Una temporada de huracanes especialmente activa
Ciencia al Cubo
El nacimiento de perritos fluorescentes, la muerte de una chimpancé calva, qué son las neuronas espejo, el origen de los ojos azules o por qué nos salen canas. De la mano de América Valenzuela, en 'Ciencia al Cubo' pueden escuchar las historias más variopintas sobre temas científicos de actualidad. Emisión en Radio 5: Lunes a viernes 10:07; Sábados 09:22 / 17:52 / 21:06; Domingos 09:22 / 17:55
La temporada de huracanes en el Atlántico empezó oficialmente el 1 de junio y terminará el 30 de noviembre. Los meteorólogos han anunciado este año que la temporada es especialmente activa. Prevén la formación de entre 8 y 14 huracanes, de los cuales entre 3 y 7 serán intensos.
Por el momento solo una tormenta tropical se ha convertido en huracán, y de categoría 2, que dentro de lo que cabe no es mucho. Fue Alex. Golpeó la semana pasada la costa de México con vientos de 165 kilómetros por hora. En cuanto llegó a tierra empezó a debilitarse y se convirtió de nuevo en una tormenta tropical. Es el primer huracán que se forma en el mes de junio desde 1995. Y los meses más intensos de formación de huracanes están aún por llegar. Son agosto y septiembre.
Para que se genere un huracán la superficie del mar debe tener una temperatura mayor de 26,5 grados centígrados. Cuando esta superficie de mar caliente confluye con una zona de la atmósfera con bajas presiones, con vientos provenientes de varias direcciones, entonces, se forma el huracán.
La formación de un huracán paso a paso
Paso a paso la formación de un huracán sería más o menos así: los vientos de la zona de baja presión empujan las nubes hacia arriba provocando de nuevo un descenso de la presión atmosférica en esa zona. Esto hace que los vientos empiecen a soplar con más fuerza.
La característica forma de espiral es producto de la propia rotación del planeta. Esta acelera el movimiento como de sacacorchos propio de los vientos con dirección ascendente. Cuando estos vientos rápidos llegan lo suficientemente alto como para enfriarse, las nubes, que son vapor de agua, forman gotas de agua que caen en forma de lluvia.
Seguimos, esta lluvia además de liberar calor, provoca de nuevo una disminución de la presión en el ojo del huracán. De esta forma, el huracán puede ir autoalimentándose y cobrando fuerza hasta convertirse en una auténtica bestia de fuerza 5, de vientos de más de 250 kilómetros por hora.
Eso sí, si no se siguen dando las condiciones adecuadas, el huracán pierde intensidad, y si hay suerte cuando llegue a la costa será una simple tormenta tropical, como ha sucedido con Alex.
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