corazón.
Los astronautas también pierden masa ósea cuando permanecen meses en el espacio. Como los astronautas no caminan, sus huesos no sienten el impacto contra el suelo y con el tiempo los huesos se desmineralizan y se produce osteoporosis. Por eso en la ISS también tienen aparatos para imitar el golpe contra el suelo.
“Los fluidos del cuerpo tienden a acumularse en la cabeza“
La cara hinchada y la lengua. Es otra de las alteraciones espaciales. Como los fluidos del cuerpo no están atraídos por la gravedad tienden a acumularse en la cabeza. La lengua hinchada altera el sentido del gusto y los astronautas tienden a echar más sal de la debida en las comidas. Algo que van a tener que dejar de hacer si no lo han hecho ya puesto que los expertos en medicina espacial han observado que la sal se acumula en ingravidez de una forma que aún no han llegado a averiguar y que acelera la desmineralización de los huesos.
Y ya el colofón. En el espacio los astronautas están expuestos a radiaciones que aumentan su riesgo de padecer cáncer. Las radiaciones proceden del sol y atraviesan casi todos los materiales. La nave tiene un escudo protector y los trajes espaciales para dar los paseos también. Desde hace años, los expertos se afanan en encontrar nuevos materiales para construir escudos más eficaces, sobre todo de cara a los futuros viajes a Marte, donde la exposición a radiaciones será mucho mayor.
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