Cuando las piernas se niegan a descansar
El S
Entre probetas
¿Quién dice que la Ciencia y, sobre todo, su Divulgación (ambas conmayúsculas) tienen que ser aburridas?¿Se puede divulgar e informar de los principales logros e hitos científicos sin dejar el humor, motor de vida, en el intento? Entre Probetas nació para informar. Entre Probetas surge para divertir. Mi labor como Profesor, Investigador y Director de Cultura Científica de una de las mejores universidades y centro de investigación del país -Universidad Autónoma de Madrid y Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, respectivamente- me permiten estar en primera línea informativa en áreas afines, o no tan afines, a mi propio desarrollo como científico; como biólogo molecular y microbiólogo. Emisión: Lunes a Jueves 15.36; Sábado 14.52; Domingo 09.52 y 14.52
Puede convertirse en una verdadera pesadilla aunque, en realidad, es causa de insomnio. La sensación de tener que mover constantemente las piernas dificulta la posibilidad de tener una vida normal. Nos estamos refiriendo al denominado Síndrome de las Piernas Inquietas.
El Síndrome de Piernas Inquietas (SPI) es un trastorno neurológico que se manifiesta por el deseo insoportable de tener que mover las piernas, generalmente por las noches, por lo que el descanso se dificulta sensiblemente. Sus causas y factores de riesgo siguen guardando muchas incógnitas.
“Un estudio confirma la existencia de un componente hereditario“
Un reciente estudio llevado a cabo en la Universidad de Montreal publicado en la revista Archives of Neurology, caracteriza y analiza los datos clínicos de 671 casos familiares con SPI en Quebec, Canadá, confirmando la existencia de un componente hereditario importante con expresión variable de los síntomas.
Al parecer, los hermanos de afectados por el síndrome tienen más de tres veces y media el riesgo de padecerlo siendo, además, mucho más frecuente en mujeres que en hombres. Los hijos de un afectado, por otra parte, casi duplican las posibilidades de padecerlo hacia los 40 años, si bien, los síntomas suelen ser menos severos que en los padres.
En el caso de las mujeres, incluso, se incrementan las opciones de padecer el trastorno, si éstas sufren de anemia, déficit de hierro, artritis o, en especial, si se ha tenido embarazos múltiples.
En la actualidad siguen sin conocerse los posibles componentes genéticos que conducirían a este molesto trastorno. El diagnóstico básicamente se lleva a cabo a partir de entrevistas con los afectados, sin que existan pruebas fiables totalmente.
Mientras tanto, si siente hormigueo en los muslos, frío, calor, calambres o dolor que le impiden conciliar el sueño y tener las piernas relajadas, antes de que su pareja le llame rabo de lagartija, debería hacérselo mirar.
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