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Jesús López Cobos: "No he cumplido en absoluto las expectativas con las que llegué al Teatro Real"

  • El director musical del Real abandonará su puesto tras el Simon Boccanegra
  • La forma en que se manejó su no renovación de contrato, "impresentable"
  • "Con Mortier sólo tuve una conversación de 15 minutos. No me pidió consejo"

Por
López Cobos ensaya 'La Traviata' con la Orquesta Sinfónica de Madrid.
López Cobos ensaya 'La Traviata' con la Orquesta Sinfónica de Madrid.

Jesús López Cobos

Nació en Toro (Zamora) en 1940

Debutó en Praga como director sinfónico

Debutó en Venecia como director de ópera

Fue director invitado de la Ópera de Berlín (1971 a 1980)

Director general de música de la Ópera de Berlín (1981-1990)

Director invitado de la Filarmónica de Londres (1975-1981)

Director artístico de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati (1986-2001)

Director artístico de la Orquesta de Cámara de Lausana (1990-2000)

Director musical emerito de Cincinatti

Director titular de la Orquesta Nacional de España (1984-1988)

Primer director español que dirigió en La Scala de Milán, el Covent Garden de Londres, la Ópera de París y el Metropolitan de Nueva York

Recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1981)

Es miembro de Honor del Teatro de la Ópera de Berlín

Doctor honoris causa por la Universidad de Cincinnati

Entre el 17 y el 29 de julio, Jesús López Cobos sostendrá la batuta para dirigir por última vez a la Orquesta Sinfónica de Madrid como director musical del Teatro Real. La obra elegida será el Simon Boccanegra de Giuseppe Verdi, que se representará durante ocho funciones -tres de las cuales contarán con Plácido Domingo y Angela Gheorghiu en el reparto- [Ver calendario].

Desde el 22 de junio, el maestro ensaya con los equipos la que será su despedida del teatro madrileño tras siete años en el puesto. López Cobos nos hace un hueco entre los ensayos para mirar hacia atrás, hacia adelante, ofrecer sus reflexiones sobre la música, recordar su trayectoria y, como el Fiesco de la obra, lamentarse con "lacerato spirito" de lo mal que su España natal le ha tratado, obligándole una vez más a ser un exiliado cultural.

  • P. ¿Habrá una despedida especial en su última función, el 29 de julio?

R. No, nada especial. Decir adiós.

  • P. ¿Nada? ¿Se cierra el telón y ya?

R. Se sube el telón, mutis por el foro y se terminó. [Tras el laconismo se adivina cierta emoción contenida]

 

  • P. Plácido Domingo estará el 22, el 25 y el 28... 

R. Exactamente. Y como él viene de hacerla obra en diversos teatros, ahora en concreto en el Covent Garden, acordamos que -como lógicamente no iba a estar un mes ensayando- haya prácticamente dos repartos, uno para cinco funciones y otro para tres, en las que viene Plácido. Ese reparto viene a ensayar a partir del día 19, después de nosotros haber hecho la premiere. Ensayan el 19 y 20 y luego se incorporan a las funciones.

  • P. ¿Ha hablado con él recientemente?

R. De la obra no porque yo le conozco de sobra y con Plácido nadie tiene problemas musicales, en absoluto. Él está haciendo la obra por todas partes este año, así que con los días que vamos a tener aquí de ensayo van a ser más que suficientes.

  • P. ¿De otros temas sí han hablado? Él está en condiciones...

R. Sí, sí, además, por todas partes donde la está haciendo, está teniendo un gran éxito. No tengo la menor duda.

 

  • P. Es uno de los pocos directores españoles de talla internacional con éxito. Se ha definido como un "exiliado cultural". ¿Cómo es eso?

R. Yo he pasado de los 41 años que he dirigido, solamente he pasado diez años trabajando en España. Siete en el Teatro Real y tres con la Orquesta Nacional.

  • P. ¿Y eso por qué?

Pertenezco a una generación de músicos que se tuvo que exiliar como músicos. En los años 60, que es cuando yo empecé a estudiar música de verdad, en España sólo existían tres orquestas, no había ninguna salida profesional y eso lo sabíamos todos. Yo me marché en el año 66 de España a sabiendas de que si quería hacer algo en el mundo de la música me tenía que ir fuera de mi país.

Desde entonces, tengo que reconocer que el cambio ha sido fantástico para la vida musical de nuestro país. Ahora mismo hay más de 30 orquestas profesionales, hay magníficas salas de conciertos, teatro de ópera... Por eso he trabajado en estos últimos años mucho más en España.

  • P. ¿Y la causa de ese cambio dónde está?

Se debe a la necesidad de un público que estaba esperándolo. Y al desarrollo político del país. Cada comunidad autónoma quería tener su propia orquesta, su propio teatro, su propia sala de conciertos, y eso ha hecho que un país que era muy centralizado, en el que no había una vida musical intensa, tenga una vida musical normal para un país del sur.

  • P. ¿Y como está la música en el sistema educativo de enseñanza media...?

Ahí es donde yo creo que está el punto flaco, y no solamente en España. Hasta en países como Alemania, en el colegio se está abandonando la enseñanza de la música porque el político no se da cuenta de que la educación no es sólo la enseñanza técnica, son también las enseñanzas artísticas.

La formación artística se está dejando de lado en aras de la técnica

El arte no es simplemente entretenimiento. El arte es una formación del espíritu. Y esa parte tan importante de la formación de las personas se está dejando de lado en aras de las enseñanzas técnicas, de las nuevas tecnologías...

  • P. Pero la música pop se oye más...

Ahora se oye más música que nunca, pero se oye más música mala que nunca. Y eso es lo peor, que la música se ha convertido en un ruido de fondo. Está muy bien escuchar todo tipo de música, pero los niños no tienen o tienen muy poco la chance de escuchar la otra música. Y que en muchos de ellos se despertaría también la curiosidad y el amor por la música. Yo he visto en el Teatro Real.

  • P. ¿Dónde nace la vocación musical de Jesús López Cobos?

De la afición de mis padres, a los que les encantaba la música y de que con diez años me fui a estudiar a un seminario, donde todos los días cantábamos gregoriano. Mi padre era un enamorado de la música, mi madre era la típica madrileña que estaba cantando todo el día zarzuelas. En la época en que yo era niño no había televisión y mi padre siempre ponía música clásica.

En el seminario estuve desde los 10 hasta los 17 años, una época muy importante en la vida de cualquier chaval. En aquella época la Iglesia católica practicaba todavía la gran música, la música del siglo XVI, del siglo XV español... Cantábamos polifonía todos los días. Y cuando salí del seminario, y me fui a estudiar Filosofía a la universidad, porque yo en un principio no pensaba dedicarme a la música, era ya un veneno que estaba ahí dentro.

En la universidad canté en el coro y lo dirigí y fui entrando en el mundo de la música sin verdaderamente buscarlo porque era realista y sabía que salidas profesionales en España en aquella época no las tenía, pero tenía ese veneno y quise por lo menos estudiar fuera, salir y probar, y tuve suerte.

  • P. ¿Cómo supo que quería ser director?

A mí la composición me atraía solamente como conocimiento. Estudié composición porque además era parte de nuestros estudios y te lo exigían para estudiar dirección de orquesta. Pero a mí nunca me interesó la creación, me interesó la interpretación, hacer música de otros. Y luego pues un poco el destino. Me encontré dentro del mundo de la ópera muy rápidamente.

  • P. ¿Cómo se nota esa conexión con los intérpretes?

Eso se nota, sin duda. Los directores somos los primeros que nos damos cuenta si lo que estás haciendo es aceptado y si además estás recibiendo lo que tú esperas de una orquesta, de un coro o de unos cantantes. Y esa además es la mejor crítica que tenemos. Nosotros nos damos cuenta de si lo que estás haciendo está bien hecho. No necesitas que nadie te lo diga desde fuera.

  • P. ¿Cuál ha sido su momento más hermoso en su carrera hasta ahora?

En las carreras de los músicos siempre hay altibajos. No puedes decir que has tenido una etapa que ha sido una maravilla y después no. Mis mejores satisfacciones operísticas fueron quizá en la Ópera de Berlín, porque estaba en un gran teatro, con grandes medios. Allí tuvimos la chance, la oportunidad de hacer El Anillo de los Nibelungos en Japón. Era la primera vez que se hacía allí, y eso es algo que te marca para toda la vida. Es un clímax.

Una no renovación de contrato "impresentable"

Estoy de acuerdo con que quisieran cambiarlo todo, pero no con las formas

  • P. En la presentación de la temporada 2009-2010 se quejó de las formas con las que el Patronato ha dado por finalizado su contrato. ¿Qué ha echado de menos?

R. Siempre he dicho que estoy totalmente de acuerdo con el fondo. Yo tenía mi contrato muy claro: en 2010 terminaba, en 2008 había que decidir por ambas partes si se renovaba o no. Pero no se hizo por parte de quien se tenía que hacer. Estoy de acuerdo con que pensaran que había que cambiarlo todo, pero con las formas no estoy de acuerdo...

  • P. Hubo un silencio administrativo...

R. Hubo el silencio suficiente para provocar que yo dijera que me iba. Para que luego me dijeran que de todas maneras no contaban conmigo. Y eso me pareció y me sigue pareciendo impresentable.

  • P. Hubiera deseado que le hubiesen explicado las razones.

R. Pero no se hizo y ese momento ya pasó.

  • P. ¿Le hubiera gustado seguir?

R. Yo no había pensado en terminar. Pero lo que me hace marcharme con amargura es el ver que las formas no se respetaron.

  • P. Ha estado en muchos lugares, y ha dicho que en ningún sitio se le ha tratado así.

R. Yo me he ido de mi país dos veces decepcionado [la primera fue en la Orquesta Nacional de España]. Es el único sitio donde me ha pasado.

  • P. Nadie es profeta en su tierra...

R. Sí, cierto. Yo lo asumo. Y esta segunda vez tampoco me ha extrañado, porque ya me pasó una vez, pero lógicamente ya no pasará una tercera porque no tomaré ninguna responsabilidad más desde el punto de vista de dirección principal.

  • P. ¿Y por qué esos problemas? ¿Es la idiosincrasia española?

R. Quizá sea una cosa atávica que tenemos. Pensar que todo lo que viene de fuera es mejor.

  • P. Y a partir de ahora, ¿qué?

R. He cumplido 70 años y no me veo en disposición de pensar de aquí a 10 años qué va a pasar. No sé si voy a tener la salud y las fuerzas suficientes. Nuestro trabajo no es sólo intelectual, es también físico. Y no me veo metiéndome en otro proyecto a 8 ó 10 años vista, lo mínimo para hacer un trabajo.

Voy a ir como principal director invitado con la Sinfónica de Galicia, que supone ir dos o tres semanas a trabajar con ellos, cosa que me apetece muchísimo porque es una orquesta con la que me he encontrado muy a gusto, es quizá la mejor orquesta de este país. Me he comprometido a ir a la Ópera de Viena, a Ginebra...

La próxima temporada tengo tres meses y medio libres, que no los he tenido desde que tenía 35 años. Además, he alquilado un pequeño apartamento en Berlín, adonde volveré a partir de 2012. Me hace mucha ilusión

Lo único satisfactorio de verdad ha sido el trabajo con la Orquesta Sinfónica de Madrid

  • P. ¿Cuál ha sido el mejor momento de estos siete años en el Real?

R. Más que momento, el trabajo con la Orquesta Sinfónica de Madrid. El contacto con esta orquesta fue desde el principio muy refrescante. El espíritu de trabajo, de colaboración, de superación, que yo he encontrado en la orquesta fue para mí un descubrimiento. No me lo esperaba así, aquí. Eso ha sido lo único satisfactorio de verdad. Gracias a ese trabajo ha habido producciones que no desentonan de las que pude hacer en la Ópera de Berlín.

La llegada de Mortier como director artístico

  • P. ¿Cómo es el ambiente en la orquesta ante el cambio, sin director fijo?

R. Siempre que hay un cambio hay preocupación. Nadie sabe qué va a pasar. Lo que más preocupa es saber es que no haya un director musical, alguien con nombres y apellidos, que se haga responsable de ellos.

  • P. ¿Por qué lo desaconseja?

R. Una orquesta como la nuestra, prácticamente en formación -han entrado 32 músicos en los últimos 5 años-, necesita una persona a la que se le puede decir lo estás haciendo bien o mal. En una orquesta hay problemas a diario y tiene que haber alguien que tome decisiones, alguien que decida quién entra o no en ella, quien debe abandonarla porque no da la talla... Una orquesta es como una gran familia.

Con Mortier sólo tuvo una conversación de 15 minutos y no le pidió consejo

  • P. ¿Cómo ha sido su relación con Mortier? Han tenido que convivir en un año de transición...

R. Totalmente en paralelo. Con él nada más tuve una conversación de 15 minutos cuando él llegó. Le informé de la situación de la orquesta, cuántos puestos había libres.

  • P. Llama la atención esa falta de comunicación...

R. Sí, pero a mí no me ha preguntado nada más, así que...

  • P. En la presentación de la temporada 2010-11, Mortier dijo que "se habla mucho de los directores de escena porque no se tocan nuevas óperas". ¿Está de acuerdo con ello?

R. Yo creo que se están haciendo muchas nuevas óperas. No hay más que darse una vuelta por los programas de los teatros de ópera del mundo. Lo que pasa es que el repertorio se sigue haciendo y los directores de escena, cuando le meten mano al repertorio, lo estropean. Otras veces no. Lo ideal es que una puesta en escena contemporánea se haga con una ópera contemporánea...

  • P. Por otra parte, el belga aseguró que no quiere un director fijo porque "no hay grandes directores que quieran estar más de seis meses en Madrid". ¿Se siente aludido?

R. Prefiero no comentarlo.

  • P. Uno de sus objetivos fue crear una estabilidad en los equipos. ¿Lo ha logrado?

R. En absoluto. No la he logrado nada. Empezando por el coro. Una de las grandes decepciones para mí en este teatro ha sido el coro. Como empecé como director de coro, me parece increíble haber tenido que ver la desaparición de un coro, la creación de un coro para un año y que ya no sirve para nada tampoco porque empieza otro coro nuevo.

Yo, que llegué con la idea de dejar un coro y una orquesta en funcionamiento como Dios manda, dejo una orquesta y no dejo ningún coro. O sea que para mí, no he cumplido en absoluto con mis expectativas.

El público del Real, el de un país sin tradición

  • P. ¿Cómo es el público del Teatro Real?

R. Si hay calidad de verdad, el público responde siempre. Pero he encontrado aquí lo típico de los sitios donde hay poca tradición. Haces ocho funciones de la misma ópera y tienes ocho reacciones diferentes. Eso extraña muchísimo, sobre todo a los que estamos acostumbrados a hacer ópera en Alemania, donde hacías una producción y el público tenía siempre la misma reacción.

Donde hay poca tradición, la gente no tiene puntos de referencia, hablo del gran público, no del aficionado que escucha discos y va fuera. Al no tener referencias no sabe si lo que escucha está bien o no. Y formarse su propio criterio lleva tiempo.

Para reducir la edad del público del Real hace falta que el dinero dé para ello

  • P. El nuevo director artístico quiere rebajar la media de edad del público del Real de 51 a 40 años. ¿Es eso posible? ¿Es positivo?

R. Por supuesto que es posible. Todo depende que se lo haga atractivo y de que el dinero dé para ello porque la ópera es un espectáculo muy caro y si quieres atraer gente joven, que tienen menos dinero, tendrás que tener más subvención para hacerlo.

  • P. En ese sentido, ¿usted está orgulloso de haber ampliado el público?

R. El Teatro ha hecho en estos años muchísimo por abrir ventanas. Cuando llegué hacía ocho funciones. Ahora estoy haciendo 10, 12 y hasta 14. Este año ha habido 120 funciones y cuando yo llegué había 64-65.

  • P. Si tuviera que lanzar un mensaje al mundo de la música en España ahora que le dice adiós de un modo estable, ¿cuál sería?

R. Que cuiden lo que hay porque hay mucho y mucho bueno. En un país donde la tradición de la gran música no tiene las suficientes bases para pasar épocas malas, espero que en la época de las vacas flacas no se olviden de lo que se ha hecho estos años en pro de la música y que no se pierda otra vez.